ECONOMIA INTERNACIONAL: HERNAN BÜCHI

Chile: ¿fantasmas o realidades?

Para proyectar el futuro de la economía chilena hoy, lo más importante es considerar hechos de índole política...

17 de Junio de 2015
Para proyectar el futuro de la economía chilena hoy, lo más importante es considerar hechos de índole política: el cambio de gabinete y el discurso del 21 de mayo.
 
No es que falten noticias relevantes en el ámbito económico mundial. Un buen resumen quizás sean las opiniones recientes del ex presidente de la Fed, Ben Bernanke, en su visita a Corea del Sur. El alza en las tasas de interés que los mercados esperan en EE.UU. antes de fin de año indicaría que la economía estadounidense está sólida. Es posible que el inicio del proceso de alza después de tanto tiempo en tan bajo nivel genere alguna volatilidad, pero no sería problema para países con fundamentos sólidos. Respecto de la desaceleración de la economía china, descarto un aterrizaje forzoso. Las tasas de crecimiento de 10% o más no son sostenibles, ya que se basaban en inversión en plantas y equipos con una fuerte orientación exportadora. Al enriquecerse el país y ser más relevante su tamaño en la economía mundial, ello deja de ser viable. Se está ante un acomodo necesario.
 
Si bien no se refirió a Europa, ésta muestra señales de un renovado dinamismo, y aún sin éxito en la negociación entre Grecia y la Unión Europea para destrabar el financiamiento, el peor desenlace no debiera generar más allá de una volatilidad temporal y malas noticias para los griegos.
 
Esas posibles volatilidades no debieran ser un problema mayor en Chile por sus cimientos macroeconómicos, aunque una tasa de interés más elevada y un probable menor precio del cobre son aspectos que pronostican mayores dificultades a futuro y requieren decisiones concretas para enfrentarlos.
 
Obviamente, Bernanke no se sintió obligado a sintetizar lo más relevante de la economía chilena, pero usando su lógica de grandes trazos, podemos decir que decepciona el crecimiento del primer trimestre, 2,4% en 12 meses, a pesar de la leve tendencia positiva en la evolución trimestral. Desde un piso muy bajo hay un repunte en la inversión, pero el consumo sigue lento y el empleo débil.
 
Fueron la política expansiva fiscal y principalmente la monetaria las que seguramente nos evitaron una recesión. Sin embargo, la inflación y sus medidas subyacentes muestran que no queda espacio para esta medicina. Un gasto público creciendo al 10,3% real como en el primer trimestre no puede potenciarse más, y el nuevo ministro de Hacienda parece entender esta realidad. Ello nos deja entonces una economía con un crecimiento magro del orden del 3%. Nuestros líderes aún no aquilatan su gravedad. Un frágil ritmo de progreso, sin el beneficio del alza del cobre como a partir del 2006, es absolutamente incompatible con las aspiraciones y exigencias que expresa la ciudadanía y que el mismo liderazgo político del país impulsó y sigue alimentando. La retroalimentación de la decepción y la molestia ciudadana a través de su expresión política traerán impactos cada vez más negativos en el crecimiento. Urge que los responsables actúen moderando las expectativas, e iniciando un camino concreto que vuelva a enfatizar la capacidad de crear bienestar vía mayor inversión, productividad y generación de empleos.
 
Es por ello que las noticias más relevantes para la economía podrían ser las novedades políticas recientes. ¿Intentará y podrá el nuevo gabinete cambiar el rumbo de sus políticas en la dirección descrita? No se necesita todavía un giro dramático como el de la mandataria brasileña. En su anterior periodo, Bachelet nos legó su impronta con decisiones que hipotecaron el futuro, como el Transantiago, con déficits crecientes y sin mejoras en el servicio o las pesadas responsabilidades previsionales, pero no intentó, como lo hizo en estos meses, destruir la base del progreso. Marcar su sello ideológico sin demoler todo persiguiendo la utopía de un país nuevo aún está a su alcance.
 
Las nuevas autoridades deben dejar claro que comprenden que para ello se requieren acciones concretas. No es tan simple como convencer a los ciudadanos que estaban viendo fantasmas y que despertándose de su sueño todo se compondrá.
 
El impacto del alza violenta de impuestos es real y fue agravado por la politización del Servicio de Impuestos Internos (SII) forzando tipos penales en el tema del financiamiento de precampañas y campañas, situación permitida por el mundo político en lugar de asumir sus responsabilidades, que, de haberlas, serían exclusivamente políticas, y no penales. La mezcla de un agresivo aumento de impuestos, leyes tributarias intrincadas y un SII politizado con excesivas facultades persecutorias es explosiva.
 
La trayectoria creciente de considerar a las empresas, núcleo esencial del progreso, como instituciones a las que hay que atacar en lugar de facilitarles mejoras de productividad e inversión, permea en demasiadas normas nuevas, reinterpretaciones de las antiguas e iniciativas en trámites, como la del Sernac (Servicio Nacional del Consumidor), cambios a la libre competencia y modificaciones laborales. Un nuevo rumbo necesita bastante más que una ingeniería de detalle de algunos aspectos.
 
Aunque el discurso del 21 de mayo en el que la Presidenta moderó la idea de reformar la Constitución —incluso avasallando las reglas vigentes, como insinuaron miembros de su coalición— pudiera interpretarse como un intento de poner paños fríos a las incertidumbres y desconciertos, es imposible que esta propuesta no penda como una espada de Damocles. No es difícil pronosticar que, de concretarse, su contenido tendrá el mismo signo de los vistos en el continente recientemente. Las consecuencias inevitables serán menor respeto a las minorías, a la propiedad, y mayor populismo denigrante para los ciudadanos.
 
Los seres humanos somos optimistas por naturaleza, y anhelamos que la realidad evolucione bien. Los agentes económicos chilenos no son una excepción, y hoy le dan el beneficio de la duda a un ministro de Hacienda al que reconocen capacidad técnica y a uno del Interior que perciben como medido. Pero esa buena voluntad es insuficiente si no comprenden que no se trata de alejar fantasmas, sino de acciones concretas que cambien la realidad.

 
Sobre Hernán Büchi

Es ex ministro de Economía y Finanzas de la República de Chile. Publica regularmente en el diario El Mercurio. Sus artículos también pueden consultarse en el sitio web en español del Instituto Cato.