INTERNACIONALES: KIM HOLMES

Egipto, fruto de la negligencia de la Administración Obama

Para cualquier líder, la negligencia siempre suele regresar, para peor. Los problemas se multiplican. Los oponentes se envalentonan, y quienes respaldan, se ven desmoralizados...

09 de Julio de 2013
Para cualquier líder, la negligencia siempre suele regresar, para peor. Los problemas se multiplican. Los oponentes se envalentonan, y quienes respaldan, se ven desmoralizados. La carencia de objetivos precede a la inoperancia, conforme las posiciones cambiantes se confunden. Después, cuando todo está dicho, aquello que Usted más deseaba termina sucediendo, solo que ahora es demasiado tarde para hacer cualquier cosa al respecto.
 
Este es el triste predicamento que ahora enfrenta el presidente estadounidense Barack Obama en Egipto. El jefe de estado americano jamás supo realmente qué hacer. Ha quedado como un bien predispuesto amateur que se apresura en formular respuestas fáciles, solo para descubrir que éstas no funcionan. Finalmente, retrocede en una bruma de pasividad, simulando que su recién descubierto alejamiento fue su intención desde el inicio.
 
Obsérvese el registro de los eventos en Egipto. En cierto punto, Obama respaldó al antiguo presidente Hosni Mubarak. Luego, lo abandonó. Luego, bajo la pancarta democrática de "permitir que el pueblo egipcio decida", se posicionó al margen del escenario, mientras la Hermandad Musulmana tomaba el poder y regenteaba el país desde el terreno. Nuevamente inseguro sobre cómo proceder, se aferró a lo que él consideró la línea de menor resistencia, esto es, apoyar a la Hermandad y a su líder, el presidente Mohamed Morsi.
 
Solo que esa iniciativa tampoco funcionó. Ahora, Morsi ha quedado fuera del poder, y lo único que el presidente estadounidense puede musitar en respuesta es que se encuentra "profundamente preocupado" ante la decisión de los militares egipcios de expulsar a Morsi. Una vez más, Barack Obama se equivocó, y su política fue repudiada.
 
La política exterior es dura. Un presidente de Estados Unidos no puede dictar los eventos en Egipto. Pero ello no representa excusa para deambular por el terreno en estado de confusión. Los Estados Unidos exhibieron una influencia gigantesca en el ejército egipcio desde el comienzo de la revolución. Obama la despilfarró, respaldando a Morsi y a sus aliados de la Hermandad Musulmana.
 
Hoy, los manfiestantes acusan a Estados Unidos de ser el lacayo de Mohamed Morsi. La ciudadanía, molesta con el apoyo al eyectado presidente, portó pancartas denunciando al jefe de estado norteamericano; ua de ellas -visible el día en que los uniformados depusieron a Morsi-, por ejemplo, rezaba: "Obama, deje de apoyar al régimen fascista de la HM [Hermandad Musulmana]".
 
Ello representa todo un "logro". Los únicos "amigos" con que Norteamérica parece haberse quedado son los partidarios de Morsi en la Hermandad Musulmana antioccidental, que desprecian los valores de EE.UU., se oponen a sus políticas, y ahora culpan a Obama por respaldar el "golpe de estado" contra Mohamed Morsi. A la postre, Estados Unidos termina del lado del grupo islamista que generó décadas de enemigos de occidente. Y ello ha tenido lugar de tal forma que los aliados naturales de EE.UU., los demócratas seculares, ya no confían en la Unión.
 
Existen dos razones para explicar los fallidos de Obama en Egipto. La primera es que el presidente estadounidense cree sinceramente que demasiada influencia norteamericana es algo negativo. Al creer firmemente que el poder estadounidense es un problema, Obama parece considerar que permanecer alejado probará que EE.UU. no es un enemigo inveterado del Islam político.
 
Solo que ese no es el problema en Egipto. No es el poder de Estados Unidos lo que provoca que los egipcios duden sobre si Washington promueve apoyos en la vereda contraria. En lo que respecta al pensamiento de los manifestantes, la cercanía de la Administración Obama con Morsi es una traición a cualquier esfuerzo que persiga democracia y libertad.
 
¿La otra razón? Barack Obama se muestra confundido sobre qué es lo que constituye a la democracia. Aún para él -y así lo afirmó-, la democracia no es "nada más que elecciones"; pero esta no es la manera en que él ha actuado. Obama asistió a los hechos como testigo, mientras el proceso eleccionario eligió lo peor del lote político en Egipto, vociferando todo el tiempo que EE.UU. no debía "interferir" con los derechos democráticos del pueblo. Obama habló un buen rato, pero su pasividad solo consiguió legitimizar los reclamos al respecto de que la Hermandad es una "verdadera" fuerza democrática en Egipto (siendo que, claramente, esto no es así).
 
Cualquiera sea el resultado del panorama, nadie en Egipto se prestará a volver a confiar en la palabra de Obama en el futuro. Su tendencia coincide con apoyar a quienquiera que termine en el poder pero, en el proceso, ninguna de las facciones sabe a ciencia cierta hacia qué lado saltará el jefe de estado americano.
 
Conforme lo expusiera el estudioso británico de retórica Richard Whately una vez, "Es la negligencia exhibida frente a la intervención oportuna lo que hace necesaria la reconstrucción". Y, en efecto, así es. Aquí reside el motivo para apuntar que es hora de reconstruir la política estadounidense de cara a Egipto.
 

Kim R. Holmes, ex asistente del Secretario de Estado, es Analista Distinguido en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation, Washington, D.C.)

* Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés: http://blog.heritage.org/2013/07/08/egypt-fruits-of-the-obama-administrations-neglect/

 
 
Kim Holmes | Heritage Libertad, The Heritage Foundation