INTERNACIONALES: CARLOS RANGEL

Marx y Bolívar

Bolívar es una figura histórica, no un santo, y nada perdemos con saber que también tuvo enemigos y detractores. Como suele suceder con los verdaderos grandes hombres, se da el caso de que, lo que en su momento tuvo la intención de herirle se vuelque, al ponerlo en perspectiva, en su favor.

01 de Agosto de 2012

Carlos Rangel (1929-1988) fue un destacado periodista e intelectual venezolano y autor de "Del buen salvaje al buen revolucionario" (1976) y "El Tercermundismo" (1986).

Este artículo fue publicado originalmente en Marx y los socialismos reales y otros ensayos (Monte Avila, 1988).

Bolívar es una figura histórica, no un santo, y nada perdemos con saber que también tuvo enemigos y detractores. Como suele suceder con los verdaderos grandes hombres, se da el caso de que, lo que en su momento tuvo la intención de herirle se vuelque, al ponerlo en perspectiva, en su favor.

Todos los escolares venezolanos aprendimos de nuestros maestros la escena sublime en que Bolívar, trepado sobre un montón de ruinas, el día del terremoto de Caracas, arenga a la multitud, aterrorizada por la prédica de que el sismo había sido un castigo divino por la desobediencia al rey Marx y Bolívarespañol, con las palabras: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Pues bien, ¿cuántos de quienes tenemos la escena grabada en la mente, como signo de uno de los más dramáticos y notables rasgos del carácter bolivariano, sabemos que la fuente, la única fuente de ese episodio es el libro de un feroz enemigo de la independencia americana? El relato donde se encuentra es Recuerdos de la rebelión de Caracas, de José Domingo Díaz, furibundo realista, quien, tras describir el terremoto, atribuirlo a la cólera divina contra los criollos infieles al rey y describir el arrepentimiento de la multitud postrada en actitud suplicante ante sus guías naturales, los sacerdotes, agrega que fue ése el momento en que el joven exaltado e insensato que era Simón Bolívar trepó sobre un montón de escombros e increpó a la multitud “con la siguiente blasfemia”: (aquí las palabras célebres).

Si José Domingo Díaz no hubiera estado presente, y no hubiera reportado la escena con la máxima inquina, habríamos perdido una de las más vívidas y significativas imágenes que tenemos del Libertador.

Un caso algo distinto es el de Marx, quien no aporta, naturalmente, testimonio alguno de primera mano sobre Bolívar, pero, seguramente por eurocentrismo, tuvo siempre por él un odio despectivo. Por ejemplo, en el artículo sobre Bolívar que escribió Marx en 1858 para la New American Cyclopedia (New York, D. Appleton and Company, III, pp. 441-446), dice cosas como éstas: “(Bolívar), con el pretexto de requerir custodia, se hizo rodear por las mejores tropas, con todo el aparato y pompa de una corte (real). Sin embargo, al igual que la mayoría de sus compatriotas, detestaba cualquier esfuerzo sostenido, de modo que su dictadura pronto condujo a la anarquía militar. Los asuntos más importantes (del Estado) quedaron en manos de favoritos, quienes malbarataron las finanzas y enseguida acudieron a medios odiosos para restablecerlas”.

O como ésta: “Habiendo quedado dispersa la vanguardia (de Bolívar) por una escaramuza de los hombres de Morales, (Bolívar), según el relato de un testigo, perdió la cabeza, se quedó mudo, dio media vuelta a su caballo y huyó a toda velocidad hacia Ocumare. Esta aldea la atravesó a galope tendido y, llegando a la orilla .del mar, saltó del caballo y de la playa a un bote que lo llevó hasta el Diana… dejando a sus compañeros desvalidos en tierra”.

O ésta: “Piar, el conquistador de Guayana, quien ya una vez antes había amenazado (a Bolívar) con hacerlo juzgar por una corte marcial por desertor, no perdía oportunidad de burlarse de este ‘Napoleón de las retiradas’. De allí que Bolívar concibiera un plan para liquidar a Piar...”.

O ésta: “(El error de Bolívar), al retirar súbitamente la Legión Británica, más temida por los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, dio a Morillo la oportunidad de reunir sus refuerzos...”.

O ésta: “En el año 1827 (sic), que marca el comienzo de la declinación de su poder, (Bolívar) urdió la idea de reunir en Panamá un Congreso con el pretexto de establecer un nuevo código democrático internacional... Su intención oculta era convertir toda Sudamérica en una república federativa con él a su cabeza como dictador...”.

O ésta: “Tan pronto (Bolívar) se dio cuenta de que Páez estaba dispuesto a dar batalla, su coraje se esfumó. Por un momento pensó incluso someterse a Páez...”.

Todo el artículo (de cinco extensas páginas) está concebido en esos términos. Pero eso no es todo. Charles Dana, el editor de la New American Cyclopedia, se alarmó de la bilis de Marx contra quien, ya en 1858, era universalmente respetado como Libertador de cinco repúblicas, pensador político original y profundo, hombre universal, brillante conductor de tropas y excelso hombre de Estado. Ante las objeciones de Dana, Marx escribió a Federico Engels el 14 de febrero de 1858 una carta malhumorada: “Dana le ha cogido miedo al artículo sobre Bolívar porque (dice) que está escrito en un estilo prejuiciado (“a partisan style”), y me exige mis fuentes. Claro que se las podría suministrar, aunque encuentro que es una petición extraña. En cuanto al ‘estilo prejuiciado’, debo admitir que fui un poco vehemente. Pero es que es demasiado absurdo ver a este Soulouque1, a este canalla cobarde, miserable y ordinario, puesto por las nubes como si fuera Napoleón”.

 

Nota:

1. Fanstin ElIe Soulouque (1785-1867) fue electo presidente de Haití en 1847 y se proclama emperador en 1849. Gobernaba todavía en medio de una corte grotesca en 1857 y 1858, cuando Marx escribió el artículo sobre Bolívar para la New American Cyclopedia y la carta a Engels citados.

 

Carlos Rangel | The Cato Institute, sitio web