INTERNACIONALES: VALENTIN SCHMID | LA GRAN EPOCA

China busca comprar América Latina

Cuando se trata de China, todo es grande, especialmente los números. Ahora, China anunció...

10 de Enero de 2015
Cuando se trata de China, todo es grande, especialmente los números. Ahora, China anunció otro número grande: un programa de inversiones por U$S 250.000 millones en Sudamérica.
 
El problema con los números es que, por un lado, esconden muchas cosas; por otro, conducen a conclusiones que simplemente no son ciertas una vez que se las examina detenidamente.
 
Entonces sí, U$S 250.000 millones es un número relativamente grande, pero las inversiones –en su mayoría en la forma de préstamos y dinero para infraestructura– se repartirán en un periodo de diez años. De repente, se reduce a U$S 25.000 millones por año para todo un continente con un PBI en 2013 de U$S 5,7 billones, incluyendo el Caribe.
 
Desde otro punto de vista, los U$S 25.000 millones es un escaso 0,6 % del total de las reservas de moneda extranjera de China, y probablemente ni equivale a los intereses que recibe por su más de U$S 1 billón de letras del Tesoro. China sabe que debe diversificar esta enorme cantidad, y aprovecha cada oportunidad.
 
Por último pero no menos importante, comparando esta cantidad con otros países, Estados Unidos invirtió en Sudamérica U$S 22.600 millones solamente en inversión extranjera directa, lo cual no incluye los préstamos oficiales.


Estados necesitados
 
No hay dudas de que los sectores oficiales de los Estados sudamericanos de tendencia socialista necesitan dólares en efectivo.
 
Después de arruinar sus economías al nacionalizar y regularizar en exceso las industrias productivas, países como Venezuela y Ecuador están ansiosos por recibir préstamos por U$S 20.000 millones y U$S 7.500 millones, respectivamente. Préstamos para comprar cosas de Europa, EE. UU. y China.
 
Sus economías deficientes se mantenían a flote debido a los altos precios de las materias primas, los cuales ahora se derrumbaron –irónicamente, debido principalmente a una menor demanda de China.
 
Entonces, mientras las inversiones del sector privado de EE. UU. están retrocediendo, el sector oficial de la nación asiática está ocupando su lugar: quiere ganar influencia y asegurarse recursos naturales baratos (en su mayoría, petróleo) para cuando su economía vuelva a acelerarse.
 
Al comprarle a los Estados socialistas de América del Sur (especialmente Venezuela), China apuesta por un mercado que indica que el país tiene un 90 % de posibilidades de entrar en default en el próximo año. Está tomando el riesgo del que Occidente está huyendo, bastante similar a los Estados soviéticos satélites durante la Guerra Fría.


Rendimiento
 
Entonces, ante cada inversión que se hace, corresponde tener en consideración su rendimiento. Nadie en sus cabales le prestaría dinero a estos países en este momento en el que están al borde de la bancarrota y tienen un historial de desdeñar a inversores tanto privados como públicos.
 
¿Quizás China piense que, como es rica y poderosa, estos países no se atreverán a hacer lo mismo? Ese puede ser un punto, porque Sudamérica ya tiene un alto grado de dependencia en China, sea por dólares, importaciones o transferencia de tecnología.
 
Aunque países pequeños no tienen miedo de pelear contra China, que por otro lado tiene un historial de quemar dinero en inversiones extranjeras arriesgadas.
 
El American Enterprise Institute calculó que los U$S 250.000 millones de inversiones y construcciones chinas en el extranjero durante los últimos diez años han quedado truncas o fracasaron por razones no relacionadas a lo comercial, en su mayoría por disputas legales. Eso es un cuarto de todas las inversiones y los proyectos de construcción de China de la última década. Un número grande.

 
Sobre La Gran Epoca

Con sede central en Nueva York (EE.UU.) y publicado en formato online y ediciones impresas en 21 idiomas, La Gran Epoca (Epoch Times, en inglés) publica noticias sin censura sobre la República Popular China, con foco en las violaciones contra los derechos humanos de parte del gobierno de Pekín.