POLÍTICA ARGENTINA: MATIAS E. RUIZ

Argentina: cuatro minutos después de la Medianoche

Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner de seguro intentará barrer...

10 de Diciembre de 2015

El olvido es la regla, y la fama, la excepción, en la Humanidad.

Antoine de Rivarol (escritor francés; 1753-1801)

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Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner de seguro intentará barrer de su memoria los prolegómenos registrados hacia la medianoche del miércoles 9 de diciembre. Pocas horas después de ofrecer una disertación de despedida para una militancia tan escasa como acongojada en Plaza de Mayo, multitudes celebraban ruidosamente su partida tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en numerosas localidades del interior del país. Para colorear lo que fue el certificado de defunción política del kirchnerismo, distintos grupos de vecinos se agolparon, por ejemplo, en inmediaciones de la quinta presidencial de Olivos para canturrear contra la mandataria saliente. En simultáneo, otra nutrida aglomeración se apersonó en las esquinas del barrio porteño de Palermo, donde se informó que la viuda (poseedora de un bien inmueble allí) pernoctaría previo a dirigirse hacia El Calafate. 'A laburar', fue el eslogan improvisado que vociferaron los residentes en manifestación, desde luego pensando en Cristina como destinataria natural. Pero la cadena de sinsabores estaba llamada a torturar aún más a la atribulada psiquis de la Señora: mientras su figura era repudiada en múltiples geografías, Macri debió salir al balcón de su piso sobre Avenida del Libertador junto a Juliana Awada, para saludar a un centenar de personas que lo vitoreaban. 

En el ínterim, los preanunciados incidentes que tanto el espectro intimista de La Cámpora, la Tupac Amaru de Milagro Sala, el Movimiento Evita de Emilio Pérsico agitaron con el objetivo de enturbiar la jornada de referencia, no tuvieron lugar. Los mecanismos de prevención aportados por las fuerzas de seguridad federales (que ya hace una semana se habían puesto a disposición del ahora Presidente Mauricio Macri) contribuyeron a la distensión -amén de que los funcionarios del gobierno recién llegado deberán prestar especial atención al calendario de fin de año.

Manifestantes contra Cristina Kirchner en PalermoEn paralelo, los últimos resquicios del peronismo fogonearon una fractura del conglomerado oficialista en el Senado de la Nación, torpedeando una última sesión en la que, entre cuestiones variopintas, la Cámara aprobaría un Proyecto de Ley con miras a crear la compañía estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales de Río Turbio (YCF Sociedad del Estado). De esta manera, los referentes más moderados de un extraviado pejotismo -con las llagas de la reciente derrota electoral aún palpitantes- refrendaron la veterana expresión del cardenal Richelieu que ilustraba sobre las traiciones y el tiempo.

Más de una década después, analistas políticos, columnistas dominicales, economistas, opinadores y sociólogos se abocarán a analizar a consciencia las razones del resquebrajamiento definitivo del subsistema kirchner-cristinista. Algunos se inclinarán por explicar la debacle en la credibilidad de Néstor y Cristina a partir de la acentuada crisis económica, la caída del consumo, la indetenible espiral de violencia, el saqueo de las arcas del Estado, o la crisis energética. En tanto la gélida numerología de la estadística no puede descartarse como herramienta desde la cual extraer conclusiones atendibles, los altos niveles de la condena ciudadana que la presidente saliente y sus hombres ahora padecen -y seguirán padeciendo bajo otro formato, seguramente en los tribunales- invita a centrar la atención en aquella abstracción que algunos supieron bautizar como 'la brecha'.

A diferencia de lo experimentado tras la salida de Raúl Ricardo Alfonsín, Carlos Saúl Menem o Fernando De la Rúa, Cristina Fernández abandona el poder en medio de una ola de repudio jamás rubricada en la historia contemporánea de la joven República Argentina. Con algún nivel de certeza, podría argüírse que el cristinismo fue construyendo su talón de Aquiles al echar mano de la exaltación innecesaria de la animosidad -alejándose de los contenidos y la acción, y autopromocionándose como una suerte de áspera pero grandilocuente contracultura. Así, pues, la sociedad argentina fue obligada a tragarse el subproducto de una fenomenología igualmente inédita, en la forma de la automatización de la condena del otro (enemigo), la sobreexplotación del escrache (que, por defecto, implica el uso de violencia física y psicológica -léase: tortura), la represión sistemática de la libertad de expresión (y su deforme hermano menor, a saber, el ataque contra la integridad de periodistas independientes), la división de la familia, y una serie inenarrable de trastornos. El 'proyecto' nunca fue tal: ganó empuje y sentido solo a través de síntomas, no de programas o de fórmulas de consenso comprobables. Finalmente, el campo de pruebas argentino se constituyó en una reproducción fiel de los efectos más perniciosos de un populismo que se las ha ingeniado para sacar a la luz las peores facetas del ser humano. Reconfigurado en un mero autómata, éste abandona la razón, para ceder control absoluto a reacciones instintivas.

Al cierre, podría apuntarse que Mauricio Macri y sus tecnócratas no deberían tener mayores problemas para anteponer soluciones al desbarajuste macro. Pero el desafío implica una reformulación bastante más abarcativa, en tanto demandará un protagonismo central del factor humano. Dicho de otro modo: las dudas merodearán el debate respecto de cómo hacer frente a la neutralización del conflicto. Tal es el legado (no comentado) de un kirchnerismo que se evapora por la 'puerta chica'.


* Foto: manifestantes frente al departamento de Cristina Fernández en Palermo (Buenos Aires) | Crédito: La Nación

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.