ESTADOS UNIDOS: BRUCE KLINGNER & AMY M. PAYNE

Sobre el riesgo creciente de otro ataque de Corea del Norte

Corea del Norte no se detiene a la hora de amenazar a sus enemigos. La dictadura de comportamiento beligerante amenaza, en forma rutinaria, con convertir a Seúl (Corea del Sur) en un "mar de fuego".

28 de Marzo de 2013

Corea del Norte no se detiene a la hora de amenazar a sus enemigos. La dictadura de comportamiento beligerante amenaza, en forma rutinaria, con convertir a Seúl (Corea del Sur) en un "mar de fuego". Videos recientes exhiben amenazas contra los Estados Unidos de América, de la mano de una aniquilación nuclear.



Por cierto que, luego de que esas incontables amenazas no llegan a convertirse en acciones, el mundo se pregunta cuándo darles crédito. Sin embargo, el joven líder norcoreano preside una administración que exhibe un peligroso patrón de comportamiento.

A lo largo de los años, Norcorea ha atacado -en reiteradas oportunidades- objetivos militares y civiles incluyendo, dentro de su estrategia, los intentos de asesinato contra el presidente de Corea del Sur, la voladura de un avión comercial, el derribo de una aeronave de la fuerza aérea estadounidense y el abordaje de un buque de la armada norteamericana. Este mes, Corea del Norte anuló el armisticio que pusiera fin a la Guerra de Corea, movilizó artillería en áreas cercanas a la zona desmilitarizada (DMZ), y advirtió a los surcoreanos que residen en islas fronterizas que deberán evacuarlas.

Todo ello sugiere un gran potencial para un nuevo ataque -acaso inminente- sobre objetivos civiles y militares de Corea del Sur. Norcorea anunció este martes que había puesto a la totalidad de su artillería y fuerzas provistas de cohetes en estado de alerta máxima, incluyendo a aquellas unidades "asignadas para Misil norcoreanoatacar a las bases agresoras del imperialismo estadounidense en territorio continental norteamericano, Hawaii y Guam, así como otras zonas en estado operacional en el Pacífico; y lo propio con objetivos dentro de Corea del Sur".

El jefe de estado surcoreano Park Geun-hye ha prometido responder con firmeza a cualquier nuevo ataque de su vecino del norte -y Seúl debería contraatacar si este escenario tiene lugar. Si no existieran consecuencias, el norte continuará con sus ataques, como hasta ahora.

Por supuesto que una respuesta más firme de parte de Corea del Sur podría conducir a una escalada, y Estados Unidos deberá estar preparado para unirse a su aliado. De hecho, el gobierno estadounidense está comprometido con ello. El 22 de marzo, Washington y Seúl firmaron un Plan Combinado de Contraprovocación, a criterio de replicar ante cualquier ataque norcoreano de nivel táctico. El acuerdo provee a "una respuesta combinada, de carácter fuerte y decisivo, entre los Estados Unidos de América y Corea del Sur".

Pero tanto amigos -como enemigos- cuestionan la capacidad de EE.UU. para convertir esas promesas en resultados.

Las amenazas norcoreanas empujaron a la Administración Obama a revertir recientemente algunas de las reducciones planteadas en materia de defensa misilística, pero ello no ha sido suficiente. La seguridad de la Administración respecto de que el país puede defenderse a sí mismo y a sus aliados contradice, en rigor, al Secretario Adjunto de Defensa, que advirtió que el secuestro de la defensa (los recortes presupuestarios en el área) podrían devolver efectos devastadores en perjuicio de los esfuerzos militares de los Estados Unidos en el Océano Pacífico.

La promocionada propuesta de "Orientación hacia Asia" de la Administración Obama solo ha sido retórica, y no cuenta con recursos. Las afirmaciones del gobierno federal en el sentido de que habrá de reenforcarse hacia ese continente se vieron comprometidas por una estrategia de defensa centrada en el presupuesto, que ha dejado mal paradas a la credibilidad y la determinación de EE.UU., poniéndolas en duda.

Las necesidades en materia de defensa deberían orientar al presupuesto del área; de los recortes planteados, muchos más de ellos necesitan ser revisados, a criterio de asegurar que las fuerzas estadounidenses sean capaces para ejecutar cualquier acción que pueda exigírsele.

Corea del Norte puede estar fanfarroneando -como ya lo ha hecho en el pasado-, pero Estados Unidos no puede arriesgarse: el país necesita estar preparado para el momento en que se decida a atacar.


* Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés en http://blog.heritage.org/2013/03/28/morning-bell-growing-risk-of-another-north-korean-attack/

 

 

Bruce Klingner y Amy M. Payne | Heritage Libertad, The Heritage Foundation