INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI

La muy conveniente guerra de Turquía

La reciente carnicería acontecida en Ankara llega en un buen momento para...

23 de Febrero de 2016

La reciente carnicería acontecida en Ankara llega en un buen momento para el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Erdogan ha venido exigiendo que los Estados Unidos y otros aliados de la OTAN lo respalden en la guerra contra los kurdos en Siria, que son, incidentalmente, evaluados como aliados por Washington en la guerra contra ISIS. Los turcos han estado bombardeando posiciones kurdas y escenificando raíds y operaciones, advirtiendo a los kurdos sobre los peligros de volverse demasiado exitosos en su iniciativa de ocupar cualquier territorio abandonado por un ISIS en retirada. Erdogan ha venido fulminando de manera recurrente con su explicación sobre cómo los kurdos son, en su totalidad, terroristas y, por lo tanto, el enemigo real; y ha venido insistiendo furiosamente con que EE.UU. se una a él en esa evaluación. '¡O me eligen a mí, o a eligen los terroristas!', exigió recientemente a una delegación diplomática estadounidense, dando a entender que cualquiera que se haga amigo de los kurdos no contará con ningún amigo en Turquía.

El presidente turco no solo está arengando a una guerra contra los kurdos. El conflicto ya está haciendo metástasis en algo parecido a una guerra civil, instancia en la que The Economist describe a la región sudoriental de Turquía como un 'caldero de violencia que se cuece a fuego lento'. Erdogan incluso le ha caído encima a los partidos de oposición en su propio parlamento, describiendo a algunos de aquéllos como 'terroristas'. Habiendo cooptado ya a la prensa, la justicia, los militares y los agentes de policía de su país, y habiendo logrado que cualquier protesta contra sus políticas o cualquiera que 'insulte' a funcionarios del gobierno sean considerados delitos, Erdogan ahora intenta hacerse de poderes que lo acerquen a una dictadura. El presidente de Turquía actualmente busca reforzar, por vía legislativa, la nueva autoridad que busca, aún cuando no cuente con los votos suficientes para ello. Su lenguaje a la hora de lidiar con sus compatriotas se exhibe repleto de las invenciones de oportunidad, las amenazas y las diatribas que lo han convertido en una sensación mundial a lo largo de los últimos dos años.

Recep Tayip ErdoganConforme Erdogan desea su guerra y su mandato con pasión, el atentado de Ankara llega en un momento perfecto para él. Lo cual debería resultar sospechoso. El alto mando militar turco es conocido por oponerse firmemente a cualquier intervención a gran escala en Siria, pero el asesinato de soldados por parte de los ejecutores del atentado podría buscar conmover aquella resistencia. Inevitablemente, un ciudadano sirio-kurdo de antecedentes desconocidos ha recibido las culpas por el ataque, que incluso fue vinculado con kurdos en el propio territorio turco. Los líderes kurdos tanto en Siria como en Turquía niegan cualquier conocimiento del incidente, aunque un vocero admitió que podría haber consistido en un ataque de parte de elementos rebeldes, escenificado por víctimas de la reciente oleada de ataques turcos contra la región kurda del país. Un desprendimiento kurdo, los Halcones Kurdos por la Libertad (TAK) ha promocionado la autoría del ataque, pero se contradice con lo que Turquía afirma sobre el origen del atentado, y podría coincidir con un plan para potenciar la reputación del grupo. Pero, a los efectos de ser justos, dejando de lado la venganza que, lógicamente, los kurdos no tendrían motivo en provocar, emprendiéndola contra las notablemente más poderosas fuerzas armadas de Turquía. Antes bien, la idea sería evitar ese choque.

El atentado también llega de la mano de la peligrosa -y sospechosa- maniobra de Turquía, que derribó un avión de guerra ruso, evento en el cual la decisión de tomar una acción definitiva contra Moscú solo pudo provenir del más alto nivel del gobierno en Ankara. No era factible evaluar que la aeronave rusa era hostil hacia Turquía y una incursión de importancia menor -de haber tenido lugar- solo podría explicar el incidente si en rigor hubiese existido un plan turco para poner la mira sobre un avión ruso, ni bien pudiera afirmarse plausiblemente que existió una violación de espacio aéreo. ¿Por qué? Porque Rusia ha estado demostrando un éxito considerable en hacer retroceder a los rebeldes, los cuales, pari passu, estaban haciendo que los kurdos en Siria expandieran su área de influencia. Para Erdogan, todo tiene que ver con los kurdos.

Uno podría argumentar, razonablemente, que la actual desesperación turca es un subproducto de los errores de cálculo del presidente Erdogan. De manera deliberada, él hizo a un lado los esfuerzos para mantener un cese al fuego con los kurdos y, en lugar de ello, escaló el conflicto cuando comenzó a bombardear sus posiciones en Siria, durante el verano de 2015. El retorno de la mención 'kurdos=terroristas' comportó motivaciones políticas, cuya meta era desacretidtar al Partido Democrático del Pueblo (HDP, de oposición), mayormente kurdo, previo a las elecciones nacionales. Erdogan incluso siguió insistiendo en que Basher al-Assad debía ser removido del poder en Siria, aún cuando ese objetivo se ha probado imposible, y su decisión de derribar un avión ruso fue poco inteligente desde lo táctico, así como también una mala noticia para una economía turca bajo presión.

Dada la aparente predisposición de Erdogan de tomar decisiones de alto riesgo, en apoyo de sus agendas doméstica y extranjera, inevitablemente, uno debe preguntarse: '¿fue el atentado en Ankara un ataque de tipo false flag para justificar una guerra y dotarle de mayor autoridad, dado que ambos temas están relacionados?'. Aquellos que descuentan esta posibilidad sin dudas argumentarán que ningún líder de un gobierno contemporáneo conspiraría para asesinar a compatriotas bajo ninguna circunstancia. ¿O acaso lo harían?

Sabiamente, el pueblo turco se resiste al involucramiento militar fuera de las fronteras de la nación, de tal suerte que el gobierno de Erdogan ha debido considerar medidas desesperadas para crear un casus belli que justifique su guerra personal contra los kurdos en territorio sirio. La realidad es que Turquía ha sufrido un número de 'ataques terroristas' a lo largo de los últimos dos años, algunos de los cuales ciertamente son sospechosos, por cuanto llegaron en un momento en que el gobierno estaba montando una campaña de miedo previo a comicios, o bien buscando apoyo popular para una guerra en Siria. En cada caso, el atribuir responsabilidad a los kurdos o a ISIS resulta, de alguna manera, sospechoso, o solo basado en afirmaciones compartidas por el gobierno turco -en apariencia, sin confirmación independiente. Si en efecto se trató de ataques del tipo false flag, debieran tomarse algunas medidas para engañar a los perpetradores reales o a los tiradores, teniéndose en consideración quién ordenó los ataques en verdad. Oficiales de inteligencia turcos que dominan el idioma kurdo, por ejemplo -y esto es plausible-, fácilmente podrían haber ocupado el rol de kurdos.

Los recientes ataques en Turquía cuya autoría fuera asignada a ISIS o a los kurdos podrían, razonablemente y bajo el mismo argumento, ser atribuídos al servicio de inteligencia turco (MIT), solo basándose en el principio de Cui bono? (¿quién se beneficia?). Un ataque con explosivos -registrado en Ankara en octubre pasado-, atribuído alternativamente a ISIS y a los kurdos, se cobró la vida de 102 personas y fue particularmente sospechoso, provisto que tuvo lugar poco antes de un proceso electoral. El ataque tuvo por objetivo a una marcha por la paz que incluyó a muchos kurdos -objetivo idóneo a los efectos de sembrar discordia. Inevitablemente, fue explotado para incrementar la presión gubernamental sobre la minoría kurda, y para debilitar al partido de oposición HDP. La táctica fue, en aquel evento, exitosa; especialmente porque Erdogan tuvo éxito al momento de restablecer su propia mayoría parlamentaria.

Muchos de los ataques atribuídos a ISIS, dirigidos contra soldados y oficiales de policía turcos, también fueron empleados para crear la impresión (a los aliados EE.UU. y de la OTAN) que Turquía tomaba parte en el combate contra el Estado Islámico cuando, en realidad, no lo hacía. Una de las quejas presentadas por los kurdos en 2015 fue que los turcos estaban facilitando el desplazamiento de ISIS a lo largo de la frontera, para atacar posiciones kurdas. La Casa Blanca, frustrada por la inacción kurda, no logró ser engañada por la charada -pero sintió que no estaba en posición de contradecir a Erdogan, por cuanto precisaba hacer uso de la base aérea de la OTAN en Incirlik, que el presidente turco controlaba.

Pero acaso el más revelador -y perturbador- incidente en relación a Erdogan y sus amigotes del servicio de inteligencia remita a hechos que nunca sucedieron. Allá en 2014, una grabación telefónica secreta realizada por agentes de policía en un proceso de investigación criminal de ciertos miembros del círculo íntimo del gobierno revelaron que el entonces primer ministro había conspirado con su jefe de inteligencia, Hakan Fidan, y su Canciller, Ahmet Davutoglu, para escenificar un ataque false flag contra la tumba del sultán turco Suleyman Shah que, por razones históricas, se localiza dentro de Siria y es custodiada por soldados turcos. Davutoglu dijo a Fidan: 'El Primer Ministro [Erdogan] dijo que, en semejante coyuntura, este ataque (contra la tumba de Suleyman Shah) debe ser visto como una oportunidad para nosotros'. Fidan replicó: 'Inventaré un motivo para la guerra, ordenando un ataque con misiles sobre Turquía'. En el episodio, el ataque no tuvo lugar pero, de haberse llevado a cabo, hubiese implicado el asesinato de compatriotas turcos para crear un casus belli que hubiese justificado una respuesta militar masiva, y una intervención directa en Siria.

¿Estaría dispuesto el presidente Recep Tayyip Erdogan a asesinar a sus propios soldados, a criterio de manufacturar un incidente que le permitiría avanzar con su propia agenda? La respuesta, en apariencia, es afirmativa. ¿Fueron instigados los perpetradores del atentado de Ankara del 18 de febrero, o bien aquello fue escenificado por la agencia de inteligencia MIT? La respuesta quizás jamás llegue a conocerse pero el presidente estadounidense Barack Obama, al momento de llamar a Erdogan para ofrecerle condolencias, se cuidó de evitar respaldar las afirmaciones turcas en el sentido de que kurdos sirios habían estado detrás del atauqe. Mientras los perpetradores reales siguen protegidos por el velo del misterio, a Washington le incumbe mostrar excesiva cautela, previo a subirse al tren turco.


* Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/turkeys-convenient-war/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.