INTERNACIONALES: JAMES M. ROBERTS

La muerte de Hugo Chávez podría resucitar a la libertad económica en Venezuela

Aún cuando Hugo Chávez falleció la semana pasada en Caracas, la libertad económica supo precederlo en Venezuela durante, al menos, una década.

13 de Marzo de 2013

Aún cuando Hugo Chávez falleció la semana pasada en Caracas, la libertad económica supo precederlo en Venezuela durante, al menos, una década.

Cuando Chávez tomó el poder en 1999, la economía venezolana rescataba 54 puntos sobre 100 en el Indice de Libertad Económica elaborado anualmente por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal. Esto era suficiente para que el país fuera considerado dentro de las economías 'medianamente libres' del globo. Actualmente, luego de catorce años bajo el chavismo, la economía venezolana califica con un puntaje de, apenas, 34 unidades. Esta caída de veinte puntos es la más importante que se haya registrado en ese período, y deja a la nación como la cuarta economía más reprimida del planeta.

En su rol populista, acostumbrado a presentarse como un moderno Robin Hood, Chávez solidificó su base de poder en los pobres de la nación, empleando programas redistribucionistas que fueron calificados por él mismo como "Socialismo del Siglo XXI". Sin embargo, esta aproximación ha fracasado holgadamente a la hora de producir mejoras materiales en la vida de los desfavorecidos. Solo en los últimos doce meses, aquéllos padecieron el desabastecimiento de alimentos básicos, una importante devaluación de su moneda, y una tasa de inflación del 26% anual.

Estas políticas resultaron exitosas solo a partir de la expoliación de las clases medias, y desde el fortalecimiento de la base de poder de Chávez entre los pobres (incluso dejándolos en una situación aún peor). Miles armaron su equipaje y partieron, desilusionados por la desagradable atmósfera creada por la venenosa retórica de lucha de clases creada por el ahora fallecido ex presidente. Otros, simplemente se vieron privados de vivir sus vidas, mientras Chávez nacionalizaba la energía, la banca privada y las compañías de telecomunicaciones. El difunto ex mandatario incluso confiscó más de un millón de acres en tierras cultivables, para ser otorgadas a trabajadores.

Hugo Chávez Frías y sus cómplices no exhibieron reparo alguno al momento de pisotear el derecho a la propiedad y el estado de derecho -dos de los pilares de la libertad económica. Gracias a un sistema judicial disfuncional -que el propio Chávez controlaba con su mano-, los contratos eran simplemente rechazados, apenas se probaban políticamente inconvenientes. La inversión extranjera ha desaparecido, con la excepción de aquellas provenientes de naciones favorecidas como la República Popular China e Irán, que siempre podrán contar con los tribunales dominados por el chavismo para que fallen a su favor.

El reino chavista de capitalismo de amigos e ineptitud no se detuvo allí. En su columna de The New York Times, Rory Carroll apunta: "El desastre burocrático y la corrupción se han vuelto tan severos, que los asesinatos se triplicaron en el país hasta alcanzar los veinte mil por año, y las bandas criminales continúan secuestrando víctimas descaradamente".

La corrupción ha cobrado un carácter tan rampante en las estructuras del gobierno venezolano, que llevó al escritor mexicano Carlos Fuentes a describir a Chávez como un "Mussolini del trópico".

Y esos niveles de corrupción permitieron ganar toneladas de dinero en la Venezuela de Chávez. Un análisis del Departamento de Estado americano reporta que Venezuela se ha convertido en un "país importante para el tránsito de drogas ilícitas", en un marco caracterizado por un "sistema judicial débil, una cooperación internacional antinarcóticos inconsistente, fuerzas policiales permisivas y un ambiente político corrupto".

Al propio Hugo Chávez le ha ido muy bien. Los activos netos de su familia fueron estimados -de manera conservadora- en US$ 100 millones, y quizás la cifra sea superior. A criterio de conducir sus finanzas personales, decidió acercarse más a su mentor cubano Fidel Castro, antes que a Robin Hood. La Revista Forbes ha estimado que, luego de casi medio siglo de "servicio público", Castro ha amasado una fortuna personal cercana a los mil millones de dólares, hacia 2006.

Chávez deja a su familia bien protegida de cara al futuro. Pero deja a sus conciudadanos un legado bastante más amargo. Tal lo resume el economista venezolano Moisés Naim:

"Deja el país en ruinas.... Jamás un líder latinoamericano ha gastado tanto dinero, malgastado recursos y empleado incorrectamente su poder. Chávez pudo haber transformado a la nación pero, en lugar de ello, empleó todos esos recursos para construir un culto a la personalidad, promover una ideología fracasada y diezmar la economía de Venezuela".

En resumen, Hugo Chávez Frías convirtió a las abundantes bendiciones del país en materia de recursos naturales en una maldición, estrangulando a la libertad económica en el proceso. Exprimió a los sectores medios de la nación y transformó a Venezuela en un pozo de criminalidad, corrupción e ineficiencia, plagado de escasez y alta inflación. Peor todavía, la división entre los pudientes y los desfavorecidos -que ayudó a Chávez a llegar al poder- es más grave que nunca.

La Era Chávez también se caracterizó por la mala administración, fundamentalmente -y de manera espectacular- en Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Bajo Chávez, el nepotismo y las políticas populistas reemplazaron al profesionalismo en la otrora respetada compañía petrolera. Como resultado, la producción anual venezolana de crudo ha caído en más de un veinte por ciento, a 2.5 millones de barriles diarios, conforme estadísticas de la Agencia Internacional de Energía. La nación que antes era rica en petróleo, hoy debe importar y racionar los combustibles.

Chávez desvió las utilidades de PDVSA -patrimonio nacional-, con miras a sostener su agenda política doméstica y en el extranjero.

Ahora, en tanto PDVSA intenta vanamente mantener sus niveles de producción, no deja de generar enormes ingresos. Y, de casi un billón de dólares estadounidenses generados desde 1999, algunas estimaciones cifran el número malversado por los grupos criminales "bolivarianos" en más de cien mil millones de dólares.

Conforme lo advirtiera la columnista María Anastasia O'Grady en The Wall Street Journal, el mayor peligro para Venezuela es que el chavismo sobreviva a Chávez, tal como el peronismo ha sabido sobrevivir a Juan Perón.

La Argentina jamás ha podido desembarazarse el peronismo, que reemplazó al estado de derecho con una dirigencia en manos de una troika confeccionada a base de grandes sindicatos, producción local y una clase política corrupta. La otrora próspera nación sudamericana está, actualmente, siendo gobernada por una presidente peronista y, nuevamente, se desliza hacia la represión, la inflación y la pobreza.

En cualquier caso, la libertad económica en Venezuela no tiene dónde ir, salvo hacia arriba, en la era post-Chávez. Sus continuadores en el partido -aún cuando puedan mantenerse en la función pública-, carecen del poderoso carisma del fallecido líder para distraer de la realidad que remite a un país en colapso político y económico.

Mientras Hugo Chávez reposa en su tumba recientemente cavada, numerosos venezolanos no dudan de que los primeros frutos de la libertad vuelvan a florecer en su patria, luego de una prolongada sequía.


James M. Roberts es Investigador dedicado a Libertad Económica y Crecimiento en el Centro para Comercio Internacional y Economía (Center for International Trade and Economics). Antes de unirse a la Fundación Heritage en 2007, sirvió durante 25 años en el Departamento de Estado. Como funcionario del servicio exterior, Roberts se desempeñó en las embajadas de Estados Unidos en México, Portugal, Francia, Panamá y Haití.

* Traducción al español: Matías E. Ruiz

 

 

James M. Roberts | Heritage Libertad, The Heritage Foundation