ECONOMIA INTERNACIONAL: IVAN CARRINO

Argentina: el gobierno vive en South Park

El gobierno entiende que, porque firma un decreto o porque sanciona una nueva ley...

28 de Julio de 2015

El gobierno entiende que, porque firma un decreto o porque sanciona una nueva ley, los problemas económicos se solucionan. Este razonamiento está más en línea con una serie de dibujos animados que con la realidad argentina.

En un capítulo de la famosa serie de dibujos animados norteamericana “South Park”, aparecen unos gnomos que le roban la ropa interior a uno de los personajes de la tira, llamado Tweak Tweak. En la serie, se muestra que el motivo de este extraño robo es el de generar beneficios económicos. Sin embargo, el proceso por el que se generan estas ganancias es bastante misterioso.

El plan económico de los gnomos consistía de tres pasos:

 

  1. Robar calzoncillos
  2. ?
  3. Beneficio económico

Este tipo de razonamiento parece completamente alejado de la realidad. Sin embargo, es más frecuente de lo que uno se imagina, especialmente en el ámbito de la política económica. De hecho, existe un sinnúmero de proyectos de ley, regulaciones y disposiciones gubernamentales que copian este plan al pie de la letra.

El ejemplo más claro y reciente es el del Salario Mínimo Vital y Móvil. El martes, el gobierno anunció que el mismo pasará de los 4.716 pesos mensuales de hoy a 5.558 pesos en agosto y a 6.060 pesos en enero del 2016, incrementándose 28,5%.

Por supuesto, la presidenta y sus ministros, así como las cámaras empresarias y sindicales, celebraron la medida. Es que, en su mente, la estrategia es tan sencilla como la de los gnomos de South Park:

 

  1. Decretar suba del Salario Mínimo Vital y Móvil
  2. ?
  3. Todos los asalariados cobran, como mínimo, 6.060 pesos

Uno no puede dejar de asombrarse de la creencia en estas recetas mágicas. Si todo fuera tan fácil como juntarse en una mesa a conversar y después firmar un decreto, ley o resolución ministerial, ¿por qué no ser más ambicioso? ¿Por qué no firmar un decreto para hacernos felices a todos, otro para garantizarnos un clima más cálido en invierno y otro para que ningún argentino vuelva a padecer una enfermedad

Claramente, el problema no es la falta de voluntad y demagogia (que sobra), sino que realmente las cosas no son tan fáciles.

Por empezar, el festejado salario mínimo está en una constante lucha contra la inflación, que lo deteriora mes a mes. Así, este ingreso, que creció 948% en términos nominales desde septiembre de 2004, sólo lo hizo en un 22,3% si se descuenta el efecto de la inflación. La imagen se vuelve más lúgubre si se analiza lo que pasó después de la implantación del “cepo cambiario”. Desde octubre de 2011, el monto nominal avanzó 105,0%, mientras que en términos reales el poder de compra del salario mínimo cayó 19,0%.

 

 

Por otro lado, hay pruebas de que, diga lo que diga el “Consejo del Salario”, eso no significa que tal vaya a ser el salario mínimo efectivamente percibido. De las propias estadísticas oficiales se desprende que el 40% de la población ocupada cobra por debajo del mínimo vigente. Esto se debe, por supuesto, a que muchos trabajan menos horas de las exigidas por la regulación en cuestión, pero gran parte de esta realidad está explicada por el empleo en negro, que alcanza al 32% de los trabajadores según datos oficiales.

Por último, como todo control de precios, el salario mínimo afecta al mercado de trabajo, generando desempleo, ya que crece la demanda por parte de los trabajadores, pero hay menos oferta debido a que los costos para las empresas son más altos.

Respecto de este tema, podría pensarse que, en realidad, eso no es un problema en nuestro país, cuyo nivel de desempleo está en 7,1%. Sin embargo, esa tasa es la segunda más alta de la región y hace cuatro años que la creación de puestos de trabajo en el sector privado es prácticamente nula.

 

 

Volviendo al inicio, el gobierno piensa como los gnomos de South Park. Cree que porque sanciona una nueva ley o firma un nuevo decreto, la situación económica mejorará. Sin embargo, esto no es lo que sucede. La fijación de un nuevo salario mínimo no garantiza un mayor poder de compra; no garantiza que efectivamente la gente lo percibirá y, además, genera un mayor nivel de desocupación en el sector formal de la economía.

Finalmente, para hacer que los salarios crezcan, no se necesitan nuevas leyes demagógicas, sino una política económica coherente, que estimule la inversión y el crecimiento del sector privado. En otras palabras, un cambio de rumbo profundo respecto de lo que se hace en la actualidad.

 

Publicado originalmente en Inversor Global (Argentina)
Sobre Iván Carrino

analista económico de la Fundación Libertad y Progreso (Argentina). Obtuvo su maestría en Economía de la Escuela Austríaca en la Universidad Rey Juan Carlos (España). Publica regularmente para el sitio web en español del think tank estadounidense The Cato Institute (Washington, D.C.), Inversor Global y otros medios.