INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI

¿Cómo fue asesinado Osama bin Laden?

Algunos podrían argumentar que conocer exactamente cómo fue asesinado Osama bin Laden no interesa realmente...

21 de May de 2015

Algunos podrían argumentar que conocer exactamente cómo fue asesinado Osama bin Laden no interesa realmente. Otros dirán que bin Laden aún sigue vivo, lo cual, acaso, demostraría la persistencia de leyendas urbanas relacionadas con conspiraciones que, supuestamente, involucran al gobierno estadounidense. El asesinato de JFK tiene a la lomita [grassy knoll] y al segundo tirador, sumados a la mafia, la CIA y a conexiones cubanas, así como también la prerrogativa de la participación norvietnamita. El 11 de septiembre de 2001 trajo el misterio del derrumbe del edificio número siete. Más reciente aún, la Guardia del Estado de Texas fue movilizada a los efectos de monitorear un ejercicio militar de entrenamiento, porque se rumoreaba sobre la existencia de un complot para imponer la ley marcial. La demonización de Washington, en la forma de una gigantesca conspiración, siempre ha sido un buen negocio.

La muerte de bin Laden ha quedado en la memoria colectiva a partir del film patrocinado por la CIA 'Zero Dark Thirty' (en español, La Noche Más Oscura), de un libro de Peter Bergen, de numerosas filtraciones y partes de prensa de la Casa Blanca, y por infinitas recolecciones de participantes, incluyendo a la oficial de la CIA que rastreó a bin Laden, y al uniformado de los Navy SEALs que, según se dice, efectuó los disparos que pusieron fin a su vida. La contribución más reciente al oeuvre es el informe de un ex Director Adjunto de la CIA y apologista de la tortura, Michael MorellThe Great War of Our Time: the CIA’s Fight against Terrorism from al-Qai’da to ISIS (La Gran Historia de Nuestro Tiempo: el Combate contra el Terrorismo, desde al-Qaeda hasta ISIS).

Invariablemente, los más grandes relatos que no cuajan, suelen ser revisados conforme la memoria se hace cada vez más débil y, al estilo de Rashomon, frecuentemente van decolorándose cuando el narrador se sienta delante de los eventos que iban desarrollándoseObama team, Osama bin Laden. Y luego están los escépticos, que ponen el foco en las inconsistencias, y superponen sus propias explicaciones. Un número de artículos y blogs han cuestionado los detalles de la narrativa estándar sobre bin Laden. Un atractivo relato de R.J. Hillhouse en agosto de 2011 desafió los aspectos centrales del relato oficial, y se ha registrado un informe corroborativo de parte de la reputada corresponsal del New York Times, Carlotta Gall. El escéptico más reciente en Estados Unidos en lo que hace a bin Laden es el periodista investigativo de primera línea, Seymour Hersh. En un extenso artículo publicado en el London Review of Books, Hersh proporciona una fascinante narrativa sobre el homicidio de bin Laden, que contradice el relato ofrecido por el gobierno federal. Un vocero de la Casa Blanca -de manera inmediata- se apersonó para calificar el relato de Hersh como 'carente de fundamento', mientras que Morell lo tildó de 'totalmente equivocado', mientras que Bergen lo describió como 'un fárrago de sinsentido'.

Sy Hersh cree que la versión oficial, que reza que bin Laden fue descubierto en Abbottabad luego de que uno de sus correos fuera rastreado, es errónea. En lugar de ello -afirma Hersh-, la fuente de información fue un oficial de inteligencia paquistaní que recibió un pago tan grande como US$ 25 millones. El autor tambien declama que las cabezas del ejército de Paquistán y su servicio de inteligencia (ISI, Inter-services Intelligence) sabían del raíd previo a que éste tuviera lugar, y que estuvieron en capacidad de facilitar la incursión americana. Un oficial de inteligencia paquistaní participó de la operación, luego de que un doctor del ejército de ese país obtuviera evidencia -en forma de prueba de ADN- que certificaba la presencia de bin Laden, convenciendo a la Casa Blanca a autorizar el ataque. La Administración Obama, sin embargo, afirma que el ataque fue completamente unilateral y que Paquistán nada sabía sobre él.

La versión de Hersh también expresa que bin Laden se encontraba bajo arresto domiciliario por parte del servicio de inteligencia paquistaní durante cinco años, y que estaba desarmado cuando el equipo estadounidense arribó con instrucciones de eliminarlo. Su estadía en Paquistán había sido financiada secretamente por el gobierno saudita, que no lo quería libre. No se registró un tiroteo, fuera del ejecutado por los Navy SEALs. Una historia de cobertura, elaborada tras el ataque por la Casa Blanca y por funcionarios paquistaníes, que declaraba que bin Laden había sido ultimado en un ataque con drones en Afganistán, fue desechada cuando Obama -por obvias razones- decidió hacer el relato público en la noche del incidente, traicionando la confianza de generales de Paquistán.

El relato de Hersh y la réplica del gobierno en su conjunto elevan un número de cuestionamientos que pueden ser examinados en base a la factibilidad de cada historia y las consideraciones potenciales de seguridad que podrían haber influenciado la narrativa oficial -ésta, a su vez, condensó el evento para que fuera explotado para provecho político, en tanto se protegían fuentes y métodos. Lo que es interesante, es que la cadena americana NBC News salió al aire con su propio informe, un día después de que el artículo de Hersh se publicara, confirmando con sus propias fuentes que un funcionario paquistaní 'ayudó a Estados Unidos a hallar a bin Laden, y que la ayuda no provino de un correo'. A continuación, el artículo se retractó, citando también un informe de la New York Times Magazine de Carlotta Gall, que afirmaba que el servicio de inteligencia paquistaní, ISI, contaba, en rigor, con una oficina especial cuya misión era esconder a bin Laden.

En cualquier caso, conozco a Sy Hersh desde hace más de quince años, y tengo un gran respeto por él como periodista. Estoy en conocimiento de los modos en que ordena cuidadosamente su información, recurriendo a múltiples fuentes para muchos de sus artículos, y también sé que cuenta con una red de contactos de alto nivel en posiciones clave, distribuídos en las comunidades de Defensa, de inteligencia, y de seguridad nacional. Para su artículo sobre bin Laden, Hersh citó a tres fuentes anónimas en operaciones especiales y espionaje, a tres fuentes paquistaníes -que identifica por sus nombres-, y a un sinnúmero de fuentes paquistaníes NN. Creo conocer la identidad de, al menos, dos de sus fuentes en los Estados Unidos, las cuales son confiables y tienen acceso, mientras que una de sus fuentes anónimas podría ser Jonathan Bank, ex jefe de estación [station chief] de la CIA en Islamabad. Si Sy dice que alguien le reveló algo, en forma clandestina o anónima, estoy seguro de que certifica con precisión lo dicho, aunque ello no descarta necesariamente la posibilidad de que la fuente pueda, intencionalmente, desviarlo o, de algún modo, caer en el error.

Contra ello, el gobierno rara vez ha sido una fuente confiable de información precisa, aún teniendo en cuenta el raíd ejecutado en Siria el pasado fin de semana por la Fuerza Delta estadounidense, evento sobre el cual el Pentágono y un grupo de monitoreo británico difieren considerablemente. Algunas de las personas que más agresivamente atacan a Hersh nada saben sobre la muerte de bin Laden, contando sólo con los datos que la Casa Blanca y sus muchos voceros han proporcionado. Otros exhiben un interés oculto en repetir como loros la versión oficial, para listar libros que desean vender y pequeñas mentiras que preferirían seguir ocultando en las sombras. De todos modos, el asesinato de bin Laden fue una historia que benefició políticamente a la Casa Blanca, logrando que los detalles no comporten importancia.

La primera afirmación de Hersh, al respecto de que la fuente de la información fue un oficial de inteligencia paquistaní que acercó la información, es claramente plausible y, en rigor, tiene más sentido que el relato del correo -que registra inconsistencias en términos de quién, qué, cuándo y dónde. El caso de individuos que se apersonan in situ suele motivar desconfianza pero, al mismo tiempo, proporcionan datos críticos en operaciones de inteligencia. En este caso, la persona que acercó la información aprobó un examen de polígrafo, y proporcionó información significativa que fue corroborada. Si al hombre efectivamente se le compensó con dinero y éste se propuso mantener el contacto en secreto, una historia de cobertura sería necesaria para explicar cómo Estados Unidos se hizo de los detalles. Aquí es cuando hace su ingreso el relato del 'correo'.

El presunto rol del oficial de inteligencia paquistaní conduce, naturalmente, a la plausible presunción de que Paquistán tenía a bin Laden en control, en forma de prisionero. Entre los oficiales de inteligencia retirados que conozco, nadie cree que los paquistaníes no supieran de la presencia de bin Laden entre ellos, aunque existen grados de desacuerdo en relación a exactamente por qué bin Laden era retenido, y a lo que Islamabad pretendía hacer con él. Algunos especulan -como afirma Hersh- que los paks entrevieron un mecanismo válido, tanto para deshacerse de bin Laden como para obtener un satisfactorio quid pro quo por entregarlo a Washington. En cuanto a Hersh, los paquistaníes consideraban a bin Laden como un 'recurso' que podría ser canjeado en el momento oportuno, lo cual tiene sentido.

El hecho de que numerosos oficiales militares de carrera en Paquistán fueron informados sobre el raíd por venir no es tan digno de sorpresa. Los miles de millones de dólares que Washington ha proporcionado a los militares de Paquistán quedaron mayormente en control de la cabeza del ejército y por el jefe de ISI. Eso no los convertía necesariamente en agentes pagos por el gobierno de los Estados Unidos, pero ciertamente daría lugar a un sólido interés propio, a criterio de mantener funcional esa relación. Pudo pedírseles respetar la discreción y, desde luego, ocupaban la posición ideal para mitigar el riesgo que pudieren enfrentar los helicópteros estadounidenses al momento de su ingreso -si así les hubiese sido requerido.

Hersh apunta que, debido a la demora causada por el helicóptero de los SEALs estrellado, las fuerzas especiales americanas permanecieron en el terreno durante cuarenta minutos 'esperando por el bus', sin que policías, militares ni departamento de bomberos respondiera a los ruidos y las explosiones. La iluminación pública en ese área también había sido apagada. Y, en efecto, la Casa Blanca aún podía argumentar que se trataba exclusivamente de una operación americana, porque el gobierno civil en Islamabad -en desconocimiento de lo que sucedía- hubiese podido negar plausiblemente cualquier acuerdo con Washington. Hersh apunta que, en la conferencia de prensa ofrecida por Obama tras el asesinato, el presidente reconoció que la 'cooperación contraterrorista con Paquistán nos condujo hacia bin Laden y hacia el edificio donde se ocultaba', expresión que pudo haber sido lo suficientemente verdadera pero que, a la vez, exponía la asistencia recibida y ponía en riesgo a los generales [paquistaníes] que cooperaron.

Y luego está el rol de Arabia Saudita. Hersh afirma que Riad se hacía cargo de los costos de mantener a bin Laden, porque no querían que él le revelara a los estadounidenses lo que él sabía en relación al financiamiento de al-Qaeda por parte de los sauditas. Por su parte, los paquistaníes querían a bin Laden muerto como subcapítulo del acuerdo, de tal suerte que él no hablara de su detención de cinco años de duración, sin revelar este detalle a Washington.

Otras afirmaciones de Sy Hersh incluyen su desmentida sobre las 'bolsas de basura con computadoras y dispositivos de almacenamiento de información' confiscados por los SEALs, utilizados para defender la impostura de que bin Laden aún estaba a cargo de una vasta red terrorista. Pero existen pocas evidencias que sugieren que el equipo se llevara algo durante el raíd. Los documentos a la postre entregados por los paquistaníes fueron examinados, pero se confirmó su utilidad mayormente para describir el pasado de al-Qaeda.

En relación al tiroteo que podría no haber ocurrido, el relato del gobierno dio inicio con la afirmación de que bin Laden se encontraba armado y que se resistió utilizando a su esposa como escudo humano -fantasía clásica del Viejo Oeste y ideada por el entonces jefe de la Casa Blanca en temas de terorismo, John Brennan; aunque eventualmente se concedió que el líder terrorista estaba armado y en soledad. En su reporte [debriefing] inicial, el equipo SEAL -según se dice- no hizo mención a ningún tipo de resistencia en el complejo. Los participantes militares en el raíd fueron, a continuación, forzados a poner su firma en formularios de confidencialidad, amenazándoselos con reprimendas civiles y juicios para cualquiera que discutiera la operación ya fuera en forma pública o privada.

Finalmente, ¿qué sucedió con el cuerpo de bin Laden? El plan original era aguardar una semana y anunciar que bin Laden había sido literalmente volado en pedazos por un avión no tripulado, pero tal iniciativa fue detenida por el presidente estadounidense Obama, que vio la oportunidad para anotarse puntos políticos. No existe evidencia de que bin Laden fue lanzado al mar; ni fotos, ni testimonio de testigos a bordo del [portaaviones] USS Carl Vinson, y no existe bitácora de navío alguno que lo confirme. Dos de las fuentes de Hersh están convencidas de que el lanzamiento al mar nunca tuvo lugar, y de que los restos remanentes tras ser bin Laden despedazado por las balas fueron entregados a la CIA para que se ocupara de ellos. Estas personas entienden que el lanzamiento del cadáver al mar remite a una historia pobremente ingeniada para deshacerse del cuerpo y para ahorrar preguntas incómodas sobre cualquier error en la identificación del terrorista.

Así es que, ¿por qué creo que la versión de Hersh es correcta? Entiendo que un oficial de inteligencia paquistaní se acercó y proporcionó la información sobre cómo bin Laden y los paquistaníes en efecto lo retenían bajo arresto domiciliario, probablemente en connivencia con los sauditas. No estoy completamente convencido de que generales de carrera en el ejército de Paquistán convinieron con los Estados Unidos en el ataque, aún cuando Hersh desarrolla un caso bien matizado, y el indiscreto comentario de Obama se presenta sugestivo. No creo que ningún material de inteligencia con un mínimo de valor potable fuera recogido del sitio, y pienso que los relatos sobre el tiroteo fueron exagerados. El lanzamiento del cadáver de bin Laden al mar parece, en efecto, remitir a una historia de cobertura armada con premura. Y, sí: sí creo que Osama bin Laden está muerto.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://www.theamericanconservative.com/articles/how-was-bin-laden-killed/ | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.