INTERNACIONALES: JESUS SANCHEZ CAÑETE

España: "MAS" nueces y menos ruido independentista

Hace pocos días, Cataluña volvió a lanzar un envite a España en su desafío soberanista...

14 de Diciembre de 2013
Hace pocos días, Cataluña volvió a lanzar un envite a España en su desafío soberanista. Un reto que por el interés mediático que ha despertado, tanto dentro como fuera del país, más bien parece un órdago. Sin embargo, por mucha cara de póker que haya puesto el presidente de la comunidad catalana, Artur Mas, cuando ha anunciado el acuerdo para celebrar un referéndum de autodeterminación el próximo año, no es más que mucho ruido y pocas nueces, porque no va a conseguir nada. Nada, ya que lo que propone es ilegal desde el principio hasta el final.
 
Según los planes de Mas –que representa los intereses políticos de CiU- y los socios políticos que le han apoyado –ERC, ICV-EUiA y la CUP-, el 9 de noviembre de 2014 los catalanes tendrían que responder a dos preguntas que, como no podría ser de otro modo, están estratégicamente planteadas. La primera: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado?”. La segunda, sólo para quienes hayan respondido afirmativamente a la primera: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?”. Con la primera, se busca contentar a los federalistas y, desde la segunda, a los independentistas. Era el precio político que unos y otros tenían que pagar para lograr una mayoría suficiente en el parlamento catalán, que les permita seguir adelante en su alocada carrera hacia el precipicio soberanista.
 
¿Qué dicen las encuestas? Según sondeos anteriores, se concluye que la primera pregunta lograría un amplio respaldo popular, por encima del 50%. Y es que, tal y como está formulada, resultaría atractiva para muchos catalanes, que están hartos de cómo les trata España. Lo que no saben es que más hartos están los españoles de tener que aguantarles. La segunda cuestión arrastra mucho menos apoyo. El escenario independentista no convence tanto, entre otros motivos porque puede resultar muy costoso en términos económicos. Porque, en el fondo del asunto, como siempre, está el dinero, y no sé cómo podría ser viable un Estado catalán por sí mismo.
 
En clave nacional, argumentan muchos catalanes que pagan demasiado a Madrid, y que sus impuestos y demás revierten sobre el resto de España, empobreciéndose, así, Cataluña. Opinan, por tanto, que España es la culpable de haber arruinado a su Comunidad Autónoma. No quieren creer que si está en quiebra es por culpa de políticos que pensaron que el erario público era infinito. Y no hablan de lo que no les interesa, como que hoy Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, ha anunciado que se va a ampliar el fondo de rescate, siendo Cataluña la principal beneficiaria, según informaba el diario El Mundo.
 
Ahora bien; afortunadamente, este escenario que Mas plantea es irrealizable. El Congreso de los Diputados en Madrid nunca va a autorizar una consulta que es abiertamente ilegal. Tanto el presidente Mariano Rajoy como el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, se han mostrado claros en sus posturas, al afirmar que es contraria a una constitución que, guste a los catalanes o no, se fundamenta en la indisolubilidad de la nación española. Y es que es de sentido común que, si la soberanía recae en el pueblo, sea todo el pueblo –y no sólo una parte de él- quien decida sobre su esencia. Así pues, la estrategia legal de recurrir al Artículo 150.2 (por el cual el Estado puede delegar competencias) para después utilizar el Artículo 92 (donde se recoge cómo organizar referendos) está fuera de lugar.
 
Más allá de planteamientos jurídicos, en términos morales sería injusto que una minoría decidiera sobre una mayoría. ¿Quieren hablar de independencia de Cataluña? A ver qué dicen todos los españoles. Eso sí es democracia, y no la imposición soberanista que Mas y sus seguidores plantean.
 
¿Y qué opina la Unión Europea del tema? El presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, afirmó en La Moncloa que, de independizarse Cataluña, sería considerado un país ajeno a la unión, suspendiéndose automáticamente la aplicación de los tratados europeos. Y para formar parte, tendría que contar con el visto bueno de todos los estados miembros, y no sería lógico pensar que España fuera a votar a favor de tal cosa.
 
Pero lo triste de la situación es darse cuenta de que la integridad de España se está discutiendo por una burda manipulación política. La ideología es una vez más una excusa para disfrazar las agendas de unos políticos que ahora enarbolan la bandera independentista pues les resulta conveniente. Habiendo forzado Mas a ERC a negociar, obliga en cierto modo a los republicanos a entrar en su gobierno (afirmaron que lo harían una vez que el referéndum tuviera fecha). Lo cual le da a Mas más legitimidad política tras las últimas elecciones, en las que aunque vencedor salió muy tocado. Porque que nadie se lleve a engaño; lo que estos políticos quieren es seguir en la poltrona para seguir disfrutando de sus prebendas. Y, si para ello hay que rasgarse las vestiduras y escenificar una ruptura con España, que así sea.
 
Además, piensan que con el escándalo que han organizado a nivel internacional van a forzar al gobierno español a sentarse a negociar, y sacar tajada política y económica. Cierto es que el presidente Rajoy no es la primera vez que ha cambiado de opinión contradiciéndose a sí mismo. Pero mucho se equivocan los independentistas si creen que le obligarán a concederles un concierto económico más beneficioso, ya que el presidente esta vez no tiene ningún motivo electoral para dar su brazo a torcer. Su base ya está muy enfadada con su decisión de no desafiar la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que echa por tierra la Doctrina Parot, permitiendo que terroristas, violadores y otros elementos muy peligrosos para la sociedad sean excarcelados. El ala conservadora del PP –y en este caso la liberal también- nunca perdonaría que hubiera sido uno de los “suyos” quien hubiera cedido al chantaje nacionalista, con el que España viene lidiando desde que se hizo esa Constitución que hoy todos alaban, pero que si no fuera una chapuza no habría llevado a esta situación.
 
Señor Mas, más nueces y menos ruido. Deje de engañar a los catalanes y reconozca su torpeza administrativa para enderezar a una Cataluña arruinada. Porque de eso va este desafío soberanista, un órdago que tiene más de farol que de envite, ya que no hay “cartas” legales que lo sostengan. El problema es que el juego de Mas puede traer consecuencias inesperadas y desagradables, ya que de radicalizar al pueblo por intereses políticos nunca salió nada bueno. Repito que no estamos más que ante una estrategia política que no puede ir a más, pero si Mas insistiera en seguir sacando los pies de las alforjas y se tensa mucho la situación en Cataluña, habría que recurrir al Artículo 155 de la Constitución, por el cual habría que suspender la autonomía catalana. Y, a Mas, habría que meterle en la cárcel por negarse a cumplir las leyes del Estado. Esas leyes que, le guste o no, asumió defender cuando juró el cargo.
 
 
Sobre Jesús Sánchez Cañete

Es columnista de temas internacionales en la web con base en Washington, D.C., USA Hispanic Press.