ESTADOS UNIDOS: AMY M. PAYNE

Barack Obama redobla su fracasada apuesta al ascender a Susan Rice

El presidente estadounidense Barack Obama es harto conocido por su lealtad hacia sus socios y aliados políticos más cercanos. Pero la nominación de Susan Rice como Asesora de Seguridad Nacional...

08 de Junio de 2013

El presidente estadounidense Barack Obama es harto conocido por su lealtad hacia sus socios y aliados políticos más cercanos. Pero la nominación de Susan Rice como Asesora de Seguridad Nacional demuestra que su preocupación por los verdaderos asuntos que amenazan la seguridad de los Estados Unidos continúa transitando la senda de lo cuestionable.

Rice era la candidata favorita para sustituir a Hillary Clinton como Secretaria de Estado, hasta que su credibilidad quedó arruinada, comprobado su mal manejo de la verdad acerca del asesinato de cuatro ciudadanos estadounidenses a manos de los terroristas en Bengasi, Libia. Simplemente, se convirtió en alguien poco recomendable y que claramente nunca pasaría el proceso de confirmación del Senado. Pero, ahora, el presidente lo ha solucionado, obsequiándole un puesto que no requiere de confirmación por parte del Congreso.

Está claro que el presidente Obama tiene fe en el juicio de Rice pero, prácticamente, nadie más en Washington comparte su valoración. Tras el fiasco comunicativo posterior a los sucesos de Bengasi, pocas personas confían en la honradez de Rice. Quienes se mostraron críticos en el Congreso, dejaron meridianamente claro que su nominación moriría al llegar al Senado, no a causa de una falta de inteligencia o experiencia, sino debido a su falta de credibilidad. Aun así, Rice será ahora la jefa de toda la política de seguridad, no simplemente de la política exterior del país. Un error que se podría transformar fácilmente en un desastre.

El nombramiento de Rice es el clásico ejemplo de un jefe de estado que redobla su apuesta política, aún cuando se haya comprobado que es errónea. Añadir a Rice a su ya anémico gabinete de política de seguridad nacional compuesto por el secretario de Defensa Chuck Hagel y el secretario de Estado John Kerry sólo conseguirá debilitar al grupo aún más. Sin lugar a dudas, se trata del gabinete de seguridad nacional más débil que jamás haya tenido esta nación.

Se ha demostrado que "el poder en la sombras", la idea de que al-Qaeda ha sido derrotada y la declaración de que la "marea belicista va menguando" están ridículamente fuera de contacto con la realidad. La Doctrina Obama, de la que Rice es una gran defensora, ha reducido la confianza del mundo en Estados Unidos y ha acabado con la influencia estadounidense en el extranjero.

Y, para empeorarlo todavía más, se ha conocido, en forma simultánea, la nominación de Samantha Power, encargada de poner al día a Rice en los asuntos de Naciones Unidas. Power ha estado manifiestamente en contra del respaldo de Estados Unidos frente a su aliado Israel, e incluso especuló en una intervención pública con que, probablemente, Estados Unidos debería, algún día, invadir Israel para “rescatar” a los palestinos. También es una firme defensora de internacionalizar cualquier crisis y de ceder la soberanía a las organizaciones internacionales, cuyo liderazgo entiende como más legítimo que el de Estados Unidos.

El presidente está decidido a cerrar los ojos ante su estática y fallida política de seguridad , afirmando que se "avanza" y que "todo va bien". El muy quimérico discurso que pronunció en la Universidad de la Defensa Nacional (NDU) en el que declarara que la guerra contra el terrorismo había acabado, simplemente porque ya no queremos seguir estando involucrados en ella, es el ejemplo perfecto de un presidente que ignora la realidad y que acepta su evidente fracaso. En realidad, para Obama, este nombramiento es completamente coherente. Rice es la fracasada persona para supervisar una política fracasada.

Mientras el mundo aguarda a que Estados Unidos desempeñe un papel constructivo, Barack Obama ha decidido insistir en sus tropiezos anteriores. El nombramiento de Rice no hará más que aumentar seriamente nuestro creciente malestar nacional.

 

Amy Payne | Heritage Libertad, The Heritage Foundation