INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ

Hacia el amanecer de una Primavera Latinoamericana

El eje sudamericano -o su alter ego 'corporativo', el ALBA- conformado por Hugo Chávez Frías, Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales y asociados, se derrumba aparatosamente. Pero ese desmoronamiento no cobra vigor empujado por coloridas elucubraciones golpistas, sino que se consolida desde las debilidades inherentes del subsistema regional neosocialista y su versión local "nacional y popular".

06 de Julio de 2012

El sueño latinoamericanista ha durado poco, y el final de su ciclo de vida ya puede anticiparse. Concebido originalmente para durar más allá de una década, hoy se exhibe visiblemente jaqueado por sus propias falencias. Aún cuando -lícito es decirlo-, grandes porciones de la construcción retórica socialista (redistribución equitativa de la riqueza o reforma agraria, reducción del margen operativo y la influencia de multinacionales, ampliación de programas sociales, etc.) sonaran, a priori, potables, lo cierto es que ha fallado en su fase de implementación. Conclusión de fácil arribo, en virtud de que el Twitter, Matías E. Ruizfactor común de los regímenes alineados con el chavismo en la región no solo se corporiza en la caída violenta de la actividad económica, el incremento de la pobreza y otros índices negativos, sino que ha garantizado el surgimiento de novedosas nomenclaturas dentro del bloque. Ya se trate de chavismo, kirchnerismo/cristinismo y otros, el logro más notable del programa quizás coincida con otra realidad insoslayable: la consolidación de una fuga de capitales sin precedentes en las naciones de Latinoamérica ahora en la picota. La riqueza ha terminado -artificialmente- por concentrarse en pocas manos, generalmente en cuentas offshore regenteadas por personas físicas y jurídicas allegadas al poder. A la postre, el exceso de propaganda (construcción de enemigos mediante) deriva en el comprobable abandono de la gestión. La oxidada y retorcida formulilla de quitarle al "rico" para darle al pobre remata en la implosión de los modelos, por cuanto ambos sectores terminan perjudicados sin remedio. Variables fundamentales para el crecimiento de cualquier economía, tales como generación de riqueza y capacidad de ahorro, son eliminadas con presteza de la ecuación. Los catastróficos resultados se observan hoy, sin mayor resquicio para el debate.

Así las cosas, el primer atisbo de que las cosas comienzan a ir mal para los promotores se focaliza en la mismísima acusación de golpe o coup d'état que parte de los referentes de cada núcleo gubernamental. En la República Bolivariana de Venezuela, el Comandante Hugo Chávez Frías ha venido insistiendo durante años en supuestos complots organizados por estadounidenses y colombianos para removerlo del poder, de un plumazo. El desmanejo financiero que el chavismo le ha obsequiado a sus conciudadanos ha retornado una nación en llamas, con una delincuencia récord y su lógica contribución en decenas de miles de homicidios por año calendario, la neutralización absoluta de la inversión privada e, incluso, el Bashar al-Assad y Cristina Fernández Wilhelmvaciamiento de la otrora reputada petrolera PDVSA. Un verdadero "milagro", pero al revés. La Bolivia de Evo Morales se halla inmersa en un caos sin solución: a diario, se reproducen sonoras protestas por parte de los antiguos aliados indigenistas del presidente, que se suman ahora a las demostraciones públicas de las enfurecidas fuerzas de policía. El caso argentino tampoco es ajeno al desmadre regional: la cercana implosión de la economía -lejos de encontrarse aceitada por corporaciones y por una inexistente oposición política- se hace patente. El Gobierno Nacional se ha quedado sin otra respuesta que verse obligado a enfriar groseramente la economía, puesto que ya no se encuentra en posibilidades de hacer frente a la subsidización de los estratos sociales marginados y a los pagos de sus propios mercenarios, nucleados en la dirigencia y organizaciones civiles de variada laya. Por estas geografías, el irreverente piquetero Luis D'Elía ha suscripto la poco verosímil teorización del "golpe blando", que tendría por meta hacer volar por los aires la credibilidad remanente de la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, viuda de Kirchner.

Comienzan, lenta pero progresivamente, a postularse un sinnúmero de acusaciones destituyentes sin argumento ni sustento creíbles. Ello se comprueba en los micrófonos empuñados por voceros oficiales que no cejan en su fijación oral por ver la mano de la CIA hasta en el caldo de pollo. Y no es necesario personificar a un analista de primera línea para concluir que Washington se encuentra invirtiendo toda su atención en la República Islámica de Irán, Siria, Israel, Turquía y cualquier concatenación de eventos que pudieren modificar la realidad geopolítica en Medio y Próximo Oriente. La ingeniería de comunicación estatal rusa RT y sus cadenas afiliadas (Al Jazeera, entre otras) se esfuerzan por refrendar la hipótesis de la intromisión norteamericana en las Américas, pero esa faena se nutre más de la repetición que de hechos comprobables. Y -claro está- opera siempre sobre la base de los imperativos categóricos de índole geoestratégica de Moscú. Convalidación ciertamente difícil de asimilar para enormes porciones societarias de la América Latina, sumidas en la peor de las miserias y artificialmente privadas de la más elemental educación. Sucede que son las mentes en blanco los terrenos psicológicamente más fértiles para la inserción e infiltración de contenidos populistas. Por esta razón, el objetivo o target de la propaganda neofascistoide bolivariana y sus sucursales elige a esta categoría de individuos.

No obstante (y retomando la hipótesis planteada dos párrafos más arriba), el ensimismamiento acusado por los líderes del eje ALBA y sus albaceas conlleva, implícitamente, el reconocimiento de la propia inoperancia. Se trata, ni más ni menos, de un brutal blanqueo frente a que las Muammar Khadafy y Cristina Fernández Wilhelmadministraciones bajo análisis han sido abiertamente incapaces de conducir a un mejoramiento de la calidad de vida de sus conciudadanos. Antes bien, se han ocupado de destruirla en forma sostenida y en un breve lapso de tiempo. Y es precisamente este parámetro el único que las sociedades tienen en cuenta a la hora de evaluar la aprobación o desaprobación de sus mandatarios.

La reciente destitución del ex mandatario Fernando Lugo en la República del Paraguay (llevada a cabo conforme a leyes vigentes por el congreso guaraní y respaldada por la propia corte suprema local) ha sido la variable de que han echado mano Chávez Frías y sus socios sudamericanos para sembrar la idea del supuesto intervencionismo clandestino del "Imperio". Ya sea por conveniencia o porque sospechan que podría esperarles un destino similar, el líder venezolano y la jefe de estado argentina suscribieron, apresurada y desprolijamente, la teoría del golpe de estado contra el ex sacerdote paraguayo. Olvidando, en el proceso, las tropelías de Lugo, que lo llevaron a enemistarse con el propio partido político que lo colocara en el poder y con el capital que tanto había contribuído al crecimiento económico sostenido del país. Fueron esos mismos desmanejos, la desaprensiva intromisión chavista en el gobierno y la discrecionalidad a la hora de consolidar obscuros negociados en cuestiones energéticas los factores que condujeron a súbitos retiros de depósitos interbancarios (bonos y oro físico) que, al final de la temporada, complicaron el escenario macro. Mal podría Estados Unidos haber ocupado el rol de titiritero de la movida cuando, al día de la fecha, la Administración Obama aún no ha reconocido -oficial ni extraoficialmente- al gobierno de Federico Franco.

CFK y Hugo Chávez FríasLa petulancia y la soberbia de Cristina Fernández de Kirchner, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales a la hora de apuntalar la endeble sospecha del coup paraguayo no solo se ha transformado en un boomerang para ellos. Por estas horas, el término "Primavera Latinoamericana" comienza a ser acuñado con cada vez mayor frecuencia. En la Argentina, por ejemplo, la viuda de Néstor Carlos Kirchner ha conseguido que una tradicionalmente apática ciudadanía saliera a manifestarse en calles y avenidas del país. Estas demostraciones públicas empiezan ahora a construir una sinergia peligrosa junto a las protestas configuradas por sindicatos y organizaciones otrora afines a la Casa Rosada, en tanto que el gobierno federal reconoce -todavía por lo bajo- que carece de fuerza armada que le garantice fidelidad alguna.

No faltarán aquellos que, en esta hora aciaga, recuerden especialmente las impresiones fotográficas que la presidente argentina consiguiera oportunamente junto al depuesto Muammar Khadafy y el hoy comprometido líder sirio Bashar al-Assad. La conclusión, para muchos, conduce a la frase tan antigua como inevitable: Una imagen vale más que mil palabras.


Por Matías E. Ruiz, Editor
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