ECONOMIA INTERNACIONAL : MICHAEL C. TANNER

EE.UU.: Estado de Bienestar versus trabajo

Contrario a lo que sugieren los estereotipos, no existe evidencia frente a que las personas que reciben prestaciones sociales son vagas. De hecho, las encuestas realizadas...

27 de Agosto de 2013
Contrario a lo que sugieren los estereotipos, no existe evidencia frente a que las personas que reciben prestaciones sociales son vagas. De hecho, las encuestas realizadas a los beneficiarios de estas asistencias consistentemente muestran que desean obtener un empleo. Pero también hay evidencia de que muchos se niegan a aceptar oportunidades de trabajo disponibles. A pesar de los requisitos de empleo incluídos en la reforma a las ayudas sociales de 1996, el Departamento de Salud y Servicios Humanos dice que menos de 42% de los beneficiarios adultos de prestaciones sociales participan en actividades laborales alrededor del país. ¿Por qué se da esta contradicción?
 
Tal vez es porque, mientras que las personas pobres no son vagas, tampoco son tontas. Si Usted le paga más a las personas por no trabajar de lo que podrían ganar en un empleo, muchos no trabajarán.
 
Un nuevo estudio  publicado por el Cato Institute muestra que, en muchos estados, resulta más rentable recibir asistencias sociales que trabajar.
 
La mayoría de los reportajes acerca de las prestaciones sociales se enfocan exclusivamente en un solo programa de asistencia en efectivo: la Asistencia Temporal para las Familias Necesitadas. Este enfoque deja la mala impresión de que las asistencias sociales son relativamente bajas, proveyendo un ingreso mínimo que apenas alcanza para subsistir. En realidad, el gobierno federal financia 126 programas adicionales para las personas con ingresos bajos, 72 de los cuales proveen efectivo o beneficios en especie a las personas.
 
Como existen tantas categorías de beneficiarios de asistencias sociales y tantos tipos distintos de beneficios, es extremadamente difícil determinar cuántas personas obtienen qué combinación de beneficios. Para los propósitos de este estudio, consideramos una familia hipotética consistiendo de una madre con dos hijos, de 1 y 4 años respectivamente, y calculamos el total combinado de siete beneficios que esta familia puede recibir en los 50 estados.
 
Si esa madre recibió Asistencia Temporal para las Familias Necesitadas, es casi seguro que también recibió los cupones para alimentos así como también los beneficios de Medicaid. Alrededor de 87% de las Familias Necesitadas perciben estos beneficios. 
 
Aproximadamente 61% de todas las Familias Necesitadas que encajan en el perfil considerado en nuestro estudio también reciben beneficios del programa Mujeres, Infantes y Niños (WIC, por sus siglas en inglés), así que incluimos este beneficio (si los niños son mayores, no califican para recibir los beneficios del programa WIC pero reciben otros beneficios como almuerzos y desayunos subsidiados en los colegios). También incluimos la asistencia para el pago de servicios básicos, dado que la mitad de los beneficiarios de prestaciones sociales están cubiertos por ese programa.
 
La asistencia para vivienda fue algo más complicado. A nivel nacional, la tasa de participación varía desde alrededor de 82% de las Familias Necesitadas en Dakota del Norte hasta casi cero en Idaho. Los programas de vivienda, por lo general, tienen listas de espera implicando que es más probable que los beneficiarios de prestaciones sociales a largo plazo sean los que reciban los beneficios. Muchos estados también le dan prioridad a las familias con hijos pequeños, como la familia considerada en nuestro estudio. Decidimos no incluir estos beneficios para los estados en los que la participación era de menos de un 10%. En California, esta es de 11,4%.
 
Finalmente, incluimos el Programa Federal de Asistencia Alimenticia para Emergencias, que provee alimentos gratis como leche y queso. Nuestra familia calificaría para recibir estas ayudas en los 50 estados, aunque la información acerca de su uso es imprecisa.
 
En Washington, D.C. y en diez estados particularmente generosos —Hawaii, Vermont, Connecticut, Massachusetts, Nueva York, Nueva Jersey, Rhode Island, Maryland, New Hampshire y California—, estos siete programas proveen a una madre con dos hijos pequeños un beneficio anual que vale más de $35.0000 al año. El valor del paquete de asistencias sociales en un Estado de Bienestar más moderado es de $28.500.
 
Esto puede parecer bajo, pero es importante recordar que las prestaciones sociales no pagan impuestos, mientras que los salarios sí. Así que para poner en perspectiva el paquete de asistencias, calculamos el ingreso antes de impuestos que nuestra beneficiaria tendría que ganar para traer a casa una cantidad equivalente de dinero, si aceptara un trabajo de 40 horas a la semana.
 
Luego de calcular el impuesto federal sobre la renta, el impuesto del estado sobre la renta y los impuestos sobre la nómina, los créditos tributarios federales y de los estados por el ingreso y el crédito tributario por los hijos, llegamos a la conclusión innegable de que recibir prestaciones sociales paga muy bien.
 
De hecho, en 33 estados y el Distrito de Columbia, recibir asistencias sociales paga más que un trabajo de $8 por hora. En 12 estados, incluyendo a California, así como también al Distrito de Columbia, el paquete de beneficios es más generoso que un trabajo de $15 por hora. En Hawái, Massachusetts, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Rhode Island, Vermont y Washington, D.C., recibir prestaciones sociales paga más que un empleo de $20 por hora, o más que 2,75 veces el salario mínimo.
 
¿Pero cómo se compara el paquete con los salarios de los trabajos comunes y corrientes? En California y en otros 38 estados, paga más recibir prestaciones sociales que el salario inicial de una secretaria. California no es uno de los 10 estados (más Washington, D.C.) en los que las asistencias sociales pagan más que el salario promedio antes de impuestos y de primer año para un profesor, ni tampoco está entre los tres estados más generosos, donde las prestaciones sociales exceden el salario inicial de un programador de computadoras. Pero las prestaciones sociales de California todavía pueden exceder 96% del salario medio de ese estado.
 
Por supuesto, no todos los beneficiarios de prestaciones sociales encajan en el perfil de este estudio, y hay muchos que no reciben todos los beneficios incluidos (por otro lado, algunos reciben muchos más). Aún así, lo que es innegable es que para muchos beneficiarios en los estados más generosos —particularmente para aquellos clasificados como beneficiarios de largo plazo— las asistencias sociales pagan considerablemente más que un trabajo en una posición de nivel de ingreso.
 
Al no trabajar, los beneficiarios de asistencias sociales podrían estar reaccionando de manera racional a los incentivos que nuestros legisladores y políticos han establecido.
 
Sin embargo, sabemos que a largo plazo un empleo es mejor que recibir prestaciones sociales. Las cifras del censo muestran que solamente 2,6% de los trabajadores a tiempo completo son pobres, comparado con 23,9% de los adultos que no trabajan. Además, mientras que muchos activistas en contra de la pobreza rechazan los trabajos de salarios bajos, incluso empezar con un empleo de salario mínimo puede ser el camino para salir de la pobreza.
 
De manera que si el congreso y las legislaturas de los estados realmente quieren reducir la dependencia de las prestaciones sociales y recompensar el trabajo, deberían considerar fortalecer los requisitos de empleo para calificar para recibir las asistencias sociales, removiendo exenciones y haciendo más específica la definición de empleo. Además, los estados deberían reducir la brecha entre el valor de las prestaciones sociales y el trabajo, disminuyendo el nivel actual de los beneficios y haciendo más estrictos los requisitos para calificar para recibirlos.
 
Este artículo fue publicado originalmente en Los Angeles Times (EE.UU.) el 22 de agosto de 2013. El autor, Michael C. Tanner, es Director del Proyecto del Cato Institute para la Privatización de la Seguridad Social.

 
Michael Tanner | The Cato Institute, sitio web en español