ESTADOS UNIDOS: BRUCE KLINGNER

A esto ha llegado el diálogo con Corea del Norte

La Casa Blanca ha venido calificando a la cumbre entre los Estados Unidos y la República Popular China como una serie de "encuentros realmente únicos e importantes" entre los presidentes Obama y Xi, que acabaron alcanzando "bastante convergencia" en las posiciones respecto de Corea del Norte.

19 de Junio de 2013

La Casa Blanca ha venido calificando a la cumbre entre los Estados Unidos y la República Popular China como una serie de "encuentros realmente únicos e importantes" entre los presidentes Obama y Xi, que acabaron alcanzando "bastante convergencia" en las posiciones respecto de Corea del Norte. El profesor de Harvard Joseph Nye dijo, entusiasmado: "Este ha sido el encuentro más importante entre un presidente estadounidense y un líder chino en cuarenta años, desde Nixon y Mao".

Los comentaristas le atribuyeron a la cumbre la categoría de "catalizador", dada la inesperada petición de Corea del Norte para retomar el diálogo con Seúl. La teoría de los medios de comunicación era que la reprimenda china durante la visita del mes pasado de un enviado norcoreano y la reciente predisposición de Pekín para presionar a Pyongyang llevaron a que Kim Jong-un aceptase dialogar.

Pero aparentemente, Pyongyang ignoró las misivas de China y no leyó la prensa, ya que afirmó que jamás abandonaría sus armas nucleares y canceló la cumbre intercoreana. Tanta cumbre... para esto.

Las reuniones de una cumbre son normalmente menos sustanciosas de lo que cabría esperar. Pocas veces un encuentro entre líderes tiene como resultado un tratado relevante, avances diplomáticos o un importante cambio de política. Es más, puesto que llegaba cuando el nuevo líder chino, Xi Jinping, llevaba tan poco tiempo en el cargo, no se esperaba mucho de esta cumbre chinoamericana. No obstante, la Administración Obama no podía resistir la tentación de darle bombo al estilo, siendo que se hallaba imposibilitado de hacerlo con el trasfondo de las reuniones.

Al describir la cumbre a la prensa, el Consejero de Seguridad Nacional, Tom Donilon, hizo hincapié en primer lugar en el escenario, las formas, la duración y el ritmo de las reuniones y en el hecho de que éstas tuvieron lugar gracias a haber celebrado montones de reuniones previas, además de que -con un poco de suerte- la cumbre daría lugar a encuentros posteriores.

Es más, Donilon explicó que estas reuniones eran parte de una estrategia más amplia, el denominado “Pivote hacia Asia”, sobre el que la Administración Obama hace hincapié diciendo que contiene más elementos que exclusivamente el militar (recuerde, sin financiación) y que también incluye... ¡más reuniones! Bueno, sin dudas, es más de lo que hizo la Administración Bush, siempre de acuerdo a Donilon.

Los encuentros son fundamentales a la hora de ratificar alianzas, establecer relaciones entre los líderes políticos y avanzar hacia los objetivos de la acción política. Pero es fácil perderse en el proceso y olvidar que las reuniones, el diálogo y el acercamiento son herramientas para alcanzar un objetivo, no el objetivo mismo. Diseñar un martillo mejor es estupendo, pero eso no debería desviar la atención del verdadero objetivo de construir una casa.

Tom Donilon afirmó que ambas partes "subrayaron la importancia de continuar ejerciendo presión [para] detener la capacidad de proliferación [de armas nucleares] de Corea del Norte [y estuvieron] totalmente de acuerdo en que hay que hacer cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad que presionan a Corea del Norte".

Sin embargo, las declaraciones de China tras la cumbre no incluyen ninguna referencia a presionar a Corea del Norte. En cambio, los comentarios de Pekín resultaron especialmente suaves. El presidente Xi simplemente "reafirmó la persistencia de China en el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la Península Coreana" y que "China se adhiere al principio de que la cuestión se ha de resolver mediante el diálogo y las consultas".

Resulta interesante observar que, en los medios de comunicación, siempre existe una enorme cantidad de artículos especulando sobre las implicaciones positivas de una evolución en las relaciones con Corea del Norte. Por lo tanto, el cese de un general perteneciente a la línea dura o el anuncio de las conversaciones intercoreanas debe presagiar el ascenso de una facción reformista.

Sin embargo, nunca aparece el correspondiente aluvión de artículos valorando la continua intransigencia norcoreana cuando sucede lo contrario, es decir, el subsiguiente ascenso del general de la línea dura a un puesto más importante o la cancelación de las conversaciones por parte de Pyongyang. Los medios de comunicación deberían preguntarse por qué la rueda sólo gira en una dirección.

Aumentar la transparencia y reducir los malos entendidos entre Washington y Pekín son objetivos loables, pero no deberían ocultar o distraer del verdadero objetivo de proteger los intereses nacionales de Estados Unidos y de alcanzar los objetivos estratégicos estadounidenses. Las fricciones entre Washington y Pekín (ya sean por Corea del Norte o en otros asuntos asiáticos a mayor escala) no se deben a "malentendidos", sino más bien a principios y objetivos enormemente divergentes.

Hasta ahora, luego de cuatro décadas de diplomacia, la sistemática lentitud de Pekín respecto a Corea del Norte y su propio comportamiento cada vez más agresivo, deberían haber eliminado cualquier tipo de confusión... e ilusión.

 

Bruce Klingner | Heritage Libertad, The Heritage Foundation