POLITICA: MARIANO ROVATTI

La hora de la polarización

Las últimas encuestas y los realineamientos en la oposición y el gobierno anticipan...

18 de Marzo de 2015

Las últimas encuestas y los realineamientos en la oposición y el gobierno anticipan un escenario de polarización, en donde el eje del conflicto estará centrado en lo institucional, postergándose el debate económico-social para el año 2016, una vez asumido el nuevo gobierno.

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El próximo-pasado fin de semana, la convención radical fijó el nuevo rumbo del centenario partido, aprobando un acuerdo electoral con el PRO y la Coalición Cívica. Más allá de los comentarios que han circulado sobre cómo Ernesto Sanz obtuvo la mayoría necesaria, es de destacar que –una vez más- la UCR es el único partido político argentino que funciona como tal, y que solucionó uno de los problemas que la aquejó en los últimos años: la falta de liderazgo. Luego de fuertes debates, los radicales votaron, tomaron una decisión y consolidaron la conducción del senador mendocino.

A su vez, quedaron a un lado las posturas de Julio Cobos, Gerardo Morales y Ricardo Alfonsín, que buscaban un acuerdo mayor, que incluyera a otros sectores, principalmente al Frente Renovador y los partidos del extinto UNEN. La decisión de excluirlos Macriimplica además, una definición ideológica, que orienta al radicalismo en un espacio ubicado desde el centro hacia la derecha.

Esto favorece un proceso de unificación de la oposición no peronista, habilitándola como una alternativa de poder, aunque arranca con la limitación de un techo electoral del 40%.

Quizás por ello, Mauricio Macri fue dejando atrás su retórica antiperonista, acompañando ese cambio discursivo con la incorporación de Carlos Reutemann a sus filas. Desde 2003, en todas las elecciones presidenciales, la suma de votos de las listas que se decían justicialistas superó el 60% del total.

Frente a ese proceso de unificación, del lado peronista se produce todo lo contrario, una profunda fragmentación.

El mismo fin de semana, un grupo de congresales del PJ no kirchnerista se autoproclamó como congreso normalizador del partido –cuyas autoridades tienen sus mandatos caducos- y eligió una nueva conducción, encabezada por Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero y Ramón Puerta, entre otros. La movida tendría el visto bueno de la Jueza Federal María Romilda Servini de Cubría, que –a pesar de ello- no envió los veedores prometidos al encuentro. Una decisión favorable de la Justicia para el PJ no K, sería coherente con el momento político de confrontación entre ella y el kirchnerismo.

La maniobra tiende a ofrecer un ámbito neutral a un posible entendimiento entre Daniel Scioli y Sergio Massa, ya sea para que compitan entre sí en las PASO, o para que el primero vaya por la presidencia y el segundo por la gobernación, como propone Eduardo Duhalde.

La posibilidad de ese acuerdo aún está muy verde, pero hay referentes dentro de ambos ámbitos que trabajan para ello. Entre ellos, varios intendentes del conurbano, que temen una derrota local en sus distritos si se consolida la fragmentación peronista. La Carriópresión que puedan ejercer en ese sentido puede torcer la voluntad de sus propios jefes políticos.

Tal como dijimos en nuestra anterior presentación, el gobierno puede intentar suspender las PASO y nominar a dedo a Florencio Randazzo, dejando afuera a Scioli. El nuevo PJ podría resolverle ese problema al gobernador.

También dentro del gobierno ha comenzado una tendencia a la dispersión, a partir de las señales claras de la Presidenta a favor de Randazzo, quien aparece como el desafiante más encumbrado frente al Ernesto Sanzgobernador Daniel Scioli, dentro de la interna del Frente para la Victoria. Detrás, siguen caminando sin bajar sus candidaturas Sergio Uribarri, Agustín Rossi, Julián Domínguez, Jorge Taiana y Aníbal Fernández.

La confección de las listas mendocinas y la posterior salida de Juan Carlos Mazzón de la órbita oficial marcan que la ruptura del PJ y el cristinismo ya es una realidad. Políticamente, la Presidente terminará su gestión rodeada sólo de sus más acérrimos seguidores. La estructura de gobernadores, intendentes, legisladores y sindicalistas del PJ va yéndose en busca de otro liderazgo que les permita –por lo menos- la supervivencia.

Para el Frente Renovador, lo que va del 2015 no ha sido su mejor momento. A la partida de Reutemann, se le suma la de Gustavo Posse en la Provincia de Buenos Aires, y las dificultades para ofrecer una alternativa poderosa en la Capital Federal. En este distrito además, algunos de sus referentes políticos y sindicales pasaron a formar parte del equipo de Gabriela Michetti.

A fin del 2014, se percibía un escenario de triple empate entre Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. A éstos dos últimos les convenía sacar del medio al ex intendente de Tigre, que –por su ubicación en el arco político- le ganaba en el ballotage a cualquiera de los dos, por ser el más apto para captar los votos del tercero.

Tras la muerte de Alberto Nisman, y el endurecimiento del clima político estimulado por el gobierno, se percibe un creciente proceso de polarización.

La generación de estos contextos es independiente de la voluntad de sus protagonistas. Ellos no eligen el clima de la confrontación, sino que es al revés. Y, en un clima de polarización in crescendo, la moderación puede convertirse en tibieza. En un contexto de Sergio Massaestas características, el liderazgo se construye con actitudes y posicionamientos claros y definidos más allá del tono de voz y la coloración de los discursos.

En 2013, Martín Insaurralde se empezaba a acercar a Sergio Massa en los sondeos, cuando éste viró su posición, haciéndola claramente opositora al gobierno de Cristina Fernández. Allí sacó la ventaja para la victoria en las PASO, que estiró en la elección general.

Toda polarización se desencadena en torno a un eje. En 2015, el conflicto político está centrado en lo institucional: la batalla entre el gobierno y la Justicia es la pelea de fondo del momento, ya que aquélla tiene en sus manos la posibilidad de juzgar y encarcelar a la Presidente, y sus allegados políticos y familiares.

También forman parte de este combate todo lo relacionado a la batalla con la Justicia: los múltiples hechos de corrupción, la muerte del fiscal Nisman, la aplicación de la ley de medios, y el inminente procesamiento del Gral. César Milani por presuntas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

El eje económico-social quedará como conflicto para el 2016, una vez que haya cambiado el gobierno. La nueva gestión deberá pagar la fiesta actual, en el que todo es pateado para adelante por el actual gobierno. El acuerdo con China le da el oxígeno para llegar con las variables económicas más o menos controladas a fin de año, dejándole al futuro Presidente la amarga tarea del ajuste, fuente de impopularidad y conflictos. El debate político del 2016 estará dominado por la inflación, la recesión, el desempleo, la baja de salarios, el atraso cambiario…y la decepción que generará la dificultad en resolverlos.

Debido a esta razón, aquellos candidatos que asuman el conflicto del 2015 serán los que tendrán chances para la victoria. El conflicto del 2015 será el contexto de la elección, y no el del 2016, que será el marco de la gobernabilidad.

Las encuestas son una fuente de información para tomar decisiones estratégicas, pero no son la única de ellas. En los sondeos de opinión, el público responde en términos políticamente correctos y aportan datos sobre una fuente de poder –la opinión pública- Sciolique además, tampoco es la única.

El verdadero líder se anticipa a los acontecimientos, y su visión va más allá de la foto que le muestra una encuesta. Es verdad que la inseguridad y la inflación están al tope de las preocupaciones, pero ambas tienen que ser consideradas por el líder dentro de un sistema que las condiciona.

A lo largo de estas semanas, irán clarificándose aún más los ejes de la confrontación, y quiénes son los actores políticos que se mantendrán a la altura de las circunstancias.

 
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