INTERNACIONALES: PEDRO MONGE

El Estado de bienestar

El Estado del bienestar es la manida frase que describe los programas estatales o "beneficios sociales" que un país paga con el dinero del contribuyente.

06 de Agosto de 2013
El "Estado del Bienestar" es la manida frase que describe los programas estatales o "beneficios sociales" que un país paga con el dinero del contribuyente. El concepto viene del alemán Wohlfahrtsstaat (Welfare State en inglés).

En pocas palabras, se trata de un concepto humanista y noble, que intenta garantizar una base de seguridad para la totalidad de los ciudadanos de un país. Sin embargo, el "Estado de Bienestar" también es considerada táctica necesaria para la estrategia estatal de muchos gobiernos y líderes déspotas que persiguen acrecentar su poder vendiendo la idea del sueño igualitario de la sociedad utópica.
 
Lastimosamente, "utopía" y su herramienta de "bienestar social" se han convertido en palabras sinónimas de esperanza y justicia social; no obstante, sobrevienen acompañadas de un costo demasiado elevado, al ponerse en riesgo las libertades civiles y el derecho natural de libre albedrío que hace a cada ciudadano.
 
El denominador común de una sociedad perfecta descrita en la literatura utópica (El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, La República de Platón, El Leviatán de Thomas Hobbes, etcétera) es la humanidad mecánica, sin alma y sin libre albedrío, en la que el individuo es sometido poco a poco a un gobierno omnipotente, liderado por tiranos y déspotas, y a un futuro carente de libertad humana.
 
A criterio de poder residir en una utopía, el individuo debe renunciar a su libertad y a su ser en nombre del bien común. Si alguien se niega a obedecer, tal persona debe ser persuadida y sometida a obedecer al Estado. Pero, ¿quién ostenta la autoridad para definir lo que es el bien común? La democracia nos proporciona herramientas para legitimar un gobierno que nos ayude a alcanzar el bien común y la Constitución impone los límites necesarios para no caer en el despotismo.
 
Con todo, es necesaria una ciudadanía vigilante y comprometida para evitar el abuso de poder. ¿Cómo se puede pensar en rendir nuestro destino y nuestra capacidad de decidir por nuestras vidas a cualquier autoridad por más superior, inteligente y carismática que sea? Tal ser supremo no existe entre nosotros, los seres humanos.
 
Es nuestra responsabilidad ciudadana jamás permitir que lleguemos a tal estado policial utópico. Es nuestro deber rechazar a los lobos con piel de oveja que promocionan la idea del Estado de Bienestar y la utopía como la meta de un gobierno. Su forma de comprar nuestra conformidad se disfraza con la promoción de beneficios sociales "gratuitos", educación "gratuita" o atención médica "gratuita".

Pero nada es gratis: todo se paga siempre con el dinero del contribuyente. Si de lo que se trata es de resistir la tentación, para ello hace falta una sociedad civil activa y libre.
 
 
Pedro Monge | Columnista invitado en el sitio Heritage Libertad, The Heritage Foundation