POLITICA: MATIAS E. RUIZ

La 'fantasía K': un perfil psicológico sobre Cristina Kirchner

La primer mandataria padece un trastorno Narcisístico de Personalidad grave...

18 de Febrero de 2015
La primer mandataria padece un trastorno narcisístico de personalidad grave, con componentes megalómanos extremadamente acentuados, con sus correlativos elementos paranoides propios del cuadro patológico de referencia. Estas configuraciones y estructuras psíquicas han recibido diferentes nombres: Trastornos narcisistas de la personalidad, patologías de la identidad, personalidades infantiles, síndrome de narcisismo maligno -entre otros.

Conforme refiere el Retrato de Narciso (aspiración narcisista): 'Ser único, todopoderoso por el cuerpo y por el espíritu encarnado en su verbo, independiente y autónomo no bien lo desea, pero del que dependen todos los demás sin que él se sienta portador del menor deseo para con ellos […], una figura de lo mismo, de lo inmutable, lo inmortal y lo intemporal' (Green, Elmer y col. 'Psychophysiological Training for Creativity').
 
Las diferentes formas clínicas del trastorno narcisista comparten una serie de rasgos en común, a saber:
 
-Investimiento libidinal de la propia imagen;
-Problemática centrada en el sí mismo, preocupación constante por la definición de la propia identidad y la estima que la imagen de sí pueda merecer ante los otros y ante sí mismo;
-Angustia constante, centrada en la ubicación de esos resultados interaccionales con los otros, en términos de responder a un Yo Ideal o  al absoluto opuesto, el negativo del Ideal;
-Alteraciones en la percepción y en la configuración de una imagen del propio cuerpo;
-Frecuentes temores hipocondríacos;
-Reiteración en la demanda de modos primarios de vínculos;
-Ansiedades vinculadas con objetos sexuales parciales, pregenitales, a menudo integrados en fantasías perversas (oralidad, anal retentivo, conductas expulsivas evacuativas);
-Pensamiento confusional prevalente, correlativo de las modalidades de vínculo infantil preservadas como predominantes hasta edades adultas;
-Estados depresivos frecuentes. Fondo depresivo constante;
-Dificultad para el registro y la comprensión empática de la conducta y los motivos de los otros, lo cual conlleva perturbaciones en la esfera social;
 
Las alteraciones citadas posicionan y colocan al sujeto en un clima de ataques, conforme cada capítulo de confrontación con el mundo lo pone en tela de juicio, de forma radical.


Neurosis Narcisista desde el punto de vista del Psicoanálisis

Resulta de suma importancia diferenciar el narcisismo normal adulto (regulación normal de la autoestima) de la patología narcisista que, a su vez es, o bien infantil o una patología de inversión de la relación objetal dominante, y, por último, la patología de la personalidad narcisista -la padecida por CFK en opinión de expertos.


La personalidad Narcisista de CFK

Sería el grado más elevado y grave de patología narcisista, en virtud de que tales síndromes remiten a la psicología de masas y fenómenos de grupo. Los sujetos portadores de esta estructura psíquica no han logrado integrar ese Yo normal (como parte de la definición de narcisismo normal) sino a base de grandes conflictos entre amor y odio, derivados todos de una condensación entre conceptos y vivencias preedípicas y edípicas, con un elevado predominio de agresión preedípica. Como tampoco han logrado Cristina Kirchner, biometricintroyectar representaciones integradas de objetos normales, por lo cual se mantienen estas profundas esciciones. A consecuencia y en tanto defensa secundaria, se configura un Yo 'Grandioso' Patológico, basado en la condensación de imágenes idealizadas de uno mismo y de objetos externos, lo que provoca efectos devastadores. Es un Yo patológico en constante peligro de impacto contra la realidad. Estos sujetos exhiben una tendencia a verse como regentes todopoderosos o 'Reyes del Mundo'; esto en relación con ellos mismos y en su juego de interacciones con el mundo externo.

Lo contrario y esperable sería que estos componentes idealizados de sí mismo y del objeto se integrasen en un Yo o Superyo que conjugue tanto las prohibiciones como las idealizaciones. Pero es en este estadío que nos encontramos también con patología de esta última instancia psíquica mencionada, lo cual trae aparejado como efecto la predominancia de estructuras agresivas persecutorias de este Superyo patológico que, a su vez, se proyectan; todo lo cual da lugar a la pérdida de la función normal de esta instancia de proteger el narcisismo normal (o yoico). En concreto, la dinámica psíquica se configuraría del siguiente modo: empobrecimiento de las representaciones de objeto y del mundo interno de los demás, absorción de los aspectos idealizados de los demás y la reproyección de lo indeseado, lo malo y persecutorio a objetos exteriores que, a su vez, son desvalorizados. Su autoestima fluctúa entre una grandiosidad habitual y quiebres repentinos en extremo profundos, con predominio de sentimientos de inferioridad subyacentes. El Yo patológico, grandioso, investido con libido -la cual en gran medida ha sido retirada de los objetos externos- defiende al sujeto contra la agresión, excepto cuando graves heridas narcisistas ceden terreno a estados de furia. En los casos más graves, debido a un deterioro más extremo del Superyo, se produce una infiltración del yo patológico con agresión. La causa común a estos desarrollos deriva en el predominio cuantitativo mucho mayor de agresión en los conflictos profundos inconscientes, una envidia tan exacerbada como destructiva, y un predominio de la emoción de odio como la estructura caracterológica mas profunda. A consecuencia de estos predominios, se tolera menos el Superyo prohibitivo (en extremo sádico), y se proyecta bajo el formato de tendencias paranoides. La agresión invade al Yo patológico grandioso y se produce una autoadmiración en cuanto a la agresión, esto es, una agresión egosintónica, un sadismo caracterológico, con el consiguiente y correlativo sentimiento de ausencia de temor a la muerte, herida, etcétera -posicionándose el sujeto por encima del conjunto de los mortales corrientes.

Manifestaciones de patología del superyo (manifestaciones de un Superyo de valores infantiles)
 
-Si se deprimen, caen en una desesperación profunda y primitiva;
-Tendencia a graves alteraciones del estado del ánimo;
-Tendencia a ver su 'superioridad' asegurada por la belleza física, lo hermoso y llamativo de sus vestimentas y a través de la posesión de joyas costosas y objetos brillantes, etcétera, en pos de conseguir la admiración de los demás y el reaseguro de ésta.

El narcisismo patológico está basado en la incapacidad de integración subyacente entre libido y agresión. En esta patología, nos encontramos con graves conflictos objetales tempranos, traumatización en la primera infancia, déficits en los vínculos primarios con los primeros otros significativos encargados de la crianza.

De acuerdo a otro experto de consulta, el concepto de neurosis narcisista es uno que, a raíz de su amplitud, abarca todo lo que tenga que ver con patología en la estructura del Yo; al tiempo que, dada su precisión metapsicológica (que le permite diferenciarse más claramente de las neurosis de transferencia), mantiene su vigencia dentro de la teoría psicoanalítica. Se incluyen aquí aquellos cuadros vinculados a una escisión en el Yo, mecanismo de defensa que altera la estructura de ese Yo y que sería característico de ciertas conductas asociales, así como de determinadas perversiones.

En las neurosis narcisistas, fracasa el Yo como mediador con el mundo externo, y emerge más inmediatamente lo cuantitativo -bajo la forma de angustia automática o traumática.

De acuerdo a Sigmund Freud, el narcisismo primario es un momento evolutivo de la sexualidad infantil, ubicado entre autoerotismo y la elección narcisística de objeto. En este momento, las pulsiones sexuales toman al yo como su objeto: lo 'catectizan'. A posteriori, describe al 'narcisismo secundario': las cargas de objeto los abandonan (a los objetos) y vuelven al yo (desinvesimiento de los objetos). Sería un intento (el narcisismo secundario) de explicar la megalomanía: este proceso -siempre según Freud- resulta de la consecuencia de la inundación libidinosa sufrida por el yo; la libido regresa a éste luego de abandonar a los objetos, y éste -frente a semejante inundación libidinal- se infla, se torna megalómano ('Se cree Napoleón', dirán algunos).

La megalomanía no sería otra cosa que un proceso defensivo, mediante el cual el yo intenta encubrir su sentimiento de insignificancia, su devaluación, su falta de amor por sí mismo.

Pareciera un esfuerzo desesperado por seguir siendo, adoptando una identidad grandiosa frente al peligro de dejar de ser, representando esto un fenómeno restitutivo. El haber recibido amor de los otros es condición indispensable para quererse a sí mismo. Conforme, para sentirse querido, es necesario haberse sentido querido por los objetos primordiales. Los individuos con patologías narcisísticas, no habiendo recibido reconocimiento ni reaseguro de que no se encuentran solos, de que son aceptados, queribles y valiosos, no han conseguido desarrollar un sentido de la seguridad, ni de autonomía, ni han podido trascender a los primeros objetos. Debido a lo cual continúan nutriendo situaciones de dependencia infantil que los conducen a la búsqueda permanente de aprobación, aplauso y reconocimiento por parte de terceros.

A los efectos de que el sujeto acceda a su propia subjetividad y de que consolide su autonomía, resulta crítico que la madre permita y auspicie la ruptura de la díada narcisista y reconozca al niño como diferente de ella.


Definición de Megalomanía desde la Psicología y la Psiquiatría

La megalomanía se exhibe asociada al poder. Es normalmente padecida por sujetos narcisistas con un concepto altamente elevado de sí mismos. Estos manifiestan comportamientos que rozan el delirio de grandeza y omnipotencia. Semejante alteración los lleva a filtrar la realidad y a sesgarla, mostrándose inflexibles a la hora de reconocer otro tipo de realidad. Muestran aplomo y seguridad en sí mismos pero, al analizarse en profundidad su personalidad y estructura psíquica, recurrentemente se observa que se trata de individuos con no pocas carencias y con un sentimiento de inferioridad o de vacío desde los primeros vínculos con los padres. En las personalidades narcisistas, suele detectarse que las relaciones con los padres en tanto primeros vínculos primarios carecieron de afectividad positiva. En estos casos, o bien los padres no están presentes, o bien son incapaces de interpretar y /o satisfacer las necesidades del niño.

La megalomanía incluso es estimada como un síntoma o expresión de trastornos de personalidad como el narcisismo, la psicopatía o trastorno histriónico. Este último empuja al individuo a una búsqueda recurrente de reconocimiento, y a ser el centro de atención. Emerge, asimismo, en el trastorno bipolar (estos sujetos no suelen estimar que tienen un problema). El carácter histriónico se aplica a la persona que actúa o habla gesticulando de manera exagerada, y marcando excesivamente su expresión. Pero también es una afección mental.

Las personas con trastorno de personalidad histriónica suelen demostrar sus emociones de manera exagerada. Se muestran ser vanidosas y egocéntricas, y se sienten incómodas cuando no son el centro de atención. Con frecuencia, son seductoras en apariencia y comportamiento, ya que les preocupa mucho no serlo. Buscan siempre a alguien que les tranquilice, que apruebe lo que hacen, aunque pueden irritarse cuando alguien no les atiende o adula. Suelen ser impulsivos y poco tolerantes.

A continuación, reproducimos en forma literal los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno narcisista de la personalidad:
 
A. Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), necesidad de admiración y carencia de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos contextos, conforme lo indican cinco (o más) de los ítems enumerados a continuación:

(1) un sentido grandioso de la propia importancia;
(2) preocupación por fantasías de éxito, poder, brillo, belleza o amor ideal ilimitados;
(3) creerse especial y único y que sólo pueden comprenderle, o sólo debería relacionarse con, otras personas (o instituciones) especiales o de elevado status;
(4) demanda una admiración excesiva;
(5) tiene una sensación de 'estar en su derecho', es decir, expectativas poco razonables de recibir un trato de favor especial o la anuencia automática con sus expectativas;
(6) tiende a la explotación interpersonal, esto es, saca provecho de los demás para lograr sus propios objetivos;
(7) carece de empatía: el individuo se muestra incapaz de reconocer o identificarse con los sentimientos y las necesidades de otras personas;
(8) a menudo, reserva sentimientos de envidia hacia los demás, o bien entiende que los demás le tienen envidia;
(9) presenta actitudes o conductas arrogantes o soberbias.


* Trabajo compilado y desarrollado en base a consultas a expertos en el terreno de la Psicología y la Psiquiatría. Análisis del discurso presidencial en formato de Cadena Nacional y otras declaraciones públicas. Incluye fuentes privadas, cercanas al circuito íntimo de la Presidente.

 
Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.