La libertad económica es clave para un futuro árabe próspero

En el último número de la revista Democracy, Michael Wahid Hanna identifica los Siete Pilares del Futuro Arabe, siendo los primeros de su lista el crecimiento económico y la igualdad.

Entre los problemáticos indicadores económicos de Medio Oriente destacados por Hanna se encuentran el bajo crecimiento económico, la desigualdad y el elevado desempleo, especialmente entre los jóvenes. Hanna identifica cinco prioridades de reforma, incluidas la estabilidad política, una mayor transparencia, la eliminación de la corrupción y el clientelismo que concentran los beneficios económicos en manos de unos pocos, una mayor participación de las mujeres en la población activa y una diversificación económica encaminada a unas formas de producción laboral más intensivas.

Todas las mencionadas son grandes ideas. Y las sugerencias de actuación política de Hanna para lograrlas incluyen la disciplina fiscal, la reforma tributaria, la reducción de la burocracia y un marco legal predecible. Una idea adicional de reforma, la descentralización del poder público, recibe un tratamiento completo como pilar por derecho propio.

Todas estas ideas son elementos clave de la libertad económica, que cada año es medida por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal en el Indice de Libertad Económica. En las sociedades económicamente libres, es el individuo, y no el Estado, el que está facultado para tomar las decisiones económicas. La distribución de los recursos para la producción y el consumo se basa en una competitividad libre, abierta y transparente. Las instituciones de una sociedad libre y abierta no discriminan ni en contra ni a favor de las personas por factores como la raza, el género o, de una manera importante en Medio Oriente, la religión.

Diecinueve años de recogida de datos para el Indice conforman una imagen clara de las normativas que liberan a las personas para que puedan prosperar económicamente. Estas incluyen limitaciones de la fiscalidad y el gasto públicos, una regulación comedida, transparente e imparcial de las empresas, las instituciones financieras y los trabajadores, unos mercados abiertos y una competitividad libre, así como un Estado de Derecho que proteja la propiedad privada e impida la corrupción.

Se trata de ideas revolucionarias para una región en la que la sumisión a la voluntad de Dios se ha manifestado demasiado a menudo como una sumisión a la voluntad de un Estado todopoderoso. Aún está por ver si la Primavera Arabe puede producir un verdadero florecimiento de la libertad que rompa el ciclo de represión y violencia existente en la región. Sin duda, una mayor libertad económica sería un buen punto de partida.