ECONOMIA: ADRIAN RAVIER

El escenario económico tras las Legislativas

Las elecciones legislativas dejaron un panorama político complejo de cara a las elecciones de 2015. El kirchnerismo fue derrotado en la mayoría de las provincias...

04 de Noviembre de 2013
Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.
 
Las elecciones legislativas dejaron un panorama político complejo de cara a las elecciones de 2015. El kirchnerismo fue derrotado en la mayoría de las provincias, pero se mantiene como la principal minoría a nivel nacional y su candidato en 2015, sea el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, el entrerriano Sergio Urribarri o el chaqueño Jorge Capitanich, tendrá una presencia fuerte en la próxima presidencial. La oposición se dividió victorias en distintas jurisdicciones. Mauricio Macri, a través de sus candidatos, se hizo fuerte en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y comenzó un posicionamiento nacional para el PRO. Sergio Massa logró una amplia victoria en la Provincia de Buenos Aires y se presenta como una alternativa dentro del justicialismo, si tomamos en cuenta su alianza con intendentes del partido. Julio Cobos hizo lo propio en Mendoza y podrá ser el candidato del radicalismo. Hermes Binner en Santa Fe y Fernando "Pino" Solanas —como senador— en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lograron resultados históricos para el socialismo. La dispersión de los votos deja claro que el éxito de estos candidatos en ganar las elecciones de 2015 dependerá de los acuerdos y las alianzas, pero estos escenarios mejor dejarlos para los politólogos.
 
Lo que me propongo analizar aquí es el escenario económico argentino de los próximos dos años y para eso, lo mejor es tomar las palabras de los propios dirigentes del oficialismo. Resumiendo: aquí no ha pasado nada. Una coyuntura electoral legislativa no cambiará el rumbo que tomó el gobierno hace diez años.
 
Los problemas de la economía argentina se representan en tres desequilibrios básicos en el frente fiscal, monetario y cambiario, pero se podrían ordenar con voluntad política.
 
 
1. Desequilibrio fiscal
 
En el frente fiscal, el gobierno año a año presenta un nivel de gasto muy elevado en comparación con los ingresos que genera la recaudación tributaria. En 2013, por ejemplo, el presupuesto ejecutado (según estimaciones oficiales) probablemente termine siendo 15% mayor al autorizado por el Congreso y el resultado financiero pasaría de un superávit de $587 millones de pesos (US$98.908.134,00 al tipo de cambio oficial de 5,93) a un déficit cercano a $45.000 millones (US$7.578 millones al tipo de cambio oficial). Esto viene ocurriendo desde hace siete años, aunque en 2007 la diferencia llegó a ser del 30%. En este sentido, el Presupuesto aprobado por el Congreso vuelve a ser letra muerta, como lo fue en los años ochenta, y el déficit estimado para 2014, según un informe de Cippec, alcanzaría los $65.000 millones (US$10.943 millones al tipo de cambio oficial; Nota del Editor: el tipo de cambio paralelo es de, aproximadamente, AR$10 por dólar de los Estados Unidos de América).
 
 
2. Desequilibrio monetario
 
La principal fuente de financiamiento de este déficit fiscal ha sido su monetización, lo que se observa en un crecimiento interanual de la base monetaria en torno al 40%. Mercedes Marcó del Pont ya ha declarado en reiteradas ocasiones que no existe “independencia del Banco Central”, y que la función de la autoridad monetaria es asistir al Gobierno Nacional cuando éste lo requiera. Esto garantiza una aceleración de la inflación, pues el gobierno inundará al mercado de pesos. Lo cual, además, presionará sobre el tipo de cambio oficial y sobre el dólar “Blue” o paralelo, siendo muy difícil establecer un “techo” para la divisa estadounidense.
 
Una alternativa que baraja el gobierno es acceder a deuda externa, aunque aquí se abren dos interrogantes. El primero es si el gobierno realmente desea tomar este camino, cuando ha criticado al menemismo por haberlo hecho. Los mismos integrantes del oficialismo ofrecen respuestas contradictorias. El segundo es si el gobierno podrá acceder a tomar deuda, más allá de su voluntad, y si lo hacen, a qué costo financiero.
 
Es que se ha hablado mucho de una política de desendeudamiento, pero esto es sólo un mito. En diciembre de 2001, el stock de deuda pública, al momento de anunciarse el default, sumaba US$ 144.222 millones (ASAP). En diciembre de 2011, la deuda pública total subió a US$ 178.963 millones y, en junio de 2012, a US$ 182.741 millones (MECON).

 
3. Desequilibrio cambiario
 
En el frente cambiario, la economía muestra un “retraso” que se evidencia en el tipo de cambio real. Cuantificar ese retraso es todo un debate, pero varios analistas lo han estimado con el índice Big Mac en torno del 40%, más del doble de Finlandia, Brasil y Francia, países que siguen en la lista.
 
Una posible devaluación y un cambio en el “cepo cambiario” están en la agenda del gobierno, pero es factible que estas políticas “aisladas” sólo agraven el problema.

 
Conclusión
 
En este contexto, el gobierno debe prender una vela para que haya cosechas de granos récord y, a la vez, apuntar a que la próxima Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, amplíe la política de liquidez que viene tomando Ben Bernanke. Si esto ocurre, aumentarán aun más los precios de los commodities, y esto elevará la recaudación tributaria por derechos de exportación.
 
Decía al comienzo que estos desequilibrios tienen solución, sin embargo, las propuestas implican necesariamente un cambio de rumbo. El gobierno elige seguir su camino, independientemente de que el pueblo le ha dado la espalda en las urnas. La economía argentina es una olla hirviendo, y el déficit fiscal, la inflación y el retraso cambiario garantizan que estos dos últimos años de kirchnerismo no serán tranquilos.
 
 
Adrián Ravier | The Cato Institute, sitio web en español