ECONOMIA INTERNACIONAL: VICTOR PAVON

El estatismo económico ha politizado y hundido el Mercosur

El Tratado de Asunción, firmado en el año 1991 y que diera origen al Mercosur, tenía como propósito la liberación comercial con desgravaciones arancelarias para dar lugar una zona de libre comercio.

19 de Junio de 2013

Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.

El Tratado de Asunción, firmado en el año 1991 y que diera origen al Mercosur, tenía como propósito la liberación comercial con desgravaciones arancelarias para dar lugar una zona de libre comercio. Pero, en la práctica, esto no ha ocurrido. Pese a todos estos años, el Mercosur es una unión aduanera.

En el presente, el bloque está estancado sin visos de mejoras, sumido en el lodazal de una costosa burocracia. Se trata de una suma de rimbombantes declaraciones y de onerosas cumbres de mandatarios. Solo sirve, como sucedió en junio del año pasado, para castigar arbitrariamente con suspensiones a países como Paraguay y autorizar el ingreso ilegal de Venezuela.

En los hechos, el Mercosur está supeditado a los fuertes intereses de la coyuntura política y económica del Brasil y de la Argentina. Los presupuestos deficitarios, el desorden monetario y fiscal, hicieron que los ingresos tributarios sean insuficientes para cubrir el gasto público. Sobrevino el estatismo económico, un modelo de proteccionismo comercial, abuso de la burocracia, con subsidios y trabas arancelarias.

Paraguay es el más perjudicado en el bloque, por cuanto nuestra industria ni tan siquiera un jabón puede colocar con facilidades en los supermercados de la fronteriza ciudad brasileña de Foz de Iguazú.

Ciertamente, Brasil en los últimos años hizo mejor sus deberes. Los brasileños aprendieron con la hiperinflación que el desorden en sus finanzas no les convenía. Siendo la economía más grande de la región, ocupa ahora el sexto lugar en el mundo. Por su parte, en la Argentina no sucedió lo mismo. Las políticas populistas se adueñaron de este país. Con diez años en el poder, e kirchnerismo acosa a la prensa libre, maquilla los índices de inflación y desincentiva el flujo de capitales.

Ambos países tienen una cosa en común. No les conviene avanzar hacia una zona de libre comercio -como lo refiere el tratado-, porque les conviene perpetuar la actual unión aduanera; esta les permite, de algún modo, mantener a sus respectivas industrias volcando sus productos en la región.

Ante estas distorsiones que imposibilitan el libre comercio, la industria paraguaya continúa siendo la más perjudicada, dado el persistente incremento del Arancel Externo Común —propiciado por Brasil y, especialmente, la Argentina— que, a la fecha, llega al 32 por ciento de los productos extrazona.

Así las cosas, el Paraguay ha quedado encerrado, a expensas de las industrias argentina y brasileña. Desde hace tres años, por ejemplo, que Argentina y Brasil libran su propia "guerra fría comercial". Ambos declaman proteger a sus economías, pero lo hacen en perjuicio de aquellas de menor porte -como la paraguaya-: Asunción no encuentra un mercado que facilite el acceso a sus productos de exportación.

Esta "guerra fría comercial" promovida por Brasilia y Buenos Aires es clara señal del intervencionismo estatal. Allí están, hoy mismo, las polémicas licencias automáticas para la importación que la Argentina va decidiendo por sí misma, y que alcanzan a más de doscientos tipos de productos de todos los orígenes, incluídos -por supuesto- aquellos que provienen del Mercosur. Resultan esclarecedoras las recientes declaraciones de la Cámara Industrial de Alimentos Envasados (Ciale) de Uruguay que llegó a la siguiente conclusión: "Olvídense de la Argentina para exportar".

Resulta difícil -por no decir imposible- que, ante las continuas prácticas contrarias al tratado original, ya sea en su vertiente económica como política, pueda revertirse este estado de situación, al menos en el corto plazo. Desde el primer día en que el nuevo gobierno paraguayo asuma el poder, debe hacer saber a los países miembros del Mercosur y al mundo que nuestro país está dispuesto a formar parte de este bloque, siempre y cuando se respete la letra y el espíritu del tratado, así como las normas de relacionamiento internacional. Caso contrario, con el actual estatismo económico que politiza el bloque solo cabe esperar lo peor para el Paraguay.

Este artículo fue publicado originalmente en ABC Color (Paraguay) el 14 de junio de 2013.

 

Víctor Pavón | The Cato Institute, sitio web en español