INTERNACIONALES: CHRIS EDWARDS

Estados Unidos: congelamiento del gasto en la historia

Pronto, los miembros del congreso estadounidense discutirán los niveles del gasto discrecional para el año fiscal 2014, que da inicio el 1° de octubre.

16 de Septiembre de 2013
Pronto, los miembros del congreso estadounidense discutirán los niveles del gasto discrecional para el año fiscal 2014, que da inicio el 1° de octubre. Decidirán cómo obedecer los actuales límites al presupuesto federal, que están diseñados para mantener el gasto discrecional aproximadamente congelado durante los próximos años. El problema es que numerosos legisladores se han acostumbrado tanto a presupuestos crecientes, que un congelamiento del gasto les parece algo demasiado severo.
 
Por largos períodos de la historia estadounidense, los presupuestos congelados eran la norma. Durante los primeros ciento cincuenta años de la existencia de la nación, los legisladores federales generalmente limitaban el gasto y reducían la deuda antes y después de las guerras. Hoy, la guerra en Afganistán está llegando a su fin y la economía está creciendo, de tal suerte que los legisladores deberían estar reduciendo el gasto o, al menos, manteniéndolo en el mismo nivel.
 
Aunque se espera que el déficit presupuestario continúe cayendo hasta 2015, en ese entonces empezará a crecer nuevamente. El problema es el gasto excesivo, no la escasez de ingresos. Considérese que, si el congreso simplemente mantuviese el gasto total en el nivel de este año de $3,5 billones, el presupuesto lograría equilibrarse para 2016, conforme la economía en crecimiento empezara a generar crecientes ingresos.  
 
Congelar el gasto en subvenciones sería algo difícil de lograr, así que tiene sentido intentar reformar estructuralmente estos programas para reducir el crecimiento del nivel del gasto. Pero, con el gasto discrecional, un congelamiento firme tiene sentido —y aquí es donde nuestra historia temprana es aleccionadora. Desde la fundación de la nación hasta que las prestaciones sociales fueron inventadas en la década de 1930, todo el presupuesto era “discrecional” y, durante períodos extendidos, el gasto se mantuvo congelado.
 
Empecemos con el presidente Thomas Jefferson. Él y su Secretario del Tesoro Albert Gallatin se mostraban horrorizados con el incremento de la deuda federal durante el anterior gobierno federalista, y prometieron reducir la carga. Desde 1801 hasta 1809, lograron mantener el gasto federal en alrededor de $10 millones. Redujeron la deuda de $83 millones a $57 millones.
 
El ataque de Jefferson y Gallatin a la deuda y sus presupuestos relativamente frugales influyeron en la política federal por décadas. El presupuesto federal estuvo aproximadamente balanceado o en superávit cada año desde 1800 hasta 1836, con la excepción de cinco años alrededor de la Guerra de 1812.
 
Las guerras siempre han sido una mala noticia para los presupuestos, elevando el gasto y la deuda. Pero, antes de la década de 1930, legisladores responsables equilibraron las cuentas y restringieron el gasto durante largos períodos de paz. La regla Jefferson-Gallatin era sencilla: congele el gasto total y utilice el crecimiento natural del ingreso para generar superávits y reducir con estos la deuda.
 
Por dos décadas después de 1817, el gasto federal fue de alrededor de $20 millones. Conforme los ingresos crecieron con la economía, la gran deuda acumulada durante la guerra de 1812 fue cancelada rápidamente. De hecho, la deuda fue completamente cancelada para 1835 en el gobierno del presidente Andrew Jackson, aunque si empezó a crecer lentamente de nuevo después de eso.
 
El gasto aumentó a fines de la década de 1830, cayó a principios de la década de 1840, y luego se incrementó a fines de esta última década debido a la guerra entre México y EE.UU. El gasto cayó a principios de la década de 1850 y luego aumentó a fines de esta década. Así que hubo incrementos y reducciones en el gasto, pero hasta la década de 1860, en vísperas de la Guerra Civil, el gasto federal total era menos de 2 por ciento de la economía de EE.UU. 
 
La Guerra Civil provocó que se disparara el gasto de alrededor de $70 millones a más de $1 billón en 1865. Nuevamente, sin embargo, la guerra fue seguida de un largo período de saneamiento presupuestario, conforme el gasto federal se mantuvo constante y la deuda fue reducida. El gasto estuvo relativamente estancado en alrededor de $300 millones por dos décadas, desde 1870 hasta 1890. El presupuesto estuvo balanceado cada año entre 1866 y 1893.
 
Un líder en política fiscal durante esta época fue el presidente Grover Cleveland, un Demócrata, que estuvo en la presidencia durante un período en la década de 1880 y durante otro en la década de 1890. Vetó muchas leyes de pensiones y repetidas veces se opuso a los esfuerzos de los Republicanos para expandir excesivamente los beneficios para los veteranos de la Guerra Civil. También es conocido que vetó una ley de subsidio para los agricultores tejanos luego de una sequía, argumentando que dicha ayuda debería venir de la caridad privada, no del gobierno federal.
 
Desafortunadamente, los Republicanos que sucedieron a Cleveland, William McKinley y Theodore Roosevelt, eran menos frugales y la Guerra Hispano-Americana durante el cambio de siglo también ayudó a elevar el gasto. Pero el gobierno todavía registró superávits alrededor de la mitad del tiempo, y entonces la deuda federal permaneció constante en aproximadamente de $1.000 millones entre 1891 y 1916.
 
La Primera Guerra Mundial y los dos primeros períodos del presidente Woodrow Wilson impulsaron la deuda federal a $25.000 millones para 1919. Una vez más, sin embargo, los estadounidenses fueron sabios al elegir partidarios de la moderación como los presidentes Warren Harding y Calvin Coolidge. Como la escritora Amity Shlaes ha explicado, Coolidge estuvo intensamente enfocado en encontrar ineficiencias en el gobierno. Mantuvo su gasto federal congelado en $3.000 millones durante los primeros seis años de su gobierno y la deuda federal cayó de manera constante. Cuando salió de la presidencia en 1929, el gasto federal era de tan solo 3 por ciento de la economía.
 
Tristemente, la idea del presupuesto congelado desapareció con la invención de las prestaciones sociales durante el gobierno del presidente Franklin D. Roosevelt en la década de 1930. Los programas de prestaciones sociales colocan al gasto en autopiloto, permitiendo que los políticos evadan la responsabilidad de los déficits crónicos y de una creciente deuda. El gasto federal ahora constituye 22 por ciento de la economía, que es alrededor de 10 veces el nivel tradicional en tiempos de paz durante los primeros 150 años de la nación.
 
La reforma a los programas de prestaciones sociales es el principal reto en materia fiscal hoy, pero respetar un límite al gasto discrecional en los niveles actuales de los recortes automáticos también es crucial para poner nuestro fisco en orden. Dado que los costos de guerra están cayendo, al menos por ahora, y que la economía está creciendo, ahora es el momento de reducir la masiva carga de la deuda pública —y no el momento de eliminar los exitosos límites al presupuesto.
 
Este artículo fue publicado originalmente en National Review Online (EE.UU.) el 4 de septiembre de 2013.
 
Chris Edwards | The Cato Institute, sitio web en español