ECONOMIA INTERNACIONAL: ALEX KAISER

El espejismo de la justicia social

Las palabras y conceptos -explicó el filósofo marxista Louis Althusser- pueden servir como verdaderos "explosivos o venenos" y su captura constituye una parte esencial de la estrategia revolucionaria anticapitalista

20 de Marzo de 2013

Axel Kaiser es Director Ejecutivo de la Fundación para el Progreso (Chile).

Las palabras y conceptos -explicó el filósofo marxista Louis Althusser- pueden servir como verdaderos "explosivos o venenos" y su captura constituye una parte esencial de la estrategia revolucionaria anticapitalista. Probablemente no exista un concepto más nocivo para la estabilidad y prosperidad de una sociedad en el sentido de Althusser que el de "justicia social".

A pesar de haber sido una de las causas centrales en la ruinosa crisis actual de las sociedades occidentales, la idea de justicia social se El espejismo de la justicia socialpresenta aún por sus partidarios —los más de ellos bien intencionados— como un principio de incuestionable validez ética y como la aspiración máxima de un orden económico y social. Convertido en dogma, basta su invocación para dividir el mundo entre buenos y malos, siendo sus partidarios los primeros y sus detractores los segundos.

Una discusión de fondo, sin embargo, permite esclarecer el carácter profundamente inmoral de esta idea asi como su potencial destrucivo y falaz fundamentación. En su formulación clásica, la idea de justicia social apunta a la redistribución de riqueza. Supone que es injusto que algunos tengan más riqueza y oportunidades que otros y apela a la corrección de la injusticia —o desigualdad— mediante la intervención estatal.

Para los partidarios de la justicia social, una sociedad de personas libres que transan voluntariamente en un mercado abierto y competitivo conduce a resultados injustos, toda vez que unos obtienen y transfieren a su descendencia mayores ventajas que otros. A la base de la idea de justicia social se encuentra, así, la antigua creencia de que el mercado es un juego de suma cero donde unos ganan a expensas de otros. Pues si pensáramos lo contrario, esto es, que la ventaja de unos se explica por haber incrementado el bienestar de los otros, entonces difìcilmente podría argumentarse que los resultados de un orden de mercado libre son indeseables y menos aún injustos, si éstos han respondido a acuerdos libres y honestos entre sus participantes. Y este es exactamente el caso en un orden de mercado. En él, especialmente los más desaventajados en una sociedad ven incrementado su estándar de vida de manera sustancial, gracias a la creación de riqueza lograda por los más aventajados.

Los Steve Jobs, Bill Gates y Andrew Carnegie de este mundo —todos quienes partieron desde abajo por lo demás— crearon su riqueza mejorando de paso la calidad de vida de todos nosotros. Gracias a ellos y a gente como ellos, millones de personas que fueron pobres ya no lo son, y aquellos que continúan en la pobreza tienen mejores oportunidades que nunca para salir adelante.

El justiciero social no lo ve así. Para él, la sociedad ha sido injusta con los menos aventajados y estos merecen ser compensados por el mero hecho de su desventaja. En esta lógica, la sociedad es algo distinto al conjunto de individuos que la integra: ésta tiene una inteligencia propia y una voluntad propia que determinan los resultados del mercado en favor de unos y en perjuicio de otros. De ahí que la injusticia sea "social". Pero la verdad es que la sociedad no puede ser injusta porque no existe como tal. Solo las personas concretas pueden ser injustas, no las abstracciones. Si eso fuera así, entonces la justicia social consiste en un espejismo que, al pretender resolver una injusticia inexistente mediante el uso de la coerción estatal, termina transformándose ella misma en una fuente de injusticia por excelencia. Pues como hemos visto, en el fondo la idea de justicia social supone que el actuar de las personas -aún siendo libre y honesto- puede ser injusto si sus resultados conducen a la desigualdad. Y, puesto que mientras haya libertad esos resultados siempre serán desiguales, entonces la búsqueda de justicia social no terminará hasta haberla estrangulado completamente y el espacio de cooperación voluntaria haya sido reemplazado enteramente por coacción estatal.

Este artículo fue publicado originalmente en El Mercurio (Chile) el 5 de marzo de 2013.

 

Alex Kaiser | The Cato Institute, sitio web en español