INTERNACIONALES: DR. JAMES JAY CARAFANO

De cómo el acuerdo con Irán complica la aproximación de Tel Aviv hacia Teherán

El Acuerdo de Viena -que comporta la misión de revisar el programa nuclear...

02 de Agosto de 2015
El Acuerdo de Viena -que comporta la misión de revisar el programa nuclear iraní- no trajo mayor alegría para Tel Aviv.
 
'Israel no está confinado por este acuerdo con Irán', declaró el primer ministro Benjamín Netanyahu, 'porque Irán continúa persiguiendo nuestra destrucción'. Luego, agregó puntillosamente: 'Siempre nos defenderemos por nuestra propia cuenta'.
 
Desde luego, Netanyahu está en lo cierto. Israel -como cualquier otro país- cuenta con el derecho inherente de defenderse. La pregunta crucial aquí es: ¿cómo decidirá Israel ejercitar ese derecho?
 
El derecho a la autodefensa no exige que un país aguarde hasta tanto sea atacado físicamente, previo a tomar medidas para la autoprotección. Pero existen reglas -y éstas son las que marcan la diferencia entre una guerra preventiva y una acción preventiva.
 
Se conoce como acción preventiva (N. Del T.: el autor utiliza el término Preventative War) a aquel escenario en donde una nación ataca a otra primero porque percibe que ésta última representa una amenaza potencial. A inicios de la Guerra Fría, sobrevivía un debate serio en círculos políticos de los Estados Unidos de América al respecto de lanzar un ataque nuclear preventivo contra la Unión Soviética -antes de que Stalin tuviera oportunidad de aumentar su arsenal nuclear. La proposición nunca tuvo lugar, porque tal acción no hubiese sido ética, en tanto hubiese sido inmoral e ilegal.
 
Mientras que la acción preventiva revista más allá de cualquier comportamiento aceptable, no sucede lo propio con la guerra preventiva (N. Del T.: el autor utiliza aquí el término Pre-emptive War, no discernible en español del concepto anterior). Si una nación entiende que se encuentra bajo amenaza, tiene el derecho de protegerse a sí misma. Lo cual exige un juicio profundo sobre dos factores: intento y acción.
 
En primer lugar, ¿acaso alguien está amenazando con un ataque? Los líderes iraníes y los manifestantes en las calles de Teherán gritan, rutinariamente: 'Muerte a Israel', mientras que ilustran visiones gloriosas de un 'mundo sin los Estados Unidos'.
 
Podría discutirse si las citadas son meras construcciones retóricas, que no van más allá de lo que un puñado de fanáticos de algún equipo de fútbol exigirían para que sus oponentes fuesen 'aplastados'.
 
Por otro lado, Hitler -cándidamente- hizo públicos sus sueños de dominación mundial en 1925. Pocos tomaron aquellas ensoñaciones tan en serio como para pasar a la acción; la mayoría hizo caso omiso, conforme Hitler solo 'hablara para sus partidarios'.
 
Los judíos saben mejor que nadie cómo terminó aquella historia. Y no han oído otra cosa que el retumbar de la retórica antiisraelí desde Teherán, desde que el régimen de los ayatolás se hizo del poder. ¿Se supone que Netanyahu simplemente deba ignorar este escenario?
 
En segundo lugar, está la cuestión de si Usted cree que su adversario está en condiciones de llevar a la práctica tales amenazas.
 
Solo basta con superponer el alcance de la fuerza de misiles iraníes en un mapa del Medio Oriente, y quedará claro que Teherán tiene la capacidad de 'entregar la mercadería a domicilio'.
 
Lo cual conduce a la última pregunta: ¿cuál sería una respuesta tan adecuada como proporcional?
 
La cuestión no es nueva. La discusión relativa a cómo lidiar con la amenaza iraní ha sido un tema de primera línea en todo debate estratégico para los líderes israelíes, durante más de una década.
 
Y nada hay que sugiera que ya cuentan con una respuesta para el dilema. Si la tuvieren, ya hubiesen actuado.
 
Lo que complica la decisión israelí es que no pueden ocuparse de Teherán en soledad. Su plato está repleto con serias preocupaciones de seguridad. Hamás está generando problemas en la Franja de Gaza, mientras que Hezbolá hace lo propio desde el Líbano. El Sinaí es un desastre, e Israel debe preocuparse por la estabilidad de Egipto y Jordania. Y luego está ISIS, cuyo alcance se extiende cada vez más en la región.
 
Lo que también es preocupante es la recurrente guerra de información, en la forma de una campaña global dirigida a minar la legitimidad del pueblo israelí. Y las políticas cada vez más tambaleantes de su principal aliado, Estados Unidos -las que dan escalofríos a Tel Aviv.
 
No extraña, pues, que el derecho a la legítima defensa pulule por las mentes de los líderes israelíes. Su deber es, precisamente, proteger a su pueblo.
 
El derecho de Israel a defenderse es incuestionable. Pero la forma cómo decide ejercitar ese derecho sigue siendo una pregunta espinosa.
 
Todo lo que puede decirse con certeza absoluta es que el acuerdo de Viena no ha hecho más fáciles las opciones del Estado de Israel. Al dotarse de mayor poder a Irán, el acuerdo garantiza el inicio de una eventual carrera armamentista -y, probablemente, una de carácter nuclear- en lo que de por sí ya era la región más inestable y peligrosa del globo.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2015/08/02/how-the-iran-deal-complicates-israels-approach-to-iran/

 
Publicado originalmente en The Bradenton Herald (Estados Unidos)
Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.