ESTADOS UNIDOS: PHILIP GIRALDI

Estados Unidos: gobierno en las profundidades

Con frecuencia, se ha dicho que la moderna república de Turquía opera...

30 de Julio de 2015

Con frecuencia, se ha dicho que la moderna república de Turquía opera en dos niveles. Exhibe una democracia parlamentaria completa con una constitución y elecciones periódicas, pero también comporta un gobierno secreto al que se hace referencia como 'gobierno en las profundidades' (en idioma turco, 'Derin Devlet').

El concepto de 'gobierno en las profundidades' se ha puesto de moda hasta cierto punto, particularmente a la hora de explicar la persistencia de alineamientos políticos tradicionales al ser confrontados por las recientes revoluciones en diversos escenarios del Medio Oriente y Europa Oriental. Para aquellos que creen en la existencia de un gobierno en las profundidades, existe un número de relaciones -tanto institucionales como extralegales- que podrían sugerir aquella presencia.

Algunos creen que este Estado en las profundidades surgió de una operación secreta de la OTAN conocida como 'Gladio', que generó una infraestructura para las llamadas 'operaciones tras bambalinas' (stay behind operations), para el caso en que la Europa Occidental hubiese sido tomada por la Unión Soviética y sus aliados. Existe una cierta lógica en tal presunción, conforme el gobierno en las profundidades debe organizarse en torno de un centro de poder oficial y públicamente aceptado, lo cual significa que normalmente involucra a funcionarios de carrera en las fuerzas policiales y los servicios de inteligencia, así como también a los militares. Para la policía y las agencias de inteligencia, la propensión a operar en secreto oficia de condición sine qua non para el gobierno en las profundidades, conforme proporciona cobertura para la manutención de relaciones que, en otras circunstancias, serían consideradas como sospechosas e incluso ilegales.

En Turquía, la noción de que debe existir una fuerza exógena que restringe el disenso de cara a normativas políticas fue, hasta hace poco, receptora de una cobertura legal por vía de la Constitución de 1982, que garantizaba a la autoridad del Consejo de Seguridad Nacional militar intervenir en el desarrollo de situaciones políticas a criterio de 'proteger' al Estado. Se registraron, de hecho, cuatro golpes militares en Turquía. Pero el gobierno en las profundidades va más allá de aquellas intervenciones subterráneas. Se ha dicho que las actividades del gobierno en las profundidades en Turquía son conducidas, frecuentemente, a través de la connivencia con políticos que Hillary Clinton, David Petraeusporporcionan cierta cobertura para la actividad, con intereses corporativos y con grupos criminales que pueden operar a través de fronteras y asistir en tareas mundanas que hacen a la corrupción política, incluyendo tráfico de drogas y lavado de dinero.

Un número de funcionarios políticos de carrera turcos han hablado públicamente de la existencia de este gobierno en las profundidades. El primer ministro Bulent Ecevit intentó aprender más sobre la organización y, para su infortunio, sobrevivió a un intento de asesinato en 1977. Tansu Ciller supo lanzar elogios a'aquellos que murieron por el Estado, y a aquellos que mataron por el Estado', en referencia a los asesinatos de comunistas y kurdos. Mucho se ha expuesto sobre las actividades del gobierno en las profundidades en Turquía, destacando un accidente de automóvil en 1996 registrado en Susurluk, que asesinara al comisionado en jefe de la policía de Estambul y al líder del grupo nacionalista de extrema derecha conocido como los Lobos Grises. Un miembro del parlamento también se hallaba en el vehículo, y se descubrio un pasaporte falso, relacionando a un grupo criminal que había regenteado las operaciones de un escuadrón de la muerte junto a un funcionario de seguridad y a un miembro electo de la legislatura. Una investigación posterior determinó que la policía había estado empleando a los criminales para respaldar sus operaciones contra grupos de izquierda y otros disidentes. Los agentes operativos del gobierno en las profundidades también fueron relacionados con el homicidio de un magistrado, de kurdos, izquierdistas, testigos potenciales contra el Estado, y de un periodista armenio. También atacaron con explosivos una librería kurda y las oficinas de un periódico de renombre.

Conforme todos los gobiernos -en ocasiones, por buenas razones- se involucran en el ocultamiento de actividades cuestionables, e incluso recurren a la mentira, uno debe preguntarse el modo en que el gobierno en las profundidades difiere. Mientras que un gobierno elegido democráticamente suele involucrarse en actividades cuestionables desde lo legal, normalmente existen pretextos plausibles, empleados para encubrir o explicar tales actuaciones.

Pero, para los actores del gobierno en las profundidades, normalmente no hay rendición de cuentas ni límites legales. Todo se base en intereses propios, justificados a través de una asertividad lindante con el patriotistmo o con los intereses nacionales. En Turquía, existe la creencia entre funcionarios de carrera que se consideran parte de un status in statu (Estado dentro del Estado), de que son guardianes de la constitución y de los intereses verdaderos de la nación. En su óptica, no están alcanzados por la normativa vigente. El involucramiento en actividades criminales está bien, en la medida que se lleven a cabo para proteger al pueblo turco y para, subrepticiamente, enderezar errores cometidos por la ciudadanía, la cual puede ser dirigida convenientemente por líderes carismáticos o por el capricho político. Cuando las cosas van demasiado lejos en determinada dirección, el gobierno en las profundidades toma medidas en pos del sendero correcto.

Y los actores del Estado subterráneo deben ser recompensados por su patriotismo. Ellos se benefician materialmente de la actividad criminal en la que se involucran, incluyendo la protección del rol de Turquía como conducto para drogas embarcadas hacia Europa desde Asia Central y, más recientemente, en el movimiento de armas y personas desde y hacia Siria. Esto ha implicado la colaboración con grupos tales como ISIS, permitiendo a militantes ignorar las fronteras y comerciar artefactos arqueológicos robados, mientras se negocian acuerdos sobre petróleo en las áreas que aquéllos ocupan. La totalidad de las transacciones involucran una grosera tajada para el gobierno en las profundidades.

Si todo esto suena en algo familiar al lector estadounidense, pues así debería ser y, dada cierta idiosincracia local, invita a preguntarse si acaso los Estados Unidos de América tienen su propio gobierno en las profundidades.

En primer lugar, uno debería notar que, a criterio de que el gobierno en las profundidades sea efectivo, debe encontrarse íntimamente asociado con el desarrollo o la preexistencia de un Estado de seguridad nacional. Debe existir, asimismo, la percepción de que la nación está en peligro, para lo cual justificar medidas extraordinarias, tomadas por valientes patriotas con el objetivo de preservar la vida y la propiedad de la ciudadanía. Aquellas medidas son, por naturaleza, conservadoras, orientadas a la protección del status quo, e implicando que el cambio es peligroso.

Tales requerimientos ciertamente prevalecen en los Estados Unidos post-11 de septiembre, e incluso nutren al otro componente esencial del gobierno en las profundidades, a saber, que la intervención deberá funcionar secretamente o, al menos, moverse 'bajo el radar'. Considérese por un momento el modo en que Washington opera. Existe un cerrojo en el congreso y la legislatura se opone a casi a todo lo que la Casa Blanca respalda. Sin embargo, ciertas cosas tienen lugar, en apariencia, sin mediar discusión: los bancos obtienen rescates y los intereses corporativos se encuentran protegidos por ley. Se aprueban contratos de Defensa por incontables años. Ciudadanos son asesinados por drones, el público está sometido a vigilancia de manera rutinaria, la gente termina en las cárceles sin mediar acusación, se autorizan acciones militares contra regímenes 'rebeldes', y quienes revelan información sensible son reprimidos con el encarcelamiento. Los crímenes de guerra cometidos por tropas estadounidenses y contratistas en teatros de operaciones alejados, así como la tortura y la detención irregular de personas, rara vez son investigados y el castigo es poco frecuente. Estados Unidos, en forma de capitalista depredador propenso a la guerra, podría arrogarse la definición virtual de gobierno en las profundidades.

Un crítico describe al gobierno en las profundidades como motorizado por el 'Consenso de Washington', una suerte de meme basado en el 'excepcionalismo americano'. Es plausible considerarlo como una creación post-Segunda Guerra Mundial, resultado final del 'complejo militar industrial' sobre el que Dwight Eisenhower advirtiera, pero algunos creen que su infraestructura fue, en rigor, puesta en funcionamiento con la aprobación del Acta de la Reserva Federal, previo a la Primera Guerra Mundial. Muchos años después de firmarse ese proyecto de ley, el ex presidente Woodrow Wilson -según se recuerda- lo lamentó: 'Hemos llegado a ser uno de los gobiernos peor regulados, de los más controlados y dominados en el mundo civilizado, no siendo ya un gobierno basado en la convicción y el voto de la mayoría, sino un gobierno formado por la opinión y la coacción de un pequeño grupo de personas dominantes'.

En honor a la verdad, el gobierno de las profundidades en los Estados Unidos es, a diferencia de Turquía, una criatura híbrida que opera a lo largo del eje entre Nueva York y Washington. Allí donde los turcos se involucran en actividades criminales para financiarse, la élite de Washington se vuelve a banqueros, lobbistas y contratistas de Defensa, operando más abiertamente y, ostensiblemente, en lo legal. El gobierno en las profundidades al estilo americano involucra a todas las partes obvias, tanto públicas como privadas, que se benefician del status quo: incluyendo a actores clave en la policía y las agencias de inteligencia, los militares, los Departamentos de Justicia y del Tesoro, y el espectro judicial. Se exhibe estructurado para recompensar materialmente a aquellos que juegan con las reglas de la charada, y con el elemento cohesionador que, a fin de cuentas, permitirá lograr lo que venga desde Wall Street. Los 'Servicios Financieros' podrían perfectamente ser considerados el epicentro de todo el proceso. Aún cuando se necesite que el gobierno implemente una serie de políticas esperables, los banqueros comprimen el elemento verdaderamente esencial, esto es, la capacidad de proporcionar recompensas genuinas ante el cumplimiento. Conforme los intereses corporativos cada vez con mayor recurrencia se hacen del control de los medios, poco disenso se registra en el Cuarto Poder mientras el juego se desarrolla, mientras que muchos de los prominentes think tanks de Washington que brindan credibilidad 'intelectual' al gobierno en las profundidades se muestran financiados por los contratistas de Defensa.

La fertilización cruzada resulta esencial a la hora de lograr que el sistema funcione, por vía de la famosa puerta batiente por la cual cruzan funcionarios senior del gobierno, que luego ingresan a altos niveles en el sector privado. En algunos casos, la puerta gira un número de veces, con funcionarios que abandonan el gobierno para luego regresar a una posición aún más encumbrada. En el camino, estos individuos selectos son protegidos, promocionados y acicalados para posiciones superiores. Y sucede que estas posiciones superiores están diseñadas para justificar los considerables costos, para incluir rescates bancarios, exenciones impositivas, y resistencia ante legislaciones que podrían regular Wall Street, a aportantes políticos y a lobbistas. Los funcionarios de carrera del gobierno, ex generales y operativos de alto nivel de Inteligencia que participan, se encuentran a sí mismos en hogares de ingresos multimillonarios que gastarán en sus años de retiro, acomodados por una prolija pila de inversiones.

El gobierno en las profundidades de los Estados Unidos es completamente corrupto: existe para vender a precio vil el interés público, e incluye a ambos partidos políticos, así como también a funcionarios del gobierno. Políticos como los Clinton, que dejan la Casa Blanca 'en bancarrota' y acumulan US$100 millones en pocos años, ejemplifican el nivel de recompensa descripto. Un inflado Pentágono produce en serie cientos de oficiales innecesarios que reciben pensiones y beneficios munificentes, por el resto de sus días. Y nadie recibe su castigo, jamás. El ex general caído en desgracia, y ex Director de la CIA, David Petraeus, es ahora socio en la firma privada de activos KKR, aún cuando no tiene la menor idea de servicios financieros. Más recientemente, el ex Director en Ejercicio de la CIA, Michael Morell, se convirtió en Consejero Senior en la firma Beacon Global Strategies. Ambos están siendo recompensados por su lealtad al sistema, y por proporcionar acceso a sus reemplazos en el gobierno.

Y, ¿qué convierte en exitoso al gobierno en las profundidades? Siempre gana, sin importar quién esté en el poder; y lo logra creando abultados presupuestos dentro del sistema, con apoyo bipartidista. La monetización de la absolutamente innecesaria e intolerablemente onerosa guerra global contra el terrorismo beneficia a funcionarios de carrera del gobierno, a industrias en Washington, D.C. y a servicios financieros que se alimentan de aquella monetización. Dado que resulta esencial mantener al dinero en circulación, el gobierno en las profundidades persiste en la promoción de políticas públicas que carecen de sentido, para incluir guerras imposibles de ganar que ahora son parte de la vitrina en Irak/Siria y Afganistán. El gobierno en las profundidades sabe que un público temeroso comprará su producto, y que no debe interponer mayor esfuerzo para publicitarlo.

Desde luego que soy consciente de que Estados Unidos no es Turquía. Pero hay allí lecciones que pueden ser aprendidas a modo de ejemplo, para ilustrar el modo en que una democracia puede ser subvertida en favor de intereses particulares que se ocultan bajo una máscara de patriotismo. Los estadounidenses de a pie se preguntan con frencuencia por qué los políticos y los funcionarios del gobierno se muestran tan obtusos, y por qué rara vez reconocen lo que en realidad está sucediendo en su país. En parte, ello se debe al hecho de que la clase política vive en una burbuja de su propia creación, pero también puede deberse a que muchos líderes en los EE.UU. en realidad aceptan que existe una presencia no elegida, no designada y que no rinde cuentas dentro del sistema que, en rigor, administra todo cuanto está sucediendo tras bambalinas. Este podría ser el gobierno en las profundidades de los Estados Unidos.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en http://www.theamericanconservative.com/articles/deep-state-america/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.