POLITICA: LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

La estrábica moral

Había una vez, una Comarca en la que la Reina se había contagiado -del Rey muerto- el virus de una grave enfermedad: estrabismo exotrópico.

03 de Agosto de 2012

Había una vez, una Comarca en la que la Reina se había contagiado -del Rey muerto- el virus de una grave enfermedad: estrabismo exotrópico.

En ella, el contagio evolucionó hacia una cepa virósica aún más grave, que no era otra cosa que un mecanismo de defensa de ese virus. El estrabismo de ella se hallaba encriptado en su moral de letrina. Era estrabismo moral.

Twitter, Lic. G. BunseNo se le notaba en los ojos pero, igual, veía todo en forma oblicua. Es decir que su visión desviada era también invertida. Dicho en otras palabras, ella veía todo en falsa escuadra y además lo percibía al revés.

Tenía un Ministro de Trabajo que promovía el desempleo y el fomento a los arreglos oscuros con los gremios. Un Ministro de Economía que buscaba, con denuedo, la quiebra nacional. Con índices falsos y con mentiras que lo arrastraban hacia una vergüenza tan enorme que lo convertían en invisible.

... un Ministro de Defensa que creía mucho más en la indefensión del reino que en la protección de los intereses soberanos, por lo que dejó a las Fuerzas Armadas absolutamente exánimes.

... una Ministro de Acción Social que desarrollaba un secreto plan de autobeneficios sociales, en virtud de los cuales compraba terrenos caros a precio de indigentes, con la ayuda de la Reina -viuda de su hermano-.

... un Ministro de Justicia que trabajaba en modo frenético con la Ministra de Seguridad para promover el delito en todas sus formas. Para lo cual habían ideado un sistema de liberación de presos de la peor laya (violadores, estranguladores y acuchilladores famosos), a modo de avisarle a cualquier delincuente en potencia que, si esa era la suerte que corrían los casos más graves se podía, pues, estar tranquilos. Robar, asaltar y -por supuesto- arrebatar por la calle a cualquiera, con enormes chances de tener, incluso, mejores premios.

Había también un Ministro de Relaciones Exteriores que promovía la buena vecindad con los países terroristas y pseudodemocracias totalitarias como Irán, Siria, Angola o Venezuela. Así como la pelea permanente con las naciones más desarrolladas del mundo.

... un Ministro de Educación que no sólo propugnaba el analfabestismo sino que, además, alentaba la toma de escuelas por la causa que fuese. Haciendo declaraciones sobre que eso era el mejor ejemplo de una visión democrática. La toma de profesores como rehenes... le agradaba.  

CFK, Bolsa de Comercio... un Ministro de Turismo que promovió -con su apoyo a las restricciones cambiarias- la quiebra de todas las agencias de turismo del país.

... un Ministro de Agricultura ganadería y Pesca que impulsaba, cada vez con mayores impuestos y retenciones, el hundimiento del que quizás era el último sector que quedaba en pié en la Comarca.

Y la estrábica moral que, como Reina, mentía por doquier. Y ahuyentaba -de cualquier manera posible- las inversiones, haciendo que la vida dentro de las fronteras de esa comarca fueran un verdadero infierno.     

Para ello, había elegido como segundo de Palacio a un criminal acusado de cualesquiera de las tropelías de los depredadores conocidos.

No era exagerado, ante eso, llegar rápido a una conclusión siniestra: la comarca se hallaba en manos de criminales hechos y derechos. Es así de simple.   

Y me refiero no solamente a los dos de la fórmula que ejercían la primera autoridad real, sino a todo un ejército de corruptos, integrantes también de su elenco, que accionaban a su sombra como una fauna de inmorales y que parecían algo más notorios sólo por su cotidiano trabajo de desfalco.

Eran -a la sombra de esta estrábica moral- todos terribles ladrones que ni siquiera usaban guante blanco. Enriquecidos por el descomunal saqueo diario y sin escrúpulos a las arcas del reino que conducían. Habían puesto la Comarca patas para arriba. Se habían puesto al reino, literalmente, de sombrero.
 
No había excepción posible en esto. Como que, los que operaban al socaire de la Reina eran, como mínimo, cómplices o partícipes necesarios del dolo y de la depredación cotidiana.

El enriquecimiento ilícito era algo que, para todos ellos, resultaba acaso mucho más que un acto de fácil acceso. Era un objetivo personal a lograr. Aún si, para lograrlo, había que matar a la Patria. Un patricidio criminis causa.

Cualquier iniciativa -desde la más extravagante y retorcida hasta la más flagrantemente violatoria de los derechos y garantías consagradas en la Constitución del reino- tenía el camino expedito para ser un bando real monstruoso destinado a convertir los actos delictuales en legítimos y legales.

Como se ha dicho, la Comarca parecía creada para desarrollar una catástrofe en cámara lenta. Un descarrilamiento interminable y un panorama tan desolador que parecía como si en el Palacio se empeñaran en enterrar a todos los súbditos vivos en esa tierra. La comarca se convirtió en cenizas... como Cartago.

Si esta fábula tiene algún rasgo parecido a la realidad, ello no es casual.

En nuestro país, es peor. Por cuanto estos episodios simples representan sólo una muy pequeña parte de la moral de baldío que tienen ella y quienes la rodean. Muestran, de este modo, cómo se disponen a matarnos de un modo lento, en un pozo. Tirándonos la tierra en la cara desde el borde mismo de nuestras fosas.

La mentira y el dolo extravagante de este enorme circo de ladrones es algo que va a convertirnos en Cartago, a corto plazo.

A toda comarca ciega, le puede llegar su tuerto o su estrábica moral.


Lic. Gustavo Adolfo Bunse | El Ojo Digital Política
Twitter
: http://twitter.com/gbunse

 

Lic. Gustavo Adolfo Bunse | El Ojo Digital Política