POLITICA - PARTIDOS: DESDE "LA SOLANO LIMA", AGRUPACION MACRISTA

Tratado de Delincuencia

Cada vez que el kirchnerismo se encuentra en una desventajosa posición política, saca a relucir toda su artillería populista autoritaria. No siempre los resultados buscados son iguales a pesar de atravesar por situaciones de descontento social y de caída en las encuestas.

01 de Agosto de 2012
Cada vez que el kirchnerismo se encuentra en una desventajosa posición política, saca a relucir toda su artillería populista autoritaria. No siempre los resultados buscados son iguales a pesar de atravesar por situaciones de descontento social y de caída en las encuestas.
 
En 2009 –luego de la derrota de segundo término- el oficialismo gobernante salió con una batería de leyes que le permitieron recuperar la iniciativa y la hegemonía ideológica del relato. Así, por ejemplo, sancionaron la ley de medios y las Primarias, Abiertas, Obligatorias y Simultáneas (PASO). La ley de medios les permitió asegurarse el enemigo ideal: el Grupo Clarín, al que acusaron – y acusan- de todos los males de la Humanidad. En dicha oportunidad contaron con la complicidad de la progresía legislativa.
 
Néstor y Cristina KirchnerLos radicales y los socialistas de Binner cayeron como chorlitos en la trampa. Después con las PASO terminaron padeciendo la derrota catastrófica de octubre porque es una ley hecha a medida del partido de Estado que sueña con eternizarse en el poder. Los residuos populistas todavía son fuertes en la UCR y en el FAP. Margarita Stolbizer fue una de las voceras de la ley de medios pergeñada a imagen y semejanza de los kirhcneristas. Una nueva ley de medios era necesaria, pero no una herramienta al servicio del populismo autoritario. Tarde para lágrimas. Los wichis todavía no tienen su canal de televisión…
 
El único partido que se mantuvo en una línea de coherencia y de oposición alternativa ha sido el  PRO. Por eso seguimos siendo el único proyecto distinto y superador del kirchnerismo sin compromisos populistas. No es ninguna casualidad ni mucho menos una concesión. Es una consecuencia buscada con esfuerzo militante y propositivo. Mauricio Macri concita el odio populista del conjunto de la progresía porque se afianza cada día con mayor fortaleza. Confiamos en que la sociedad sabrá reconocerlo llegado el momento.
 
Entretanto, el desgobierno de la Presidenta de los kirchneristas se perfila a emprender una avanzada que carece de retorno.  Tiene perfiles de salto al vacío. Aunque preferimos ser prudentes y ceñirnos a lo estrictamente político.
 
Nuestra tesis es que el kirchnerismo significa un indulto inmoral que se esfuerza por globalizar la representación del progresismo populista mediante la utilización de todos los aparatos y recursos del Estado. De ahí que sea un partido de Estado, negador de la República y sus instituciones fundamentales. Negar la República y sus instituciones es propio de un régimen fascista, de derecha. Sin embargo, el relato oficial logró imponer su voluntad y lo vende como una obra de la izquierda. Hay fascismo de izquierda, por supuesto, pero este no es el caso debido al enriquecimiento ilícito de los funcionarios y al estilo de vida dispendioso de la Presidenta que habla para pobres imaginarios y vive como una millonaria burguesa norteamericana. Además gobierna con estilo monárquico, aunque sus groserías y vulgaridades la alejan del refinamiento cortesano.
 
¿Por qué decimos que el kirchnerismo es un indulto inmoral? Porque convoca a tirios y troyanos, les perdona el pasado y los suma al “proyecto”. Los incorporados se convierten de un saque en los buenos de la película aunque hayan sido menemistas, ucedeístas, comunistas, montoneros, carapintadas, erpianos, etcétera. La amplitud kirchnerista permite que saltimbanquis como Aníbal Fernández sea simpático para la intelectualidad rentada de Carta Abierta. O que el amigo de Irán Luis Delía comparta el auditorio de aplaudidores con Sergio Burstein, dirigente de las víctimas de la AMIA.
 
En cambio, los enemigos de la Patria son los productores rurales de la Mesa de Enlace (eso sí, a las retenciones las usan para hacer clientelismo), los periodistas críticos, Mauricio Macri, Hugo Moyano y cualquier ciudadano que se atreva a denunciar la inseguridad ciudadana, la inflación, la corrupción, el incumplimiento de las leyes, el aumento de la pobreza, el estancamiento económico, la falta de salud pública, el desastre en la educación. Estas prioridades, estos reclamos ¿en qué país son considerados demandas de la derecha? En el país de las maravillas de Cristina Fernández Kirchner, lo que demuestra la insostenibilidad del relato.
 
El kirchnerismo indulta a cambio de sumisión. Una muestra concreta es la ausencia del Partido Justicialista que ya ni siquiera es un apéndice de los caprichos de la Casa Rosada. Lisa y llanamente lo borraron de la escena política nacional. Someterse al verticalismo ramplón de la Presidenta es la clave que ayuda a mejorar los ingresos a fin de mes y si el funcionario es atrevido pasará a alistarse en las filas de la nueva oligarquía de Puerto Madero.
Indultan, dan chapa para salir por los medios oficialistas a acusar con falsedades a los tilingos opositores, a los vendepatria, a los peones de Magnetto. Desfilan los conversos por los medios paraestatales con el relato desgastado afín de hostigar y difamar a los que piensan distinto. Tienen impunidad. Horacio Verbitsky nunca les sacará el archivo mientras permanezcan siendo fieles a la reina tolosana. Pero el día que se atrevan a saltar el cerco, les caerán encima desde la agencian Télam hasta el más perejil de los blogueros, con dicterios a granel. A Moyano ahora lo acusan de “liberal”. Patético.
 
El método de la descalificación, del apriete permanente, no es obra exclusiva de Cristina. Es de Néstor, su maestro, quien apenas asumió lanzó aquella frase célebre: “Nadie resiste un archivo” (fíjense a Juanjo Álvarez cómo le fue). Él sabía bien de qué hablaba. Su oscuro pasado lo atormentaba. Apropiarse de los derechos humanos y focalizar la atención en la dictadura y en los 90 requería de una historia de coherencia que él no tenía. Por eso de inmediato transó con Clarín. Le dio todo. Y el multimedio le regaló las primeras cien tapas para que hiciera pie y luego pudiera colonizar el Estado y las cajas. Imbatible. Chau Duhalde. Bienvenido relato oficial. Página/12 pasó a ser el vocero esencial. La progresía cobraba un billete grande por ventanilla y conseguía lavar sus culpas por la Alianza fracasada. Negocio redondo.
 
Sin dudas consideramos que es justo y oportuno afirmar que el kirchnerismo es hijo de la mentira, de la falsificación de la historia, de la sobreactuación. Su combustible es la corrupción y la compra de voluntades. De lo contrario, es imposible comprenderlo. Tanta flexibilidad y amplitud en sus bases de sustentación conlleva indefectiblemente al vacío de contenido, a la nula existencia de una doctrina homogénea y unificadora. De cada pago un paisano que mantiene su particularidad y sectarismo. En nombre de un movimientismo rayano con el absurdo. La Presidenta reivindica en un mismo acto a Juan Manuel Rosas y al bandolero Felipe Varela. Contradicción. Nada de lógica. Y no se trata de buscarle una interpretación académica, que tenga carnadura teórica en alguna categoría política conocida. Tampoco es algo novedoso. Es pragmatismo con disfraz de progresismo, con dosis de autoritarismo y de acendrada conflictividad. Solemos caracterizarlo como populismo porque es lo más cercano a él por su negación de la República y la institucionalidad, su apego restaurador al estatismo arcaico y al nacionalismo de opereta.
 
Sin embargo, los kirchneristas se dan el lujo de divulgar los más increíbles calificativos contra Macri o Moyano. Tratándolos de asociar con la dictadura, la derecha o los 90. Son sus ataques preferidos. Lo repiten tanto un bloguero como un intendente del Conurbano cómplice de la mafia policial bonaerense, pero protegido por el indulto inmoral. Exmenemistas que execran los 90. Exduhaldistas que acusan de narco a Duhalde. Excarapintadas que manipulan a piqueteros. Exprocesistas que pontifican sobre los derechos humanos. Excavallistas que reniegan del Consenso de Washington. Exucedeístas que son elogiados por Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini. Exaliancistas que repudian a la Alianza. Vale todo porque van por todo y tergiversan todo para robarse todo. No está mal cambiar, lo que está mal es tener memoria hemipléjica y dar cátedra de moral sin haber hecho una mínima autocrítica. Ocultan el pasado como si nadie supiera quiénes son, de dónde vienen y qué hicieron. Hipócritas.  
 
Nota de color: con el pago del corralito se ponen a la altura del General San Martín, ocultando los beneficiarios reales de otro negociado, entre ellos Hugo Chávez, banqueros, kirchneristas de primera línea. Y la manada aplaude, se emociona, cree bajar de la Sierra Maestra.
 
El plan político es eternizarse. Harán lo imposible. En esta segunda mitad de 2012, época de cajas flacas, le dan otra vuelta de tuerca al relato. A pesar de la ola de inseguridad, no se ruborizan y tratan de globalizar la representatividad progresista. Les han entrado a los presos, con lugares comunes de las ciencias sociales, aseguran que están reinsertándolos en la sociedad, sacándolos de las cárceles para llevarlos a actos kirchneristas mediante la tarea educadora del Vatayón Militante. Y la Presidenta va más lejos cuando hace la apología de los barras bravas.
 
¿Adónde apunta esta fase del relato? A la clientela seducida por el derechohumanismo. A los sectores de clase media urbana permeables al progresismo populista. Así la Presidenta divide falsamente entre izquierda y derecha. Si te oponés a la “socialización” de los presos, sos un facho (dictadura, década de los 90, neoliberalismo). Y, paralelo a ello, Aníbal Fernández presenta en el Senado un proyecto de ley para que puedan votar los chicos de 16 años. Dos millones más de electores a los padrones. Hermoso target. El que recibe las netbooks. El que toma colegios y el ministro Sileoni reivindica. No dan puntada sin hilo.  A eso hay que agregarle el canto populista a los barras bravas y cartón lleno.
 
Por supuesto que la Presidenta miente y manipula el tema con fines ideológicos y premeditados. Porque para hablar de reinserción de los presos primero habría que liquidar la corrupción del servicio penitenciario federal y provincial, que promueve la venta drogas entre los internos, prohíja relaciones aberrantes entre ellos, y en muchos casos se ha comprobado que permiten salidas no culturales sino delictivas. De eso mutis por el foro. Asimismo confundir un barra con un hincha es una falta de respeto a la inteligencia. La Presidenta avanza. No le interesa la seguridad ciudadana ni tampoco el funcionamiento eficiente del sistema carcelario. Ella le habla a su tropa propia para levantarle la mística en una etapa compleja y de derrumbe del modelo.
 

Sobran motivos para escribir un tratado de delincuencia (perdón, Roberto Arlt).

Remitido por "La Solano Lima" -agrupación PRO- a El Ojo Digital Política