INTERNACIONALES: HELLE C. DALE

Tras ataque suicida, Turquía pone a Twitter en la mira

La desconfianza del gobierno turco sobre las redes sociales está bien documentada...

26 de Julio de 2015
La desconfianza del gobierno turco sobre las redes sociales está bien documentada, de tal suerte que la reacción de Ankara tras el ataque suicida inspirado en ISIS del pasado lunes -y que costara la vida a 32 jóvenes turcos en cercanías de la frontera con Siria- no representó sorpresa. El gobierno clausuró Twitter temporalmente, en un intento por impedir que la carnicería fuera compartida. En tanto esta reacción está lejos de ser productiva, resulta típica de Turquía, luego de que el think tank Freedom House caracterizara a este país como 'No Libre', y cuya política de Internet ha sido calificada como 'parcialmente libre'.
 
Pero los turcos exhiben una razón para mostrarse conmovidos: la vulnerabilidad de su país de cara a ataques terroristas es muy clara. Un atacante suicida la emprendió contra un encuentro de jóvenes activistas que fogoneaban por envíos de ayuda a la localidad de Kobani (bajo control de ISIS), en tanto el ataque que dejara a una treintena de muertos es el más sangriento ataque terrorista desde 2003. El atacante fue identificado como un ciudadano turco de 20 años de edad que se involucrara con ISIS dos meses atrás. El incidente siguió a otro reciente ataque en la localidad de Diyarbakir en junio pasado, en la cual cuatro personas perdieron la vida.
 
Amén de la amenaza siempre presente, Turquía se ha mostrado ambivalente en su lucha contra ISIS. Temiendo un resurgimiento de los reclamos por un Estado kurdo si acaso ISIS es derrotado, Ankara falló a la hora de reprimir la oleada de simpatizantes de ISIS provenientes de Europa y los Estados Unidos en sus fronteras. En lugar de ello, el gobierno turco buscó suprimir el libre flujo de información en redes sociales, una réplica que congenia mejor con sus intentos por controlar a los medios de comunicación en el país.
 
De acuerdo con la agencia de noticias turca -Anadolu, controlada por el Estado-, Twitter solo fue bloqueado temporalmente por orden judicial. Se le pidió a la compañía que elimine 107 URLs con imágenes de la carnicería del reciente ataque terrorista, pero también había procedido a eliminar cincuenta de tales URLs. La agencia Associated Press informó que Twitter 'removió contenido malicioso, incluyendo discursos de odio, en línea con la orden de un magistrado'.
 
La respuesta turca sigue un patrón bien establecido. En abril pasado, una orden de un tribunal turco bloqueó Twitter y YouTube en el país, debido a que los sitios no habían removido contenido relativo a un escenario con rehenes en un tribunal de Estambul, evento que tuviera lugar el 31 de marzo. El año pasado, Ankara bloqueó ambos sitios web luego de publicarse grabaciones en audio que sugerían corruptela de parte de funcionarios turcos. El más alto tribunal de Turquía resolvió que la orden era inconstitucional.
 
Tras el episodio de la pasada semana, el Consejo de Prensa de Turquía -un grupo que nuclea periodistas- declaró que la interrupción de sitios web de los medios de comunicación era antidemocrático, visión que comparten los Estados Unidos de América y los gobiernos europeos. El grupo declaró: 'Carece de sentido clausurar completamente las plataformas sociales -que contienen miles de millones de piezas de valiosa información- para el empleo por parte del pueblo turco, por comprobarse la existencia de contenidos no apropiados'.
 
Lamentablemente, utilizar la lucha contra ISIS y otros grupos terroristas como excusa para imponer censura se ha convertido en una tendencia en algunos de los regímenes menos democráticos del globo. A la hora de considerar el contexto más amplio, que hace al libre flujo de información y los derechos humanos, este impulso debe ser resistido.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en: http://dailysignal.com/2015/07/24/reeling-from-suicide-bombing-turkey-targets-twitter/

 
Sobre Helle C. Dale

Es Analista Senior en estudios de Diplomacia Pública, para la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Desarrolla trabajos relacionados con instituciones y programas del gobierno estadounidense que hacen a la relación con terceros países y diplomacia tradicional, y elementos críticos en la guerra de ideas contra el extremismo violento. Previamente, se desempeñó como Editora en el periódico The Washington Times.