ECONOMIA & NEGOCIOS: MAXIMILIANO BAUK

Argentina: condenados por la costumbre

Increíblemente, la fórmula Scioli–Zannini figura hoy primera en las encuestas de cara a las próximas elecciones...

06 de Julio de 2015
Increíblemente, la fórmula Scioli–Zannini figura hoy primera en las encuestas de cara a las próximas elecciones presidenciales -de acuerdo a encuestadoras de opinión. Sorprendente realmente, teniendo en cuenta que, tanto los mismos candidatos como la presidente, aclararon que es ésta la fórmula continuadora del modelo kirchnerista, el cual, luego de 12 años gobernando, nos dejan en la situación que padecemos actualmente.
 
El problema parece ser que los votantes desconocen cuál es efectivamente nuestra realidad, y lo que creen conocer de ella es lo que desinforman los medios oficialistas o la TV Pública, ciegamente adepta al poder, en donde las gerencias se encuentran ocupadas por personas de La Cámpora y el salario promedio duplica al de medios privados. Claro está que esto no se debe a la productividad o eficiencia del canal, sino a que la fuente de donde los fondos es el bolsillo del contribuyente, que miran para otro lado siempre y cuando el fútbol continúe con esa extraña gratuidad que, paradójicamente, nos cuesta más de $1.500 millones anuales (US$164.000.000).
 
Aunque la primera conjetura parece probable, personalmente la descarto, conforme la realidad no puede ser ocultada, pese a los inconmensurables esfuerzos del gobierno al respecto, ya que esto equivaldría a intentar generar un eclipse con el propio dedo pulgar.
 
Mi tesis final radica en un lamentable conformismo argentino, donde todo mundo se ha acostumbrado al 'podría ser peor', donde el desempleo no es preocupante mientras el desempleado no sea uno mismo, donde no interesa si se coarta nuestra libertad de ahorrar en otra moneda cuando la nuestra pierde su valor en nuestras manos (si de todas maneras siempre contamos con un mercado negro en el cual refugiarnos), donde no nos preocupan los insoportables impuestos que nos obligan a trabajar más de la mitad del año para el Estado si de todas maneras ya encontraremos la forma de evadirlos, en dónde parece cosa de ilusos intentar compararnos con países como Canadá o Australia que hasta hace menos de un siglo hacían lo posible para convertirse en la potencia que nosotros éramos; en fin, en donde todos nuestros males no son para tanto, puesto que no vivimos en Europa, vivimos en Argentina.
 
Nuestra situación hoy no es algo normal ni mucho menos algo pasable, es lisa y llanamente paupérrima. Literalmente, la Argentina está en ruinas; ocupa el podio en los más vergonzosos ránkings, solo superados por nuestro estratégico aliado, Venezuela; citemos a algunos de ellos para hacer memoria: somos el segundo país con más inflación del planeta, estamos penúltimos en 'clima de negocios', ocupamos el segundo lugar en el ránking de países que más desdichas provoca a sus ciudadanos -guiándonos por el World Misery Index elaborado por Steve H. Hanke-, y somos por si ello fuera poco, la segunda economía más miserable del mundo según el Indice de la Miseria 2015 elaborado por Bloomberg.
 
Los índices citados fueron escogidos por ser tenidos en cuenta por quienes poseen capital disponible para invertir -conforme nadie arriesgará su patrimonio en un país en dónde no sea posible realizar un cálculo económico de tan solo seis meses debido a la inflación, en donde no se pueda utilizar la moneda más conveniente para las transacciones, ni donde el respeto a la propiedad privada se ve constantemente amenazado, razón por la cual no solo los capitales extranjeros no se instalan aquí, sino que los locales también escapan a destinos más confiables. Como es lógico, a partir de la fuga de capitales, también se produce la fuga de empleos, mejores salarios y, desde luego, una mejor calidad de vida.
 
Cada año, se responsabiliza a los políticos por los males del país. Pero en esta oportunidad, habrá que convenecerse de que la culpa es de los propios ciudadanos, por acostumbrarse al fracaso y por tomarlo como natural. Por el desinterés en el progreso y por el castigo autoinflingido, que también abarca a las próximas generaciones, sumergidas también en el subdesarrollo económico, político y social.

 
Sobre Maximiliano Bauk

Es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (Argentina). Sus artículos son publicados regularmente en el sitio web en español del Instituto Cato, Washington, D.C., Estados Unidos.