ESTADOS UNIDOS: POR MIKE BROWNFIELD

EE. UU.: la débil economía decepciona nuevamente

Cada día, Estados Unidos espera que llegue un futuro más brillante: la promesa de cambio que el presidente Obama realizó en 2009 cuando estableció una referencia para su éxito en economía, remarcando que “Si no tengo esto hecho en tres años, entonces habrá una propuesta de un solo mandato”...

06 de May de 2012

Cada día, Estados Unidos espera que llegue un futuro más brillante: la promesa de cambio que el presidente Obama realizó en 2009 cuando estableció una referencia para su éxito en economía, remarcando que “Si no tengo esto hecho en tres años, entonces habrá una propuesta de un solo mandato”. Más de tres años después, muy poco ha cambiado. Como muestra el informe de empleo de hoy, la economía de Estados Unidos sólo sumó 115,000 empleos en abril, bastante por debajo de las expectativas y muy, muy por debajo de lo que es necesario para devolver la economía al pleno empleo.

Los mediocres resultados del empleo dominan el informe de hoy. Han sido tres años con las normativas de Obama y 12.5 millones de americanos siguen sin trabajo. Ningún grupo demográfico excepto los trabajadores negros ha visto una mejora en su tasa de desempleo y aún así el 13% de los trabajadores negros siguen desempleados. Y lo que es más, el porcentaje de población activa cayó a su nivel más bajo desde 1981 con un 63.6%. Los americanos están huyendo de esta economía cuando en esta etapa los trabajadores deberían estar volviendo a formar parte de la población activa.

Economía de EE.UU.Pero esto no debería sorprender a nadie. Aunque poco ha cambiado con la economía, menos ha cambiado en las fracasadas normativas del presidente Obama. El galopante gasto federal continúa sin control; la deuda continúa creciendo; una monstruosa subida de impuestos está lista para golpear a los americanos el 1 de enero de 2013, infectando la economía con una renovada y debilitadora incertidumbre y la política de energía del país continúa renqueante.

El más reciente ejemplo del presidente reciclando las fracasadas ideas de su administración llegó en un discurso de esta semana ante la Conferencia del Departamento de la Industrias de la Edificación y de la Construcción. Obama aprovechó la oportunidad para complacer a sus aliados sindicalistas y pidió más gasto federal en infraestructuras como la panacea de la creación de empleo, afirmando que sus propuestas “devolverían a miles de trabajadores de la construcción al trabajo reparando nuestras carreteras, nuestros puentes, escuelas y sistemas de transporte público”.

Pero en este punto hay que recordar una cosa: los estímulos de cerca de un billón de dólares del presidente Obama (la ley de Reinversión y Recuperación Americana de 2009) que se pretendía que inyectase demanda en la economía y espoleara la creación de nuevos empleos. Pues esa es la mismísima teoría por la que el presidente está abogando a día de hoy. Aparentemente, es todo lo que sabe. Pero no funcionó entonces y no va a funcionar ahora.

El analista de la Fundación Heritage Patrick Knudsen explica que tirar el dinero del contribuyente en proyectos como estos “simplemente mueve recursos de un sitio para otro, puede que emplee a trabajadores de la construcción sindicalizados, pero sólo reduciendo empleos en otros sectores”. Pero aún así cuesta dinero (dinero que el gobierno obtiene mediante préstamos y por tanto reduciendo el gasto del sector privado) de modo que por supuesto que no hay crecimiento del empleo neto o un impulso económico para su “inversión”.

La petición del presidente de más gasto para impulsar una estancada economía también exacerba un problema que ya se ha convertido en algo serio: la deuda nacional. Como muestra la edición de 2012 de El Presupuesto Federal en Gráficos de la Fundación Heritage, el gasto federal por hogar se está disparando y se prevé que se eleve hasta $34,602 por hogar para 2022. Y debido a que todo ese gasto excede la recaudación en más de $1 billón, la deuda de Estados Unidos continúa creciendo, alcanzando el 101% del PIB hacia 2021. Finalmente, esto amenaza con aumentar la ya elevada carga impositiva, además de desmotivar la inversión y la creación de empleo.

La carga impositiva está previsto que incluso empeore en 2013 con el advenimiento del Armagedón Fiscal: un aumento conjunto del 34% en impuestos resultante del fin de las normativas fiscales existentes y de la imposición de las nuevas. Es bastante irónico que el presidente Obama dijese una vez que subir los impuestos durante una recesión es una mala idea. Y aunque Estados Unidos no se encuentra en recesión en la actualidad, aún sufre un alto desempleo y subir los impuestos todavía tendrá el mismo efecto negativo que el presidente afirmó que quería evitar, pues mayores cargas fiscales sobre los trabajadores y los creadores de empleo dificultan el crecimiento económico.

Aunque el presidente se cruce de brazos frente la pesadilla fiscal de 2013, aparentemente está contento con machacar la economía en beneficio de un gobierno grande, a la vez que también está pidiendo mayores impuestos a los americanos ricos y a los creadores de empleo como una manera ostensible de hacer la sociedad más “justa”. Pero realmente sólo está tratando de distraer a la nación de sus fallidas normativas.

Láncese una política de energía que busca penalizar a las compañías petroleras y gasíferas, que impide la exploración de los recursos nacionales, que malgasta el dinero en programas de “empleos verdes” que no obtienen frutos y que impone nuevos regímenes reguladores que hacen que la energía sea más cara y tendrá Ud. la receta para el estancamiento económico que Estados Unidos está viviendo a día de hoy.

El pueblo americano no está y no debería estar satisfecho con un 8% de desempleo, con una economía que apenas avanza y con una crisis fiscal inducida por el gasto que sigue sin resolverse. La economía de Estados Unidos tiene un gran potencial que sólo está esperando a verse liberado. Con las normativas correctas (como las propuestas en el plan Para Salvar el Sueño Americano de la Fundación Heritage) Estados Unidos puede solventar la crisis de la deuda nacional, reducir el gasto público y conseguir que la economía vuelva a su curso.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

 

 

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Por Mike Brownfield, Libertad.org / The Heritage Foundation