POLITICA: POR EL DR. ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO

Preguntas sin Hacer

"Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los situados en los lugares más altos son los más inútiles" (Paul Mason)

02 de Abril de 2012
La semana pasada, más allá de los lentos progresos y retrocesos de la causa Ciccone/Boudou, de la confirmación del aislamiento internacional de la Argentina de la mano del reclamo de 40 países ante la OMC, de los reiterados agravios de Patotín Moreno a propios y extraños, y de nuevos y contraproducentes fuegos de artificio sobre el tema Malvinas, me llamaron la atención dos asuntos claves que, sin embargo, no parecen haber recibido tratamiento importante de los medios y que, mucho más curioso aún, que no hayan generado un escándalo.
 
Twitter, Dr. Enrique Guillermo AvogadroEl primero se refiere al -¿asalto?- a una camioneta que, sin custodia de ningún tipo, transportaba un sofisticado arsenal, muy superior en sus prestaciones al que disponen, aquí, las fuerzas de seguridad. La forma  misma en que la noticia fue divulgada es, como mínimo, rara. ¿Alguien sabe quién era el propietario de las armas y municiones “robadas”? ¿De dónde salieron y hacia dónde iban?
 
Como tengo muchos años, pero aún conservo la memoria de los hechos que me tocó vivir, en el momento exacto en que me enteré del hecho y de sus circunstancias pensé en un delivery para alguien interesado en contar con ese armamento. Es decir, tuve toda la sensación de estar contemplando un montaje para ocultar una entrega planificada a algún grupo, subversivo o directamente delincuencial.
 
En ambos casos, estaríamos ante una situación harto peligrosa. Si se trató de una jugada de delincuentes “comunes”, por la pérdida de vidas policiales y civiles que traerá aparejada la disponibilidad de tan sofisticadas herramientas; si, en cambio, estuviéramos ante una entrega planificada y disfrazada a un grupo político, sería bastante peor, por cierto.
 
Salvo algunas organizaciones adictas al Gobierno, no existen hoy en la Argentina grupos organizados capaces de generar hechos de violencia; por lo demás, algunas de esas “asociaciones” afines han hecho pública su voluntad de defender al “modelo” y, consecuentemente, a la señora Presidente, “hasta las últimas consecuencias”. Conociendo los antecedentes políticos y terroristas de muchos de los funcionarios actuales, la imaginación no deberá esforzarse demasiado para entender qué quiere decir, en este caso, esa tan remanida frase.
 
Por lo demás, y en vista a los muchos privilegios que esta nueva y mercantilizada militancia ha obtenido de su cercanía con el poder, resulta dable pensar que estén dispuestos a defender, a como dé lugar, sus pisos en Puerto Madero, sus autos y motos fantásticos, sus campos, sus yates y aviones y, en última instancia, hasta su libertad personal, todo lo cual podría ser puesto en riesgo en caso de que el reinado K terminara abruptamente su ciclo.
 
El segundo tema, infinitamente más grave, es el proyecto de ley que el Ejecutivo enviará al Congreso para limitar y coartar la posibilidad de los particulares –ciudadanos y empresas- puedan recurrir a la Justicia para frenar abusos de poder por parte del Estado. Como dije, este asunto reviste una gravedad trascendental y definitoria sobre la libertad, en todas sus formas.
 
Para que resulte comprensible para quienes no son abogados, se trata de restringir la facultad constitucional de los jueces de suspender los efectos de una medida –ley, decreto, resolución u ordenanza- cuando ésta afecta los intereses de un individuo o de un colectivo de ellos. A mero título de ejemplo y, por supuesto, forzando la hipótesis, si ese esperpento legal fuera sancionado de nada valdría que cualquiera, ante la toma de su propia casa ordenada por el Estado, pudiera impedirla por decisión judicial ya que, a partir de entonces, los magistrados no podrían dictar, como sucede ahora, una medida cautelar hasta tanto se decida sobre el fondo de la cuestión.
 
El Poder Ejecutivo, con su proyecto, avanza en su decisión irrevocable de convertir a doña Cristina en emperatriz de la Argentina, es decir, en terminar irremediablemente con la República.
 
Lo notable no es que la ciudadanía, que no tiene por qué saber derecho procesal, no reaccione frente a una noticia cuyas implicancias ignora. Lo que asombra es que ninguna de las diferentes asociaciones de abogados, que las hay de todo tipo y color, haya puesto el grito en el Cielo.
 
Nada, ni Ciccone/Boudou, ni la inaudita prohibición de importar libros que decretó –por supuesto, informalmente y antes de retractarse- don Patotín, ni la miserable utilización política de la gesta de Malvinas, tienen dentro suyo el huevo de la serpiente que esta norma parirá porque, con su sanción por el Congreso express del cristi-kirchnerismo, la libertad habrá muerto en la Argentina y todos los derechos humanos –los actuales, los que verdaderamente debieran ser protegidos y garantizados- establecidos por nuestra Constitución habrán dejado de existir como tales, y se convertirán en una mera gracia del poder.
 
Esto es lo que legará el período K -¿podríamos decir “la noche” K?- al futuro. Un país sin instituciones, sin vínculo alguno con el mundo, fracturado hasta en su esencia, con su sistema previsional quebrado, sin reservas importantes de petróleo y gas, con sus esquemas públicos de educación y de salud en crisis, con altísima inflación, con una corrupción creciente y endémica, sin infraestructura de transporte y con índices de inseguridad que, poco a poco, nos acercan al México de los narcos y de las maras.
 
Y lo peor de todo es que ese cúmulo de calamidades se habrá concretado en pos de un proyecto imperial que, tanto por lo trasnochado de sus categorías mentales y por su falta de conexión con la realidad cuanto por estar estructurado en torno a una única e irremplazable persona está, necesariamente, condenado al fracaso, aunque éste sólo dependa, en su última instancia, de la biología.
 
El domingo pasado, ese maestro de periodistas que se llama Jorge Fernández Díaz escribió, en La Nación, una de las mejores descripciones del cristi-kirchnerismo que he leído y que recomiendo con fervor. En esa nota, a la que tituló “Neosetentismo, esa forma sutil de ser gorila” (http://tinyurl.com/c7wenku), su laureado autor describe, con la precisión de un cirujano, las batallas que se libran, desde el núcleo central del proyecto imperial, contra la vieja y popular cultura peronista, a la que busca no destruir sino reemplazar.   
 
Hoy, cuando ya han pasado nada menos que cincuenta y siete años desde que el primer Perón fue derrocado, y treinta y ocho desde que el segundo muriera, y el tiempo nos permite mirar el pasado con más serenidad, aún a aquéllos que nos tocó vivir e interpretar la historia reciente. Como dice Julio Bárbaro, el peronismo del abrazo con Balbín y del radicalismo adversario que despedía a un amigo, no tiene nada que ver con este proyecto sectario y centrífugo, hoy en el poder; este “modelo” maniqueo, en el cual sólo hay obsecuentes o enemigos, centra su objetivo en la compra más abyecta de voluntades, ignorando que hasta las prostitutas odian a sus clientes, por mucho que éstos les paguen.
    
Espero, contra toda esperanza, que la señora Presidente reflexione, que entienda que ella –como todos los demás- es finita, y que no avance en la destrucción de los pocos cimientos de República que quedan en la Argentina; porque necesitaremos de esas bases últimas para reconstruirla y, sobre todo porque, si no lo hacemos, dejaremos de ser un país para ser, como tantos otros en la historia de la humanidad, sólo un recuerdo.
 
En la medida de lo posible, ¡feliz Pascua de Resurrección! y ¡feliz Pésaj!. Hoy, para los 649 héroes de Malvinas, ¡gloria y loor!
Por el Dr. Enrique Guillermo Avogadro -Abogado-, para El Ojo Digital Política