INTERNACIONALES: VICTOR PAVON

Estados Unidos en 1776 y la reciente suspensión de Paraguay del Mercosur

En este artículo haré una relación entre la Independencia de EE.UU. que se rememoró la semana pasada, el 4 de julio, y los sucesos que hicieron que el Paraguay sea suspendido recientemente del Mercosur por parte de Argentina, Brasil y Uruguay de manera arbitraria y en contra todas las reglas del derecho.

10 de Julio de 2012

Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.

En este artículo haré una relación entre la Independencia de EE.UU. que se rememoró la semana pasada, el 4 de julio, y los sucesos que hicieron que el Paraguay sea suspendido recientemente del Mercosur por parte de Argentina, Brasil y Uruguay de manera arbitraria y en contra todas las reglas del derecho. Esto significa que los actos jurídicos celebrados en el Mercosur que suspendió a Paraguay son nulos de toda nulidad y mi país debe denunciar con vehemencia este atropello que sienta un nefasto precedente.

Bandera de ParaguayComo sabemos, la Independencia de EE.UU. fue el resultado de un conflicto que enfrentó a las trece colonias británicas originales en América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña. Todo comenzó cuando los ingleses aprobaron la Ley del Timbre y el impuesto al azúcar, en 1765. Esto no fue del agrado de los colonos americanos. Se inició así una serie de protestas por parte de los colonos que tenían como propósito decir a los ingleses que ya no tolerarían el sometimiento de los intereses de la metrópoli.

Unos años después, en 1767, estalló el descontento general de los colonos cuando nuevamente se establecieron nuevos impuestos, en este caso sobre el vidrio, el plomo, el papel y el té. El rechazo de la imposición de tributos se convirtió en una bandera de lucha que forjaría posteriormente a una gran nación.

¿Cuál fue esa razón que motivó la independencia americana? Más allá del tema impositivo, que sin duda es la causa detonante que permitió la independencia, la razón se encuentra en un tema central que hasta hoy día sigue siendo de suma importancia, pese al tiempo transcurrido. Los colonos se percataron que la imposición de tributos carecía de la aprobación parte de ellos y que, además, no se hallaban representados en Londres.

Los colonos americanos estaban defendiendo principios que hoy forman parte de la cultura mundial. Que no hay ningún impuesto sin representación y que cualquier sanción requiere que la presencia de la persona encausada o de un representante de modo a que tenga la oportunidad de ser oído. Esto en realidad ya formaba parte del sistema legal británico, solo que había sido olvidado y desconsiderado.

No en vano los dirigentes coloniales de la talla intelectual de James Otis, Sam Adams y Patrick Henry gritaron: ¡Traición y Carga Magna! Con la imposición de impuestos sin el consentimiento de los que debían pagar y sin ninguna representación para ser escuchados, había destruido la esencia de todo aquello por lo que los antepasados británicos habían luchado.

En palabras del gran Edumund Burke en History of Freedom: “Suprime el propio aliento de la admirable libertad anglosajona por la que los patriotas y los hombres de bien ingleses habían muerto”.

Ocurrió que en Inglaterra se habían olvidado de la una de las ideas más excelsas de la civilización. Esta idea se puede sintetizar diciendo que ningún poder debe ser arbitrario y de que todos los poderes tienen que estar limitados por una ley superior. Pero sin bien muchos ingleses la habían olvidado, sus filósofos políticos no lo hicieron y tampoco los colonos de la nueva nación. Estos últimos, no obstante, las habían importado en sus mentes y corazones. Sabían que en las nuevas tierras que vivían y edificaban se hacía necesario poner en alto los principios en que creían y que ahora estaban dispuestos a defender con sus propias vidas.

Nuevamente aparecen la fuerza de las ideas, de los principios. Es necesario que el poder se encuentre limitado por principios superiores al Parlamento o al mismo Rey. Solo para ilustrar mejor estas ideas me permito transcribir una parte de la sentencia del famoso caso Marbury vs. Madison, donde leemos lo siguiente:

"El gobierno de EE.UU. ha sido enfáticamente denominado gobierno de leyes y no de hombres. Ciertamente, dejaría de merecer esta alta denominación si las leyes no proporcionasen ningún remedio a la violencia de un derecho legal atribuido... La cuestión de si una ley contraria a la Constitución puede convertirse en ley del país, interesa profundamente a EE.UU., pero, felizmente, no encierra una complicación proporcional al interés que entraña. Para decidirla tan sólo es necesario reconocer ciertos principios sólidamente establecidos desde largo tiempo atrás”.

En un momento en que el Paraguay concebido como un Estado soberano desde su independencia en 1811 y con la expulsión arbitraria, violatoria del Tratado del Mercosur y de las reglas internacionales del debido proceso por el cual se requería nuestra representación, me resulta importante hacer esta analogía entre la independencia americana.

Seguidamente, para finalizar, cito las palabras de James Madison: "Por ley del país, sin duda alguna se entiende la ley general, una ley que oye antes de condenar, que procede según la investigación y que dicta sentencia después de haber apreciado las pruebas. El significado es que la vida, la libertad, la propiedad e inmunidad de los ciudadanos ha de verse amparada por las reglas generales que gobiernan la sociedad. Todo aquello que pueda aprobarse so capa de estatuto no tiene, por tanto, que considerarse como ley del país”.

La expulsión del Mercosur del Paraguay no solo ha sido arbitraria y violatoria de todos los principios mencionados en este artículo. También son nulas de toda nulidad y sienta un nefasto precedente en el derecho internacional público y nuestro Estado, por medio del nuevo gobierno nacional, debe denunciar este atropello con la contundencia que el tema se merece: La independencia del Paraguay que conlleva que su soberanía está en juego.

Este artículo fue publicado originalmente en ABC Color (Paraguay) el 9 de julio de 2012.

Víctor Pavón | The Cato Institute, sitio web