ECONOMIA: DESDE EL PARTIDO DEMOCRATA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

El fracaso del modelo kirchnerista y la sobrevaluación cambiaria

La economía argentina tuvo un excelente desempeño cuando el Partido Demócrata y su antecesor, el Partido Autonomista Nacional, condujeron a la Argentina. Para comprobarlo, no hay nada más que revisar las series históricas de las estadísticas del PBI per cápita de todos los países del orbe...

17 de Abril de 2013

La economía argentina tuvo un excelente desempeño cuando el Partido Demócrata y su antecesor, el Partido Autonomista Nacional, condujeron a la Argentina. Para comprobarlo, no hay nada más que revisar las series históricas de las estadísticas del PBI per cápita de todos los países del orbe. En aquellos tiempos, nuestro país figuraba entre los primeros del mundo en ingreso per cápita, detrás solamente de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Australia, y en paridad con Francia y Alemania. Luego de que nuestro partido dejara el poder el 4 de junio de 1943, la Argentina comenzó un largo proceso de decadencia relativa que llega hasta nuestros días.

Uno de los factores determinantes de nuestro retroceso económico relativo de los últimos sesenta años ha sido el escaso crecimiento de nuestras exportaciones causado a su vez por los frecuentes atrasos del tipo de cambio en relación a los precios internos. El tipo de cambio es el valor que alcanza la moneda extranjera en términos de la moneda nacional. Esos atrasos se debieron siempre al surgimiento de la inflación desde fines del decenio de 1940 en adelante, y al intento, también siempre fallido, de frenar la suba de los precios internos retrasando el reajuste del tipo de cambio nominal. Para comprobar nuestro argumento sobre los frecuentes atrasos del tipo de cambio real argentino, nada mejor que observar las caídas del tipo de cambio real en el gráfico siguiente (Tipo de cambio real argentino desde 1980 hasta 2012, base 1994=1). Tipo de cambio real argentino

Debe tenerse en cuenta que, durante nuestros gobiernos, no existieron atrasos cambiarios. Durante las Presidencias de Sarmiento, Roca, Pellegrini, Sáenz Peña, y otros líderes de nuestro partido, el tipo de cambio real se mantuvo siempre alto y relativamente constante. También fue alto y estable durante los gobiernos radicales de Yrigoyen y Alvear que van desde 1916 a 1930, en este caso favorecidos por la sobrevaluación de la libra esterlina.

El atraso cambiario argentino nos perjudicó en cuatro oportunidades. La primera en 1949-1955 durante la presidencia de Perón. No la incluimos en el gráfico por ser demasiado lejana y para no sobrecargar la figura; la segunda, durante los años 1978-81 del proceso militar, que ya aparece a la izquierda de la figura; la tercera, en los años 1991-2001 bajo la inspiración del dúo Menem–Cavallo, que surge claramente del pozo central del gráfico; Y la cuarta, sobre la derecha del gráfico, donde se puede apreciar que el atraso cambiario volvió a reaparecer en 2008-2013, durante el gobierno actual de Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner.

Ya en 1956, en el famoso informe de Raúl Prebisch al gobierno provisional de aquella época, se advertía sobre los terribles perjuicios que el atraso cambiario de 1949-55 había causado a nuestro crecimiento. Se atribuía dicha sobrevaluación del peso a la "funesta" política de pretender frenar la inflación deteniendo artificialmente el alza del tipo de cambio. La observación de Prebisch tiene plena vigencia hoy día. Está claro que los países que más han crecido en la Cristina bailando en Angolaposguerra desde 1945 hasta la actualidad lo han hecho sobre la base del crecimiento de sus exportaciones, promovidas a su vez por un tipo de cambio que las estimulara.

Por ejemplo, el PBI de Japón pudo crecer al 8% anual desde 1950 hasta 1980 porque sus exportaciones en términos reales, es decir, en volumen, en moneda de valor constante, se multiplicaron 60 veces en ese período, gracias a un tipo de cambio real que permitía competir a la producción argentina en los mercados mundiales. En ese mismo periodo, las exportaciones argentinas solamente se multiplicaron por 2,5.

Otro ejemplo: las exportaciones coreanas del sur en 1960 eran de 30 millones de dólares corrientes solamente, y las argentinas de mil millones. Es decir que nuestro país exportaba 33 veces más que Corea del Sur en aquel año de 1960. Actualmente, la Argentina exporta por 80 mil millones de dólares corrientes y Corea del Sur, por 600 mil millones de dólares, es decir 8 veces más que nosotros. Para ponerlo en términos diferentes, las exportaciones por habitante de Argentina alcanzan actualmente a dos mil dólares, y las de Corea a doce mil, es decir que son ahora seis veces mayores. La clave del éxito exportador coreano estuvo en que ese país supo mantener un tipo de cambio competitivo a lo largo del tiempo y en la Argentina, por el contrario, desde 1960 hasta 2013, revaluó fuertemente tres veces su moneda o, lo que es lo mismo, redujo el valor de las divisas extranjeras en el medio local. Reiteramos: en 1978-81, esta revaluación se hizo con la "tablita" cambiaria; en 1991-2001, con la denominada "Convertibilidad", o sea, que un dólar equivalía a un peso; y, en 2008-2013, con lo que se denominó el "modelo kirchnerista". En este último período, reincidimos con el vano intento de frenar la inflación mediante el atraso cambiario y terminamos con un tipo de cambio real igual al de la vituperada convertibilidad de 1991-2001.

Si cabe alguna duda acerca de la fuerza determinante del tipo de cambio real sobre las exportaciones en la Argentina, no hay mas que observar el enorme salto que dieron nuestras exportaciones manufactureras desde 2002 al 2008 mientras el tipo de cambio real se mantuvo alto: pasaron de 16 mil millones a 46 mil millones de dólares. Además, ese salto generó una fuerte caída del desempleo. Y ni qué hablar de la gran expansión de la producción agropecuaria que se verificó en los primeros años de este milenio debido a los precios favorables. De haberse mantenido la paridad cambiaria con superávit fiscal de 2003-2007, la producción total de granos hoy superaría los 150 millones de toneladas, contra los magros 90 que efectivamente produjimos en el 2012.

Lamentablemente, la sobrevaluación cambiaria sobreviniente en los últimos cinco años, causada por una inflación del orden del 25% anual, ha arruinado el crecimiento de nuestras exportaciones y de nuestro PBI o sea de la producción nacional. Tampoco ha crecido el empleo, excepto el empleo público que ha incorporado a la Administración decenas de miles de personas sin la adecuada formación y que realmente no realizan tareas útiles para quienes pagan sus salarios. Y lo que es peor, los frecuentes atrasos cambiarios han generado una fuerte sensación de fatiga y desaliento en los sectores productivos del país. Cuatro grandes atrasos cambiarios en sesenta años es demasiado. Ellos han golpeado duramente tanto a la industria como al agro, provocando miles de cierres de empresas industriales y agropecuarias.

Por otro lado, la inflación no solamente genera sobrevaluación cambiaria. Para protegerse de la inflación, el público compra dólares precisamente para proteger sus ahorros. La fuga de capitales en los últimos seis años ha superado los 80 mil millones de dólares. Ello ha obligado al gobierno a establecer el "cepo cambiario", determinante a su vez de un mercado negro de dólares, el que ha paralizado las operaciones inmobiliarias y la industria de la construcción, intensiva en la creación de empleos. El atraso cambiario es el gran responsable del crecimiento cero de nuestra economía del año pasado y del presente año de 2013. Y también de la crisis que se avecina para después de octubre. Como en los noventa, estamos a bordo del Titanic, en una fiesta que se está acabando. El mal llamado 'modelo' kirchnerista se está acercando a su colapso.

El país debe adoptar, de una vez por todas, una estrategia exportadora sobre la base de un tipo de cambio real competitivo y abandonar sus recurrentes y masivos atrasos cambiarios. Dada la fatiga existente en los sectores de la industria y el agro con esos constantes y destructivos atrasos provocados por la inflación, debe indexarse de una vez por todas el tipo de cambio con el Indices de Precios al Consumidor, como lo hizo Chile, partiendo de un tipo de cambio inicial competitivo. Para llevar esto a cabo, en verdad de forma revolucionaria, hemos de tener una moneda sana que permita ahorrar, debe sanearse previamente al INDEC, restableciendo a los funcionarios cesanteados injustamente por el Gobierno actual. Todo ello sin perjuicio del combate contra la inflación, que debe ser prioridad, sobre la base de terminar con el dispendio alocado del gasto público improductivo. La experiencia hiperinflacionaria de 1983-89 de tipo de cambio alto acompañado de fuerte déficit fiscal, demostró claramente que el tipo de cambio real alto solamente sirve si se acompaña con un superávit fiscal del orden del 4% del PBI, como en 2004 y 2005; este superávit debe conseguirse mediante reducciones en el gasto público y la eficiencia en los servicios públicos y no con aumento de los impuestos. Para vencer definitivamente a la inflación, la segunda medida debe consistir en estimular aumentos de salarios en la medida en que estén acompañados de aumentos en la productividad promedio de la toda la economía. Estas políticas, al mejor estilo del Partido Autonomista y de su heredero histórico el Partido Demócrata, permitirían duplicar los salarios reales en diez años con pleno empleo, y a nuestro país recuperar su antiguo prestigio en el concierto de las naciones.
 

Comisión de Economía Y Finanzas, Partido Demócrata de la Ciudad de Buenos Aires
Presidente: Eduardo Conesa; Vicepresidente: Juan José Guaresti (nieto), Vocales: Rodolfo Lanús de la Serna, Lidia Lavalle Cobo, Agustín Monteverde, Francisco Wright.

Sitio web del Partido Demócrata de la Ciudad de Buenos Aires: http://www.partidodemocrata.org.ar/

 

 

 

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