POLITICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Argentina: vidas cruzadas

La terminal crisis tucumana -que aún no halla resolución- y la extrema pobreza registrada en el Chaco...

10 de Septiembre de 2015
La terminal crisis tucumana -que aún no halla resolución- y la extrema pobreza registrada en el Chaco -presente con rigor diario en los medios de comunicación- desnudaron realidades que una mayoría ciudadana ha preferido omitir. El grueso de los analistas políticos se ocupó de subrayar el clientelismo propio de ciertos feudos provinciales cuyo funcionamiento allana la perpetuación en el poder, pero poco y nada dijeron sobre dos variables que de aquí se desprenden. La primera, que el regenteo clientelar de amplios sectores sociales no es práctica excluyente del peronismo. La segunda variable de análisis remite, nuevamente, al rol de la prensa de cara a dirigentes y escenarios puntuales.

Tucumán y Chaco son senderos que se entrecruzan de manera recurrente, convirtiéndose en un fiel espejo de la República. El contexto no solo remite a provincias del norte del país, sino que también a distritos bajo control de dirigentes justicialistas con origen en la Unión Cívica Radical. Por caso, el ahora saliente gobernador tucumano José Alperovich fue electo legislador provincial en 1995 por el radicalismo, para luego oficiar de Ministro de Economía del peronista Julio Miranda; a la postre, Alperovich se reconvertiría al justicialismo. Jorge Milton Capitanich también supo militar en la UCR pero -nobleza obliga- es menester recordar que se vinculó con el justicialismo ya en su juventud.

Chaco fue gobernada por el radicalismo durante doce años desde el regreso de la democracia. El funcionario más recordado acaso sea Angel Rozas, ex titular de la Unión Cívica Radical en la turbulenta temporada de la Alianza. Rozas administró la provincia entre 1995 y 2003, y los informes que dan cuenta de turbios manejos financieros, copamiento de la Justicia provincial y sometimiento de los principales medios locales, se multiplican. Nada de esto podría distinguirse de la faena ejecutada por el kirchnerismo en el Gobierno Nacional, en tanto es cierto que no pocos mandatarios peronistas de provincia han forjado sus propios modelos a base del de la Casa Rosada.

Con toda probabilidad, el reciente deceso del chico de etnia qom sea consecuencia de una notoria insensibilidad social, pero la principal explicación conduce a la negligencia de las sucesivas administraciones chaqueñas. Así las cosas, Capitanich es un claro ejemplo de una prepotencia acostumbrada a emprenderla contra la prensa. Tras las elecciones de 2013 -en las que el Gobierno Nacional fuera derrotado en la eternamente estratégica Provincia de Buenos Aires-, la Presidente Cristina Kirchner convocó a la Jefatura de Gabinete de Ministros al entonces gobernador del Chaco. En rigor, se trataba del mismo Capitanich que le había dado la espalda al campo durante la recordada crisis del sector en 2008, y que había tildado a dichos sectores de subversivos. No obstante, el tratamiento otorgado a Jorge Milton desde amplios sectores mediáticos era poco más que benevolente. Dos años más tarde -y con la sola excepción de Jorge Lanata, quien ya había elaborado un ruidoso informe en aquel tiempo-, se redescubre que, en su provincia, niños y jóvenes perecen, literalmente, por inanición.

El candidato a vicegobernador de Tucumán por la oposición, Domingo Amaya, proviene del peronismo -supo ser un férreo aliado del ahora cuestionado José Alperovich. De hecho, es el actual intendente de la ciudad de San Miguel de Tucumán, llegando a ese cargo inicialmente por una designación del Gobernador -luego de ser detenido por la justicia Domingo Bussi. Así, pues, la provincia intervino la ciudad capital, y Amaya fue nombrado jefe comunal. A posteriori, revalidó ese cargo a través del voto. Vale decir que el aspecto fraudulento que caracterizó a los comicios no comenzó hace pocos meses; hay quienes dicen que Amaya debió sorber una cucharada de su propia medicina o, en su defecto, el mismo contraveneno que él mismo convalidó.

Así como la reciente foto del niño sirio muerto se transformó en un símbolo de la crisis humanitaria mundial, en el año 2001, una nena contó a las cámaras que 'tenía hambre', mutando un crudo simbolismo de la acentuada crisis económico-social de la República Argentina. Casualmente, Barbarita -tal es su nombre- es tucumana. Nativa de la provincia que hoy se exhibe carcomida por un interminable escándalo electoral.

Más allá de los tristemente célebres prolegómenos del Chaco y Tucumán, sirve remitirse a Santiago del Estero, tradicionalmente regenteada con mano dura y metodología feudalista por el difícilmente olvidable Gerardo Zamora y su señora esposa -autoproclamados abanderados de la causa kirchnerista, pero provenientes del espectro radical. Más ilustrativo aún se presenta el ejemplo de Misiones, gobernada por Maurice Closs, otro radical converso. Se permitirá el paréntesis, para apuntar la sorprendente buena prensa que acompaña al funcionario misionero, aunque ese periodismo haya dejado pasar de largo que Closs supo involucrarse en maniobras sórdidas que lo comprometían con una extemporánea inversion en Internet para promocionar su imagen -compró 'seguidores truchos' para potenciar su alcance en una red social. Tal vez el costo para los contribuyentes misioneros no haya sido de importancia (unos $800 mil), pero pocos dudaron en su momento de la posibilidad de relocalizar esa partida en destinos más idóneos, como ser, la atención a los miles de desposeídos que habitan la provincia mesopotámica. Con todo, hoy Closs es sindicado por algunos como uno de los gobernadores más eficientes del país. Si en algunos años decidiera involucrarse en alguna carrera presidencial, ¿dirán los analistas políticos que desconocían sus prácticas de malversación?

Al repasarse la mayoría de los matutinos y revistas desde 2003, el tratamiento entre algodones que los periodistas le dedicaron al desaparecido Néstor Carlos Kirchner saltará a la vista. Desprovisto del menor atisbo de autocrítica, el periodismo profesional/tradicional parece no haber comprendido aún que, toda vez que mira para otro lado, muta inmediatamente en propaganda. En tanto esta consideración no admite matices, hoy se asiste al efecto pernicioso de aquellas desviaciones.

Infortunadamente, nada indica que este costumbrismo pueda verse modificado en el corto plazo. Y a las pruebas basta remitirse, atendiendo a la provechosa relación que une a Daniel Scioli y Mauricio Macri con periodistas y analistas políticos de algún renombre. ¿Cómo evolucionarán esos vínculos, ni bien alguno de los dos llegue a la Presidencia?

Conforme ya se dijo, las provincias de Tucumán y Chaco constituyen un fiel reflejo de la nación desorientada, y cuyo corolario es una presidente que comparte lágrimas de cocodrilo al referirse a la aparición del niño sirio, sin vida, en una playa de Turquía. Evidentemente, la realidad que ilustra los fallecimientos por desnutrición en su propia patria no revista entre las prioridades de la jefe de Estado. Pero nadie osaría cuestionar la coherencia de Cristina Kirchner, en tanto supo deleitar a la teleaudiencia con bailes y grupos musicales contratados -mientras los amotinamientos policiales se ensañaban con múltiples provincias del interior en diciembre de 2013.

El cinismo de la Presidente poco tiene de novedoso. Después de todo, ¿qué motivos podrían empujarla a rever esa conducta, si conserva un 45% de imagen positiva y su candidato -valorado por ella o no, es anecdótico- mantiene altas chances de sucederla?

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.