ECONOMIA INTERNACIONAL: MANUEL HINDS

El karma de la baja productividad en América Latina

La fuente primordial de riqueza es el conocimiento; éste, en tanto aplicado a la producción, potencia a los trabajadores para que devuelvan como resultado...

02 de May de 2014
La fuente primordial de riqueza es el conocimiento; éste, en tanto aplicado a la producción, potencia a los trabajadores para que devuelvan como resultado un alto valor agregado por sus salarios —es decir, para que tengan una alta productividad. Esto, a su vez, permite que las empresas paguen salarios altos y aún así sean rentables y acumulen capital. La revista británica The Economist publicó hace pocos días un artículo sobre el estancamiento de la productividad en Brasil con una gráfica similar a la adjunta. El problema, sin embargo, no sólo es de Brasil. Es de América Latina en su conjunto.
 
Como se observa en la gráfica, América Latina tiene dos problemas con la productividad. Uno, es que es baja con relación a la de los países desarrollados. El otro es que, con la modesta excepción de Chile, no ha estado aumentando en los últimos treinta años. Digo modesta porque, aunque claramente distinguible, no se compara con el crecimiento de la productividad de Corea (mostrado en la gráfica), Singapur y Hong Kong (no mostrados) que fueron los Productividadúnicos países que salieron del subdesarrollo en los últimos cien años. En rigor, Chile ha logrado empatar con México en el primer lugar de la región latinoamericana, pero ello representa apenas el 56 por ciento de la productividad de Corea y el 32 por ciento de la de EE.UU.
 
No pocos se sorprenderán por tres aspectos compartidos por la gráfica. Uno es que la productividad de Rusia es casi igual a la de Chile y México (apenas un poco arriba de la de Costa Rica, que no se muestra). El comunismo dejó a Rusia como una nación bien armada pero bastante subdesarrollada.
 
Otro aspecto es que Brasil exhibe la mitad de la productividad de México, y que apenas ha crecido en los últimos treinta años. Lo que resulta inexplicable es que, como resultado de un boom en productos primarios, tanta gente haya creído hace unos años que estaba a punto de convertirse en el motor de la economía mundial.
 
La tercera sorpresa es que la productividad de China es tan baja como la de Brasil. Sin embargo, está creciendo rápidamente y promete dejar atrás a América Latina en algunos años si ésta no despierta de su largo letargo —que The Economist, refiriéndose a Brasil, llamó 'la siesta de cincuenta años'.
 
En realidad, la 'siesta' no ha sido de cincuenta años. Por dos siglos, hemos sido la región que está a punto de desarrollarse. Pero eso no se ha logrado, debido a que aún no comprendemos que la base del desarrollo es la productividad, y que ésta se encuentra respaldada en el conocimiento. En lugar de asimilar este concepto, continuamos creyendo que la riqueza no requiere trabajo ni estudio sino sólo un milagro que haga que todos seamos ricos sin tener que trabajar.
 
Es la misma razón por la cual Latinoamérica no ha podido salir de la primitiva etapa de los caudillos que ha dominado su política desde la independencia. La idea es que un caudillo vendrá que hará que nos desarrollemos sin tener que trabajar. Hemos probado a cientos de ellos que nos han estafado al entregar dictaduras en vez de las riquezas que han prometido, desde Juan Manuel de Rosas y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia hace doscientos años en Argentina y Paraguay, a Anastasio Somoza, Juan Domingo Perón, Fidel Castro, Hugo Chávez, los Kirchner, Evo Morales, Daniel Ortega y similares en nuestros días, y todavía creemos que el siguiente aspirante a caudillo de verdad nos dará esa riqueza sin tener que educarnos y producir un alto valor agregado.
 
Nuestro karma es que vamos a tener que pasar de malos a peores caudillos, hasta tanto comprendamos cuáles son las verdaderas causas del desarrollo y dejemos a los caudillos en el ridículo, sitio donde debieron estar siempre.




Publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador)
 
 
Sobre Manuel Hinds

Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.