INTERNACIONALES: POR MATIAS E. RUIZ

India y Paquistán: preeminencia regional con sabor a escalada

Breve comentario y análisis en relación a los alcances geopolíticos que hacen a la competencia en tecnología misilística observada entre Islamabad y Nueva Delhi.

26 de Abril de 2012

Recientemente, fue noticia destacada la que refiriera a la prueba exitosa del misil balístico intercontinental (ICBM, en acuerdo a la denominación EE.UU./OTAN) que condujera la República de la India. El vector fue bautizado Agni V, en honor a la deidad hindú del fuego, y viene a representar una mejora significativa de los sistemas implementados en sus versiones anteriores, Agni III y IV.

Twitter, Matías E. RuizEn tanto funcionarios militares de alto rango en Delhi no escatimaron énfasis a la hora de reafirmar que su doctrina no se basa en la prerrogativa del ataque preventivo, lo cierto es la India busca -a partir de este desarrollo- el perfeccionamiento de su "tridente nuclear", esto es, su capacidad para lanzar vectores portadores de ojiva atómica desde tierra, mar y aire. Vale la pena recordar que la doctrina nuclear india sigue la política de la disuasión mínima creíble: no evalúa la ejecución de un primer ataque, y mucho menos considera el uso de armamento atómico contra naciones no nucleares. Solo procura recurrir a una respuesta nuclear masiva ante cualquier escenario en el que los mecanismos disuasivos fallaren completamente.

Misil balístico intercontinental Agni V, alcanceA diferencia de sus predecesores, el Agni V observa un alcance de poco más de cinco mil kilómetros. Citando declaraciones de sus ingenieros militares y desarrolladores, esa variable ha sido atenuada adrede, a criterio de no dotar al vector de la posibilidad de alcanzar el territorio continental de los Estados Unidos de América. Como es atendible, tal alternativa hubiera herido alguna susceptibilidad entre ciertos analistas militares del Pentágono. Y, por otro lado, la prioridad de Nueva Delhi ha sido "preocupar" -a falta de un eufemismo más colorido- a Pekín y, como es obvio, a Islamabad.

De esta manera, la India se inscribe en una selecta élite de naciones que se encuentran en posesión de misiles balísticos intercontinentales (o "estratégicos"), junto a los Estados Unidos, Francia, China y el Reino Unido. El Agni V puede portar una carga no convencional de algo más de una tonelada, y su trayectoria puede incluir a la totalidad de territorio paquistaní y la propia República Popular China. Igual criterio se aplica para algunas ciudades del oriente de Europa (ver infografía).

En lo que respecta a armamento convencional, la industria militar india también se anota logros de interés. La prueba está dada por el desarrollo de su "caza invisible" autóctono: el Sukhoi HAL FGFA [T-50], desarrollado en conjunto con la Federación Rusa. La aeronave, al menos de momento, exhibe rango de prototipo y supera holgadamente en prestaciones, capacidades y aviónica al F-22 Raptor estadounidense. El futuro del T-50 cobra vida en los planos ideados por los mejores cerebros de Hindustan Aeronautics, Ltd. (con sede en Bangalore) y sus pares de la United Aircraft Corporation (UAC) de Rusia.

Caza T-50Finalmente, la República de la India consolida su proyección de futuro desde un crecimiento económico récord del 8,5% anual del PIB, cosechado en el bienio 2004-2005, mientras que viene logrando disminuir los índices de pobreza en 1,5 puntos porcentuales por año entre 2009-2010  (el doble de los 0,7 puntos porcentuales por año de los once años anteriores). Sanas estadísticas que complementan la elegante infiltración tecnológica que sus conciudadanos son alentados a llevar a cabo en numerosas geografías, posicionándose con notable efectividad en distintos polos tecnológicos del globo, desde Sudáfrica hasta Norteamérica y Europa, pasando incluso por América Latina.

De la mano de la inversión en educación en tecnologías del conocimiento y la industria de servicios y bienes intangibles, el desarrollo de su industria metalmecánica y la modernización de su agricultura, la India ha logrado, progresivamente, echar por tierra el mito que ilustra sobre las dificultades a la hora de afrontar el desafío de la pobreza estructural. En este país, la movilidad social ha acentuado su progresión ascendente, al tiempo que la India consolida su posición como líder regional.

En la vereda opuesta se anota Paquistán, estrecho aliado económico y militar de la República Popular China. Los pasados gobiernos paquistaníes -a contramano del sostenido proceso de desarrollo de su vecino indio- aún no han podido resolver las ecuaciones más complejas que hacen a una economía comprometida, siendo la más espinosa de aquéllas la virulenta elasticidad de su sistema frente al vaivén de las cotizaciones del barril de crudo (del que es neto importador). Asimismo, Islamabad se encuentra lidiando desde hace años con una prolongada guerra contra el terrorismo. Panorama enriquecido por los cruces entre las diversas etnias que conviven en su territorio (punjabis, sindhis, pashtunes, balochis y muhajires -inmigrantes de la India al momento de la partición, con sus respectivos descendientes). Esta serie de conflictos redondea un panorama en el cual los diferentes grupos subversivos recurren con periodicidad a poderosos atentados con explosivos en centros urbanos (siempre con abultados números de víctimas) y agitando la amenaza de trasladar esa violencia desde el interior de la nación hacia la capital, Islamabad. A los ISI, Paquistánefectos de encarar este problema, los sucesivos gobiernos se han decidido a magnificar las superestructuras que hacen al ámbito de la Inteligencia -bajo estricto control castrense- y cuya matriz más visible es hoy el temido e intrincado ISI (Inter-services Intelligence, escudo). Esta agencia se ha visto signada por un maremagnum de polémicas en años recientes, en virtud de que sus lóbregos nexos con la comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos de América han llegado a comprometer ciertos puntos de la política exterior de la Casa Blanca, en relación a las sociedades que Washington nutre con Medio Oriente. En igual sentido, Paquistán comparte una extensa -y porosa- frontera con Afganistán. Se menciona demasiado frecuentemente que elementos de Al-Qaeda transitan con relativa libertad a través de ella, utilizando territorio paquistaní para reagruparse y reemprender olas de ataques contra las fuerzas estadounidenses y británicas que operan en Kabul, las provincias de Helmand y Kandahar y otras zonas calientes del suelo afgano. Y la participación del ISI no se encuentra ausente en estas sospechas.

En cualesquiera de los casos, su endeble situación económica no le ha impedido a Paquistán el dar a conocer un nuevo misil, el Hatf-IV Shaheen-1A, apenas pocos días después de que la India testeara el Agni V. Aún cuando el vector desarrollado por Islamabad solo observa un alcance de 750 kilómetros, también es factible dotarlo de ojiva nuclear y las suficientes urbes indias podrían quedar en la mira.

Misil Shaheen 1AEl problema es que Paquistán -a diferencia de su vecino- considera el ataque preventivo como una prerrogativa aceptable. Pero jamás dando inicio a una ofensiva nuclear, sino convencional, utilizando a su ejército como puntapié inicial. En 2008, el brigadier retirado Gurmeet Kanwal, director del Centro para Estudios en Guerra Terrestre y autor del libro Ejército Indio 2020, refirió que el ejército paquistaní observa una doctrina 'ofensiva-defensiva', iniciada en 1989 por el entonces jefe del ejército, General Mirza Aslam Beg, después del Ejercicio Zarb-e-Momin. "La idea es llevar la batalla a territorio indio", sentenció el brigadier, "y retener todo el territorio que sea posible. De esa manera, Paquistán puede utilizar el territorio capturado como herramienta de negociación en la mesa". De todas maneras, Gurmeet Kanwal aseguraría luego que su país enfrenta carencias importantes en materia de recurso humano y pertrechos, si se trata de poner en práctica esa doctrina.

En este punto, los analistas podrían inclinarse a considerar que, mientras la perspectiva geopolítica paquistaní se percibe como más localizada y casi exclusivamente dedicada a seguir bien de cerca los pasos de su vecino, la República de la India (si bien no desatiende la amenaza de Islamabad) persigue objetivos bastante más ambiciosos, intentando equiparar e incluso superar la influencia china en la región y -por qué no- la ejercida por Washington.

La Casa BlancaEn tanto Nueva Delhi e Islamabad se encuentran, desde hace años, atrapados por la madeja de una reedición local de "guerra fría", sería válido presuponer que los indios se encuentran mucho mejor posicionados para salir airosos de la competencia. En gran medida, gracias a las ventajas económicas superiores ya mencionadas.

No obstante, la proyección no solo regional sino internacional que Delhi ha decidido imprimirle a la dinámica de las relaciones de la nación india con el resto del mundo se toparán, más tarde o más temprano, con los intereses comerciales y geopolíticos de los Estados Unidos de América, si acaso ello no está sucediendo en este preciso instante.


 


Por Matías E. Ruiz, Editor
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