POLITICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Paso 2015: ni poco, ni demasiado

Horas después de las elecciones celebradas el domingo en todo el país...

10 de Agosto de 2015
Horas después de las elecciones celebradas el domingo en todo el país, el lento escrutinio hizo que los búnkers de los principales candidatos pasaran por todos los estados de ánimo. Finalmente, todos celebraron -aunque nadie tiene claro qué sucederá de aquí al 25 de octubre, fecha de la primera vuelta.

Las ediciones en papel de los principales diarios cerraron con guarismos un tanto diferentes a los que arrojó el resultado final. Para el análisis, es bien distinto el 36% de los votos que cosechaba el candidato oficialista Daniel Scioli que el casi 38,5% que finalmente habría obtenido. La brecha entre el Frente Para la Victoria y Cambiemos -alianza entre Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrió- fue de 9 puntos, una diferencia importante que deja a Scioli bien posicionado para las elecciones de octubre. Tras la medianoche del domingo, esa diferencia era de apenas cinco unidades, lo que permitía una lectura más optimista para la oposición. En el extraño sistema de balotaje argentino, si un candidato se anota apenas un voto más que le permita superar el 40%, y obtiene más de 10 puntos sobre el segundo más votado, gana la elección. De este modo, el gobernador bonaerense no estaría tan lejos de alzarse con el triunfo en primera vuelta. La clave, de acá a octubre, será ver si hay o no polarización.

Algunos misterios se han develado. El oficialismo mostró su piso de votos -está claro que no obtendrá menos de eso en octubre. Pero su techo aún se desconoce. Los árbitros, en este caso, serán los ciudadanos que optaron por Sergio Massa y José Manuel De la  Sota, especialmente los de este último. La performance de ambos, que competían en el espacio UNA, fue sobrevalorada por los analistas.  Si se tiene en cuenta que Massa hasta hace menos de un año lideraba las encuestas, y ahora quedó tercero con un 13/14% de los votos, no parece una gran elección. Entre los votantes de Sergio Massa, subsiste un componente antimacrista, que podría volcarse hacia el sciolismo llegado octubre. Lo propio ocurre, en mayor grado, con el electorado del gobernador cordobés. José Manuel De la Sota recoge un voto peronista que difícilmente se reoriente hacia Macri. Pero este esquema dependerá en gran medida de la polarización, y de que una buena porción de los votantes del frente UNA decidan volcarse al voto útil. De la Sota dirá que apoya a Massa pero -se sabe-, en política, una cosa es el discurso y otra -muy distinta- los hechos. Si Juan Schiaretti, gobernador electo por Córdoba, observa que Scioli puede ser el próximo jefe de Estado, no dudará en volcarse hacia él, habida cuenta que habrán de convivir al menos durante cuatro años.

El kirchnerismo prefiere subrayar la distancia entre sus votos y los sufragios obtenidos individualmente por Mauricio Macri. Cambiemos prefiere enfocarse en los casi 30 puntos obtenidos. Aquí convendría detenerse; Macri obtuvo el 23/24% de los votos, un porcentaje que resulta nada desdeñable pero que, a su vez, pareciera representar un piso bajo si de lo que se trata es de derrotar al peronismo. Necesitará de la totalidad de los votos de sus socios Sanz y Carrió, que tuvieron un desempeño por demás mediocre -y anotarse el grueso del voto útil. En tal sentido, el jefe de PRO se enfrenta a un problema de magnitud: ¿de dónde obtendrá esos sufragios? No hay demasiadas certezas frente a que los votos de Sanz y Carrió correrán tras de él. Antes Aníbal y Sciolibien, se presume que podrían redirigirse en partes iguales a Margarita Stolbizer. Es que el comicio compartió un hecho poco observado: la virtual desaparición del radicalismo como fuerza nacional. La paupérrima cosecha de Ernesto Sanz así lo certifica. Tras lo cual no resultaría extraño que algunos de sus votantes, furiosos con su decisión de confluir en el PRO o con Elisa Carrió, decidan migrar hacia la candidata de Progresistas.

La clave vuelve a estar en Sergio Massa. El ex jefe comunal de Tigre así lo entiende y, por ello, convocó a Macri a dialogar, en su discurso de cierre. Las posibilidades de una alianza común ya habían sido sepultadas. Aunque se registran baches en la legislación que dio vida a las PASO: aún cuando se tipifica la prohibición taxativa de las fórmulas, ¿qué sucedería si un candidato a Vicepresidente renunciase, aduciendo problemas personales? No se trata de juguetear con la posibilidad, conforme Massa se debe a quienes le confiaron su voto y también a quienes lo hicieron por su socio De la Sota. A no ser que se registre cierto crecimiento en el voto útil. En cierto modo, vuelve a emerger una suerte de atomización opositora, que fuera un clásico durante la era kirchnerista. No es descabellado imaginar un 25 de octubre con Scioli en el 41% y Macri en el 30%. Y -al decir de Máximo Kirchner-, 'sanseacabó'. El optimismo que algunos analistas políticos exhiben debería ser revisado en profundidad.

Este escenario sintoniza con lo ocurrido en la Provincia de Buenos Aires. Amén de su alta imagen negativa -potenciada con la denuncia de Jorge Lanata en PPT-, Aníbal Fernández será el candidato del FPV para la Gobernación en octubre, y por ende, favorito para mudarse a La Plata. Al considerarse los resultados del Gran Buenos Aires, se apuntará que el peronismo se hizo de casi el 60% de los votos (entre el Jefe de Gabinete, su contrincante Julián Dominguez y el candidato massista Felipe Solá). Este último ya se desempeñó como Gobernador de la Provincia durante seis años, oriundo -precisamente- del justicialismo. Las circunstancias hicieron que compitiera ahora por el Frente Renovador, que no es otra cosa que un desprendimiento del kirchnerismo. Así es que los treinta puntos obtenidos por la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal -aún siendo meritorios- no dejan de representar un techo. Siempre en la historia de la Provincia, el justicialismo vencedor se anotó el 50% de los sufragios, y el resto se particionó entre otras fuerzas. A raíz de que en territorio bonaerense no se emplea el mecanismo de segunda vuelta, a Aníbal Fernández solo le bastará con retener el apoyo recogido por Julián Domínguez. Vidal y Solá dividen; difícil verlo de otro modo. Para Fernández, aún queda ver cómo su imagen negativa impacta en la rueda final del comicio (y cómo afectará a Daniel Scioli al compartir escenario).

No habría que dejar pasar algunas consideraciones menores pero de igual forma trascendentes, a saber, la invisibilidad de la interna justicialista bonaerense en el espectro sciolista, los inútiles festejos previos que siempre se observan, como si eso fuera a cambiar el resultado ya plasmado pero escondido dentro de las urnas, y algunas irregularidades: hubo gente en Mar del Plata que figuraba en los padrones con documentos físicos erróneos, por lo que se vieron imposibilitados de votar. Cuando menos, una muestra de desprolijidad.

Más allá de las conjeturas que se harán a partir de ahora, el resultado de las PASO devuelve un dato inequívoco: tras doce años en el gobierno, con copiosas denuncias de corruptela en su contra, y portando un arraigado sesgo autoritario, el hecho de que el kirchnerismo siga aferrándose a casi un 40% de votos se presenta como una clara interpelación para la sociedad, para formadores de opinión, y para aquellos dirigentes que comienzan a balbucear apenas deben plantarse frente a un espejo. Demostrando, en el fondo, que no son demasiado distintos a aquello que declaman combatir.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.