ECONOMIA INTERNACIONAL: RICHARD W. RAHN

Chile versus Ecuador: una historia de dos economías

Chile y Ecuador proveen un experimento casi perfecto para comparar visiones económicas rivales. En 1980, Ecuador tenía un ingreso per cápita ligeramente superior que el de Chile.

07 de Julio de 2013

Richard W. Rahn es Director del Center for Economic Growth y académico asociado al Cato Institute.

Chile y Ecuador proveen un experimento casi perfecto para comparar visiones económicas rivales. En 1980, Ecuador tenía un ingreso per cápita ligeramente superior que el de Chile. Durante los últimos 33 años, Ecuador ha más que triplicado su ingreso per cápita pero, durante igual periodo, Chile aumentó su ingreso per cápita por un factor de más de 6. Chile hoy exhibe el ingreso per cápita más alto de Sudamérica y la gran mayoría de sus ciudadanos ahora disfrutan de un estilo de vida de clase media. ¿Por qué a Chile ha prosperado mucho más que Ecuador?

Chile y Ecuador son países hispanoparlantes y sudamericanos ubicados en la costa del Océano Pacífico. Tienen poblaciones de tamaño similar (15,4 millones en Ecuador y 17,2 millones en Chile). Ecuador dispone de importantes reservas petroleras, y su petróleo representa más del 50 por ciento del valor exportado por el país. Chile tiene gigantescas reservas de cobre, que constituyen alrededor del 19 por ciento del valor exportado por ese país. Ambos países son democracias con sistemas económicos en gran medida capitalistas. Chile, sin embargo, atravesó un proceso radical de reformas de libre mercado hace más de tres décadas, mientras que Ecuador optó por un modelo más común y semiestatista.

La principal diferencia entre las rutas que los dos países eligieron se centra en la libertad económica y el tamaño del Estado. En 1980, Chile se ubicaba en la posición 60 en términos de libertad económica, pero ahora es la décima economía más libre del mundo. En cambio, Ecuador se ubicaba en la respetable posición 33 en 1980, pero ahora ha caído a la miserable posición 126 en el ranking de libertad económica. Mientras que Chile adhirió al Estado de Derecho y aseguró considerablemente los derechos de propiedad, Ecuador todavía sigue sumido en la corrupción y sufre de derechos de propiedad en extremo inciertos. El presidente ecuatoriano Rafael Correa declaró un default sobre la deuda externa del país en 2008, y luego hizo una subasta reversa en 2009 para colocar gran parte de la emisión de deuda a una tasa severamente reducida, a costa de los tenedores de los bonos. Como era de esperarse, estas acciones redujeron considerablemente la inversión extranjera en Ecuador. Los chinos son ahora los principales acreedores extranjeros del Estado ecuatoriano.

Chile ha buscado de manera activa promover el libre comercio. Contabiliza hoy acuerdos de libre comercio con EE.UU. y otros más de sesenta países. Ecuador, en cambio, ha estado aumentando las restricciones al comercio. Al abrir su mercado al mundo, Chile también obtuvo acceso a los principales mercados alrededor del mundo. Esto ha promovido la diversificación de la industria chilena, así que Chile se está volviendo cada vez menos dependiente del cobre. Ecuador, al no buscar abrirse al mundo, se ha vuelto rehén del precio mundial del petróleo. Dadas las nuevas tecnologías de fractura hidráulica, el precio del petróleo podría caer en términos reales, lo cual podría causar grandes perjuicios económicos en Ecuador.

Chile ha mantenido el tamaño del Estado relativamente bajo como porcentaje del producto bruto interno (24 por ciento), mientras que el tamaño del gobierno en Ecuador se ha disparado a los niveles de los estados europeos (46 por ciento)—nuevamente, ilustrando que los Estados de Bienestar resultan en gente más pobre en lugar de derivar en lo contrario. Chile tiene, como habría de esperarse, una tasa de pobreza mucho más baja que Ecuador.

Chile y Ecuador

¿Por qué Chile ha elegido la ruta de un Estado limitado y un mercado libre y cómo ha podido este país mantener ese rumbo, mientras que muchos otros gobiernos se desplazaron hacia la izquierda extrema? A mediados de los setenta, la economía chilena tuvo una profunda crisis debido a las acciones del gobierno marxista del presidente Salvador Allende. La dictadura militar de Augusto Pinochet poco sabía sobre cómo mejorar la economía. Eventualmente, como una medida de desesperación, se volcó hacia un grupo de economistas liberales de Chile y Estados Unidos, conocidos como los Chicago Boys (muchos habían sido estudiantes de Milton Friedman y sus colegas en la Universidad de Chicago). Las reformas que ellos implementaron condujeron a la restauración de la democracia en Chile.

Las razones por las que las reformas han persistido a través de gobiernos tanto de izquierda como de derecha en Chile es en gran medida gracias a un hombre, José Piñera. Como el muy jóven ministro de trabajo a fines de los años setenta, el Sr. Piñera diseñó el tremendamente exitoso sistema de seguridad social privatizada, que es uno de los más importantes en el mundo y que ahora ha sido adoptado, al menos parcialmente, por más de treinta naciones. El Sr. Piñera es considerado un Chicago Boy, aún cuando obtuvo su doctorado en la Universidad de Harvard. El plan de Piñera le dio a los ciudadanos chilenos la libertad para elegir: quedarse con el plan estatal de pensiones o mudarse hacia el nuevo sistema de cuentas privadas. Más del 97 por ciento de los ciudadanos chilenos se han mudado voluntariamente al nuevo sistema, que ahora ha provisto una tasa de retorno compuesta de más de 10 por ciento a lo largo de 33 años. De manera que el chileno promedio hoy se jubila contando con más activos que el estadounidense promedio.

El sistema de pensiones privatizadas provee grandes cantidades de inversión de capital para los negocios chilenos, permitiendo que la economía crezca rápidamente mientras que, al mismo tiempo, crea en cada trabajador chileno el interés de que la economía chilena logre el éxito. Es una situación en la que todos ganan.

No hay necesidad de que país alguno sea pobre o experimente un crecimiento lento. Las lecciones de los casos éxitos están a la vista de todos.
 

Este artículo fue publicado originalmente en The Washington Times (EE.UU.) el 2 de julio de 2013.

 

Richard W. Rahn | The Cato Institute, sitio web en español