POLITICA | OPINION: PABLO PORTALUPPI

Paraíso de oportunidades perdidas

En estos mas de diez años de Administraciones kirchneristas, se ha instalado la idea de que el matrimonio ha sido tan temible como impadioso.

02 de Enero de 2014
En estos mas de diez años de Administraciones kirchneristas, se ha instalado la idea de que el matrimonio ha sido tan temible como impadioso. Y esto podría ser cierto, en parte. Pero pocos parecen haberse percatado de que, en el fondo, exhiben un comportamiento más cobarde de lo que podría imaginarse. Sirve repasar brevemente algunos ejemplos.
 
El 30 de diciembre de 2004, se incendió la discoteca República Cromañón en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Néstor Kirchner, por entonces presidente, hizo "silenzio stampa", optando por refugiarse en El Calafate. Dejó a su otrora aliado político Aníbal Ibarra, Jefe de Gobierno, más solo que nadie. 
 
Axel Blumberg fue ultimado en un confuso episodio, seguido de su secuestro. Su padre, Juan Carlos, convocó a algo más de 150 mil personas en Plaza de Mayo. Cuentan los que saben que, a Kirchner, le temblaban las piernas al tomar nota de la multitud que se acercó al primer espacio público del país. Atemorizado por los cacerolazos que antes habían colaborado para tumbar a Fernando De la Rúa y a Adolfo Rodríguez Saá, Néstor Kirchner jamás se atrevió a retocar hacia arriba las tarifas de los servicios públicos en la Ciudad de Buenos Aires, aún a sabiendas de que los porteños son los ciudadanos de la Argentina que más podrían prescindir de esa subsidización.
 
A poco de asumir, Kirchner confesó ante sus íntimos el miedo que lo azuzaba frente al poder del Grupo Clarín y del líder camionero Hugo Moyano por igual. Recién en ocasión del primer mandato de su esposa, Cristina Fernández, cobró ánimo para emprenderla contra el multimedio, con el sonado conflicto contra el campo argentino como telón de fondo.
 
Ya durante el segundo mandato la viuda, ésta literalmente desapareció cuando tuvo lugar el terrible accidente del tren Sarmiento en la estación Once; ello sucedió en febrero de 2012. Recurrió a la huída también al registrarse las inundaciones en La Plata y alrededores en abril de 2013, para solo obsequiarse apariciones públicas al momento de ejecutar una puesta en escena de la mano de su "juventud maravillosa", La Cámpora, que contribuyó a blindarla en territorio platense. 
 
Arribamos, finalmente, al escenario dantesco de los recientes cortes de energía, que pusieron de suyo para que muchísima gente experimentara una de las peores fiestas de fin de año de sus vidas. Aún hoy, la Presidente no ha mostrado la cara. 
 
En este segmento del análisis, algo asoma como curioso: tanto Néstor como Cristina han sido cultores de un presidencialismo extremo. Sin embargo, al presentarse la ocurrencia de tragedias, o ante la necesidad de compartir malas noticias, o bien mandan a hablar a alguno de sus súbditos o postergan cualquier decisión desagradable. ¿Y ellos? Muy bien; gracias. 
 
La gestión de Nestor Kirchner devolvió aciertos, pero muchos se han preguntado sobre qué hubiera hecho el fallecido ex jefe de Estado si le hubiera tocado asumir en diciembre de 1999, o en enero de 2002, cuando era imposible prescindir de medidas dolorosas, tales como ajustar salarios o salir de la convertibilidad. Probablemente, el fallecido ex presidente no se hubiera postulado. De hecho, fue Eduardo Duhalde quien le propuso ser su Jefe de Gabinete, a lo que el santacruceño se negó. Pruebas, al canto.
 
Al matrimonio Kirchner le ha tocado gobernar en lo que muchos analistas califican como uno de los contextos mundiales más favorables en muchas décadas, con la República Popular China y la India traccionando la economía mundial, y comprando commodities a la Argentina a granel. Aún durante la crisis inmobiliaria de 2008, el impacto sobre nuestro país fue escaso. Lo que muchos ven en esto una virtud, parece ser, en rigor, un efecto: la Argentina se encontraba -y así continúa hoy- aislada del mundo. Pero, a pesar del clímax de la crisis mundial, China jamás dejó de crecer, y Brasil no dejó de comprarnos la correspondiente cuota de vehículos fabricados aquí. Infortunadamente, se multiplican opiniones frente a la inconveniencia de que la Argentina debiera padecer, en estos contextos, al kirchnerismo. La pregunta, pues, se impone: de hallarse otros a cargo del Gobierno, ¿habrían hecho hecho algo distinto? Nunca lo sabremos.
 
Más aún: Néstor Kirchner asumió en mayo de 2003, instancia en la que el país ya había recuperado la senda del crecimiento de su PBI, producto de la devaluación que habían implementado Duhalde y Remes Lenicov. La notable administración de Roberto Lavagna al frente del Ministerio de Economia a posteriori también contribuyó a este repunte. De hecho, Kirchner -en tiempos de campaña presidencial- había garantizado la continuidad de Lavagna al frente de la cartera de Economía. Con el empujón del dólar libre, y la capacidad ociosa que exhibía la industria, la recuperación vino sola.
 
¿Más pruebas? Dado que la Casa Rosada conoce a ciencia cierta su responsabilidad exclusiva en el colapso energético, pretende subirse a la manutención de las tarifas de las eléctricas en precios irrisorios, para transferirle la perturbadora decisión de elevar los costos para los hogares a Mauricio Macri y a Daniel Scioli. Por supuesto, a partir del traspaso a las jurisdicciones de la Ciudad Autónoma y de la Provincia de Buenos Aires las operaciones de EDESUR y EDENOR. 
 
Entretanto, ¿qué cree Usted, lector, que sucedería si la Policia Federal se acuartelara en pos de salarios más dignos? La Presidente no dudarían un instante en tirarle la conducción de la policía al macrismo por la cabeza. Más teniendo en cuenta que el Jefe de Gobierno viene luchando por ese objetivo desde el momento en que asumió. 
 
Para decirlo en criollo: los Kirchner -Cristina Fernández, en este caso- jamás invertirán un minuto en compartir malas noticias. Quienes esperan que en los próximos dos años haya correcciones a las enormes distorsiones que acumula la economía, tropiezan con un craso error de interpretación. Y el plan parece, hoy, claro: abusar del parche, aguantar hasta que dé, y que cualquier próximo gobierno tome en sus manos los problemas; acaso sin importar que una próxima Administración conlleve el signo kirchnerista. ¿Acaso el matrimonio no pensó en abandonar el Gobierno cuando el mendocino Julio Cobos dio a conocer su "voto no positivo", aquel que haría caer por propio peso la Resolución 125? Ante la más insignificante adversidad, los Kirchner siempre amenazan con irse; detalle que siempre es menester tener en cuenta. El cristinismo aún cuenta con un voluminoso ejército de militantes rentados, medios y periodistas recalcitrantemente favorables -y, por sobre todo, demasiado bien pagos-. Le queda también, a Cristina, un relativo, aunque cada vez más flaco, colchón de fondos. 
 
La oposición política, por su parte, también reniega de hacer el "trabajo sucio". Lícito es decirlo: la cobardía y la demagogia no son características exclusivas del kirchnerismo/cristinismo. El reducido espectro de la dirigencia que explica las cosas como son -aunque duelan- no cotizan en los medios masivos de comunicación; y mucho menos en la opinión pública. Optamos por seguir comprando espejos de colores a precio vil, sin importar que conozcamos su escaso valor real. La Argentina no es otra cosa que un paraíso de oportunidaes perdidas: si el kirchnerismo hubiera efectuado correcciones al 'modelo' desde 2007, probablemente no nos encontraríamos hoy en la situación actual. Tanto la ciudadanía como sus dirigentes se enamoran de los éxitos efímeros, y ambos se esfuerzan por eternizarlos. Lo expuso brevemente el periodista Jorge Lanata, en su ciclo Periodismo Para Todos: "¿Estamos dispuestos como sociedad a hacer cosas que no vamos a disfrutar nosotros, y que si lo haran nuestros hijos o nietos?". La respuesta parece ser clara. Oportunamente, lo hemos comentado en artículos previos: al oír a economistas ligados a figuras presidenciables, pareciera ser que con dos o tres medidas pequeñas, la Argentina se aproximaría al paraíso. Cuando la realidad expone con crudeza que el estado de cosas es bastante más grave de lo que aquellos expertos pintan.
 
Inflación desbocada, tarifas congeladas, reservas en picada, cepo cambiario, precio de la soja elevado pero con clara tendencia a la baja, subsidios disparatados, actividad inmobiliaria paralizada, infraestructura general demolida, recesión, emisión de pesos descontrolada, colapso energético. ¿Cómo se sale de ésto? Con dolor, seguramente. 
 
Gobierno y oposición deben abandonar la clásica ambición de alcanzar el poder para conducir negocios personales, o de acercarse al poder, por el poder mismo. La sociedad, mientras tanto, quizás deba evaluar seriamente la pregunta esbozada líneas arriba. Y exigir a la dirigencia que se nos diga la verdad, por más dolorosa que sea. De otro modo, se repetirá el ciclo de la explosión, cada diez o quince años.

Tal como viene sucediendo desde hace ya décadas. No será ésta la excepción; antes bien, se tratará de una nueva oportunidad perdida.
 
 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.