INTERNACIONALES | PUNTOS DE VISTA: GERMAN GORRAIZ LOPEZ

Hacia el panarabismo nasserista en Egipto

La inesperada victoria de Morsi en las elecciones egipcias del 2012 trastocó la estrategia geopolítica de Estados Unidos en Oriente Próximo...

09 de Enero de 2014
La inesperada victoria de Morsi en las elecciones egipcias del 2012 trastocó la estrategia geopolítica de Estados Unidos en Oriente Próximo, consistente en la pervivencia endémica en Egipto de gobiernos militares autocráticos prooccidentales objetivados en la manutención del tratado de paz de Egipto con Israel, (acuerdos de Camp David, 1979), para continuar la lucha contra las milicias yihadistas en el Sinaí y, en especial, para asegurar el acceso la armada estadounidense al Canal de Suez, atajo crucial para el acceso directo a los Emiratos Arabes, Irak y Afganistán.
 
La ingenuidad política de Morsi quedó plasmada en el nombramiento del general Al-Sisi como comandante general de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa (CSFA), con la esperanza de poder desinfectar el establishment militar egipcio de los virus patógenos inoculados durante la autocracia de Mubarak dado que, ya que en su etapa anterior, Al Sisi era el jefe de la temida inteligencia militar y era considerado como el miembro más "reformista" de la junta militar.
 
Sin embargo, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), previo a transferir el poder, aprobó una declaración constitucional complementaria en la que se preservaban las principales prerrogativas del ejército, como detentar el poder legislativo durante la Transición, una amplia autonomía para gestionar su presupuesto y la discrecionalidad para decidir sobre la declaración de guerra, por lo que su anulación por el Presidente Morsi encendió la luz verde para la asonada militar contra el Gobierno de los Hermanos Musulmanes.
 
Morsi jamás controló las palancas del poder en el país y sólo tenía un control nominal sobre el ejército, las fuerzas de seguridad o los servicios de inteligencia del Estado, por lo que negoció con Al Sisi la lealtad del Ejército a su persona -enrocado en la defensa de su legitimidad presidencial-, pero el CSFA ejecutó un golpe de mano virtual contra Morsi, al no encajar su proyecto islamista en la estrategia norteamericana en Oriente Próximo, golpe que contaba con el visto bueno americano, al haber dejado Mursi de ser un peón útil para la estrategia geopolítica estadounidense en Oriente Próximo. Formando parte de la nueva estrategia de Washington para la zona, tras el evidente fracaso del experimento de exportación del otrora régimen islamista moderado y pro-occidental de Erdogan a todos los países que componen el gigantesco tablero del mundo árabe-mediterráneo.
 
Recordar que, según el periódico Al Tharir, el general Sisi tendría "fuertes lazos con funcionarios de Estados Unidos tanto a nivel diplomático como militar, pues estudió en Washington, asistió a varias conferencias militares en la ciudad y participó en ejercicios conjuntos de guerra y operaciones de inteligencia en años recientes", pero las medidas de presión de la Administración Obama provocaron el desapego afectivo de al-Sisi tras reprochar a Obama que “Ud. abandonó a los egipcios, Ud. le dio la espalda a los egipcios y ellos no lo olvidarán”.
 
Recordar que el apoyo de la junta militar egipcia sería crucial para mantener el tratado de paz de Egipto con Israel, para continuar la lucha contra las milicias yihadistas en el Sinaí y en especial para asegurar el acceso al Canal de Suez, pues Egipto otorgaba a la marina americana paso expedito a través del Canal para la docena de buques de guerra que atraviesan mensualmente dicho canal. Así, Israel, Arabia Saudí, Qatar y demás aliados árabes de EE.UU. en el Próximo Oriente (con excepción de Erdogan), habrían presionado a Barack Obama y a la UE a no condenar el golpe de mano contra Morsi, optando por un nuevo Mubarak como mal menor ante la amenaza del islamismo surgido de las urnas.
 
Sin embargo, tras la cruenta represión del ejército egipcio contra los Hermanos Musulmanes, la Administración Obama anunció la cancelación del ejercicio bienal militar conjunto con Egipto, como medida de presión al gobierno interino militar para ceñirse al acuerdo del plan de transición democrático así como la posible revisión de la ayuda militar que concede a Egipto, estimada en 1.500 millones de $ anuales. Esto derivó en un vacío occidental que fue aprovechado por Arabia Saudí y Vladimir Putin para recuperar la influencia perdida en Egipto. 
 
Así, tras el golpe de mano contra Morsi, Egipto podría recibir una inyección económica de Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Arabes Unidos por un monto total de US$ 15.000 millones, como parte de la estrategia de las monarquías árabes del Golfo para anular la creciente influencia de Qatar como principal benefactor de Egipto tras la donación de US$ 5.000 millones al régimen de Morsi.
 
Por otra parte, la retirada estadounidense del portaaviones USS Nimitz y el destructor USS Graveley del Mediterráneo tras cancelar in extremis Obama el ataque contra Siria (Operación Free Syria) fue aprovechado por Putin para reforzar su flota en el Mediterráneo con dieciocho buques de guerra. Así, según la agencia Itar Tass, Rusia reforzará su base naval en el puerto sirio de Tartus con el objetivo de resucitar la extinta Flota del Mediterráneo (disuelta en 1992 tras la extinción de la URSS), cuya columna vertebral estará formada por la Flota del Mar Negro, la del Norte y la del Báltico (con el Varyag como buque insignia) y podría estar operativa en el 2015. Aunque la inestabilidad del conflicto sirio obligaría a Moscú a buscar una nueva alternativa para su base naval en suelo egipcio (Damietta o Port Said).
 
Egipto sería un país atormentado por su excesivo déficit energético y por las elevadas tasas de importación de cereales en una sociedad inmersa en la cultura del subsidio (alrededor del 30% del presupuesto del país está destinado a subvenciones), por lo que, en el nuevo escenario que se esboza, las necesidades de grano y de tecnología de Egipto podrían ser satisfechas en exclusividad por Rusia. Así, durante el mandato de Morsi, Egipto solicitó la ayuda técnica de Moscú para construir la central nuclear de Dabaa cerca de la costa mediterránea y desarrollar el reactor nuclear experimental de Inshas, a las afueras de El Cairo, así como la tecnología necesaria para explotar las minas de uranio del país, localizadas entre el Nilo y la costa del Mar Rojo. Rusia, a través de las empresas Lukoil y Avatec, ya tendría una importante presencia en los campos de petróleo y gas egipcio.
 
Por otra parte, según la agencia Cairo Press Review, los ministros de Exteriores y de Defensa de Rusia viajarán a El Cairo la próxima semana para conversaciones con sus homólogos egipcios sobre la venta de armas y las relaciones entre ambas naciones, preludio de la posible visita del presidente ruso Vladimir Putin a Egipto para logar de al-Sisi la concesión para instalar una base naval permanente en Damietta o en Port Said, base militar que otorgaría a Rusia el papel de gendarme del Canal de Suez y que tradicionalmente le fuera negada a EE. UU.
 
Recordar que el paso del Canal de Suez es considerado uno de los puntos más importantes para el comercio mundial, conforme transporta 2,6 millones de barriles de crudo al día (lo que representa casi 3% de la demanda mundial diaria de petróleo). Asimismo, es una ruta imprescindible para la armada estadounidense.
 
En el supuesto de que su control pase a manos rusas, la geopolítica norteamericana en Oriente Próximo y Medio quedaría totalmente hipotecada, y supondría un cambio geopolítico total en el complicado puzzle de Oriente Próximo, pasando Rusia a ser elemento referente y socio estratégico de Egipto y convirtiendo a Egipto en el portaaviones continental de Rusia, rememorando la política de Nikita Jruschov, instancia en la que Egipto era el principal socio de la URSS en la región y su presidente Nasser fuera condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética. 
 
Por su parte, al-Sisi sería partidario de restablecer el tradicional status del ejército en la vida socio-política de Egipto pero necesita implementar cambios democráticos que le otorguen un poder presidencialista con claros tintes autocráticos, siempre bajo el lema de defender “los intereses de todos los egipcios y no solo de un grupo social o religioso”. En tanto, de acuerdo al sitio israelí DEBKAfile, “se espera que al-Sisi se postule como candidato a la Presidencia para las próximas elecciones Presidenciales del 2014”.
 
En caso de ser elegido nuevo presidente de Egipto, el mencionado desapego de Sisi respecto a los países occidentales, aunado con el previsible fracaso de la enésima ronda de conversaciones de paz palestino-israelíes y la delicada situación económica en que se encuentra el país (empobrecido de iure y subsidiado de facto), podría hacer que Sisi enarbolara la bandera de un nuevo movimiento panarabista de filiación nasserista que tras extender su efecto mimético al resto de países árabes del arco mediterráneo (Túnez, Libia, Siria, Líbano) además de Jordania e Irak. Reeditando, acaso, la Guerra de los Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio.
 
Dicho enfrentamiento sería pasible de ser aprovechado por Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, a criterio de proceder al rediseño de la cartografía del puzzle inconexo formado por dichos países y, así, lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace sesenta años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos y el Estado de Israel, con el respaldo de los principales aliados occidentales (Gran Israel). 
 
Recordar que el Proyecto del Gran Israel (Eretz Israel), sería hijo del atavismo bíblico y bebería de las fuentes de Génesis 15:18, que señala que “hace 4.000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Eúfrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida posteriormente a sus descendientes”, lo que supondría la restauración de la Declaración Balfour (1917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y extensible desde el Mediteráneo al este del Eufrates, abarcando Siria, Líbano, parte noriental de Irak, parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto, así como Jordania -que estaría llamada a rebautizarse como Palesjordán, tras ser obligada a acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza luego de una diáspora masiva (nueva nakba).
 
 
Sobre Germán Gorraiz López

Desarrolla análisis relativos a temas económicos y geopolítica. Publica regularmente en su blog "Los Restos del Naufragio". Reside en Navarra, España.