INTERNACIONALES: JORGE AZAR GOMEZ

Uruguay: José Mujica y Ahmed Sabatgold

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay debió admitir...

08 de Febrero de 2015
El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay debió admitir que tuvo lugar un incidente de proporciones con Ahmed Sabatgold, que se fue del país previo a que el gobierno en Montevideo reaccionara ante sus continuas provocaciones.

Se conoció, pues, de presencias sospechosas de vehículos merodeando en los alrededores de la embajada de Israel, de comentarios antisemitas compartidos a viva voz, de intromisiones en la política interna. Los nutridos antecedentes de Ahmed Sabatgold no alcanzaron para que la Administración Mujica reaccionase a tiempo y mostrara firmeza para limitar sus andanzas por la capital uruguaya. Cuando lo hizo -compelido por las pruebas que le presentara la propia embajada israelí hacia finales de 2014-, Sabatgold ya se había fugado del país.

Sabatgold tiene 32 años de edad, pero ello no le impidió tener accesos a contactos de máximo nivel en Latinoamérica: fue el hombre que ofició de traductor entre Hugo Chávez Frías y Mahmoud Ahmadinejad cuando éste era presidente y visitó Venezuela.

La presencia de Sabatgold en Montevideo era más que notoria: hablaba mal de los gobernantes locales -del presidente José Mujica incluído-, se relacionó con jóvenes a los que intentó convencer de seguir sus dictados e ideología políticos y no se privó de fomentar el odio a los judíos en cada reunión a la que se presentó.

A pesar de que el hecho que concentrara la atención internacional sería la amenaza de bomba del 8 de enero en el edificio WTC -donde se encuentra la sede diplomática israelí-, la fecha clave para entender la salida de Ahmed de Montevideo es el 24 de noviembre. Ese día, apareció un maletín vacío en la sede de la antigua embajada del Estado de Israel. En las cercanías, un automóvil diplomático merodeaba la zona. Funcionarios de la República Islámica de Irán aseguraron más tarde que se trató de una casualidad: Ahmed debía visitar a un médico, precisamente en esa zona de la ciudad.
 
La reacción gubernamental exhibió firmeza, pero fue tardía: recién el 10 de diciembre, tras tomar conocimiento de la cuestión a través de una filmación provista por la inteligencia israelí, el Ministerio de Relaciones Exteriores le comunicó a Irán que ello era 'inadmisible, y obligaría a Uruguay a adoptar medidas aún más severas si se dieran circunstancias semejantes en el futuro'. Teherán cerró la jugada con el calendario en la mano: sostuvo que Ahmed Sabatgold había culminado su período de trabajo asignado a Montevideo 72 horas antes y que ya no estaba en el país.

Sin embargo, el incidente del 8 de enero interpuso otro subcapítulo en la historia: ello sucedió cuando la policía debió hacer estallar un paquete sospechoso en el WTC, el segundo en menos de tres meses que roza una sede diplomática israelí. Puede que Ahmed ya no esté en Montevideo, pero la tensión, lejos de relajarse, sigue creciendo. Y el gobierno guarda silencio sobre los diez ciudadanos iraníes que, portando pasaportes apócrifos, arribaron a la República Oriental del Uruguay hace pocos días, permaneciendo en territorio nacional por espacio de 48 horas. Los iraníes provenían del vecino Brasil y prosiguieron rumbo a España. De acuerdo a fuentes de Madrid, los iraníes pidieron asilo político, y fue entonces cuando se corroboró que la documentación personal era falsa; los documentos tendrían procedencia israelí.

Mientras todo esto tenía lugar, el Canciller Luis Almagro (al-Magro, conforme es ahora conocido por sus detractores), declaraba ante el periodismo, sentenciando: 'Lea el comunicado; allí está todo claro. No hay que darle vueltitas al asunto; hacer eso está mal'.

Infortunadamente, lo que sobran son preguntas.



 
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