INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

La pasividad de Obama fogonea la tensión entre Irán y Arabia Saudita

Las relaciones saudi-iraníes han retrocedido un nuevo paso, luego de que Arabia Saudita...

06 de Enero de 2016

Las relaciones saudi-iraníes han retrocedido un nuevo paso, luego de que Arabia Saudita ejecutara a un clérigo shiíta el 2 de enero, y de que la dictadura teocrática de Irán replicara con una ominosa serie de amenazas, el saqueo de la embajada saudita en Teherán, y un ataque contra el consulado saudita en Mashhad.

El ministro saudita de Relaciones Exteriores, Adel al-Jubeiranunció el próximo-pasado domingo que el reino recortará relaciones diplomáticas con Irán, a consecuencia de los ataques, en tanto que dio 48 horas de plazo a diplomáticos iraníes para que abandonen el país. Bahrein y Sudán -dos aliados cercados a Riad- hicieron lo propio.

Emiratos Arabes Unidos anunció que repatriaría a su embajador y que reducirá las relaciones diplomáticas con Irán, mientras que Kuwait solo anunció el retiro de su embajador.

Irán, protestasLa escalada de las tensiones entre Irán y los Estados del Golfo sunitas profundizará la polarización en el Medio Oriente entre lineamientos sectarios, nutrirá más guerra subsidiarias o del tipo proxy entre Teherán y Riad, y reducirá las ya de por sí escasas chances de consolidar acuerdos diplomáticos para desactivar guerras civiles en Siria y Yemén.

El grueso de los 47 ciudadanos sauditas ejecutados el 2 de energo eran extremistas islamistas-sunitas vinculados a al-Qaeda. Pero cuatro de ellos, incluyendo el clérigo Sheikh Nimr al-Nimr, eran shiítas, que constituyen una secta minoritaria en Irán. Funcionarios sauditas afirman que, aún cuando Sheikh al-Nimr no cometió actos terroristas violentos, sus reiterados llamados para derribar a la familia real saudita motorizaron de manera notoria la violencia y los actos de sedición.

Irán y Arabia Saudita han sido amargos rivales en competencia por la supremacía regional desde que la revolución iraní de 1979 inyectara dosis de hostilidad ideológica en una relación ya de por sí tensionada por los nacionalismos en pugna (árabes versus persas) y las diferencias sectarias (la Arabia Saudita sunita versus el Irán shiíta).

El líder supremo de Irán, el Ayatolá Ali Khamenei, amenazó con furia a los sauditas con que replicará ante lo sucedido: 'La sangre de este mártir oprimido, que fue derramada injustamente, tendrá rápido impacto, y la mano de la divina retribución tomará a los políticos sauditas por el cuello'.

Irán claramente continúa oficiando de Estado revolucionario que se arroga el derecho de interferir con los asuntos internos de otros Estados, a criterio de 'proteger' a sus correligionarios shiítas.

Más aún, el régimen radical iraní ha violado -una vez más- sus obligaciones legales de respetar y proteger a diplomáticos extranjeros y sus respectivas embajadas, tal como lo hizo en ocasión de lanzar ataques políticamente motivados contra la embajada estadounidense en 1979 y contra la embajada británica en 2011.

Incluso se sorprendió in fraganti a operativos iraníes en octubre de 2011, en lo que representó un atentado fallido para asesinar al embajador saudí (que hoy es Canciller) en un restaurante de Washington, D.C.

La más reciente provocación iraní sobreviene en medio de los recientes desafíos lanzados por Teherán contra Resoluciones de Naciones Unidas que prohíben expresamente las pruebas de misiles -Irán condujo recientemente una prueba de lanzamiento de misiles navales en cercanía de un portaviones estadounidense en el Golfo Pérsico, y tomando de rehén a otro ciudadano de EE.UU., amén de los cuatro que Irán ya había detenido previo al convenio nuclear del 14 de julio.

Los sauditas, largamente frustrados por lo que perciben como torpezas de la Administración Obama en Oriente Medio, ahora se muestran preocupados en relación a la falta de oportunidad y de respuestas efectivas de parte de los Estados Unidos a las provocaciones iraníes. La decisión de ejecutar a al-Nimr y a otros 46 ciudadanos sauditas remite a una nueva expresión de las políticas de línea cada vez más dura de Arabia Saudita versus Irán y sus aliados en Siria y Yemén bajo el Rey Salman, que ascendió al trono hace menos de un año.

Un informante saudí relató a la agencia Reuters: 'Cada vez que los iraníes hacen algo, Estados Unidos retrocede. Mientras tanto, Arabia (Saudita) en rigor hace algo sobre el tema en Siria, en Irán y en Yemén', relató la fuente. Luego, completó: 'A los sauditas realmente no les importa si enfurecen a la Casa Blanca (con sus acciones)'.

Finalmente, la Administración Obama, que se ha mostrado veloz para criticar a Arabia Saudita por las ejecuciones, se muestra firme en su decisión de evitar enfurecer a Irán, en lo que representa un esfuerzo equivocado para preservar lo que considera como un 'logro' en materia de relaciones exteriores: el convenio nuclear con Teherán.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2016/01/05/obamas-passive-acceptance-of-iranian-provocations-helps-fuel-rising-iranian-saudi-tensions/

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.