INTERNACIONALES: POR MANUEL HINDS

La crisis europea

Imagine que usted es un médico y que tiene como paciente a alguien que tiene un cáncer que lo está matando en un lugar que le causa serios sangramientos, tan serios que también lo pueden matar...

03 de Diciembre de 2011

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).

La única manera en la que puede removerse la amenaza de largo plazo, el cáncer, es por supuesto operándolo, lo cual a su vez podría causar una hemorragia que podría matar al paciente. Esto es más o menos un símil de lo que está pasando a los europeos y, en realidad a todos nosotros, porque si Europa tiene un colapso, su caída nos llevaría a todos de encuentro.

Crisis europea - Manuel HindsEl cáncer que tiene Europa es el exceso de gastos sobre ingresos de los gobiernos, que ha generado un gran tumor de deuda que la está matando. Este cáncer lo tienen prácticamente todos los países europeos, tanto los que tienen el euro como los que no, con la excepción de algunos países de gran disciplina como Alemania, Suiza, Dinamarca y Suecia. Pero aún estos países, incluyendo a Alemania, una de las economías más fuertes del mundo, tienen el cáncer pero, a diferencia de algunos otros, como Grecia e Italia, todavía no han tenido una operación exploratoria para ver la magnitud del tumor, aunque se sabe que es grande. El tumor alemán está en sus bancos, más que en su gobierno, porque éstos le han prestado enormes cantidades a los países que ahora están sobreendeudados y que posiblemente no puedan pagar totalmente sus deudas. Si no pueden hacerlo, estas pérdidas se transferirían al Tesoro alemán porque el gobierno seguramente recapitalizaría sus bancos para no tener una quiebra generalizada, con lo que la deuda del país aumentaría fuertemente.

Ahora imagínese usted que en estas circunstancias, los pacientes se están peleando sobre lo que hay que hacer. Todos los países que llegaron a esta situación por manirrotos quieren convencer al más sonrosado de la región, Alemania, que done sangre para la operación que se necesita para salvar a Grecia, a Italia y posiblemente a todos los demás, incluyendo a Francia. El tío rico se está resistiendo porque no ve por qué él tiene que pagar los platos rotos de la gran fiesta que se han tirado por más de una década los países que ahora demandan su ayuda y porque ve que esa sangre la podría necesitar para operarse de su propio cáncer.

La sangre que todos quieren de Alemania no es financiamiento —la deuda ya está demasiado alta, no puede resolverse con más deuda— sino un subsidio para que todos los que se aventaron la fiesta paguen sus deudas, en gran parte a la Alemania misma. Pero Alemania ve bien claro que no tiene que salvar a los otros para salvar a sus propios bancos. Si va a meter plata para salvar a sus propios bancos, no tiene por qué darles el dinero a los italianos para que paguen a todos, incluyendo los bancos alemanes pero también los de otras nacionalidades. Todos dicen que qué mala es Alemania porque no quiere regalarles el dinero para que paguen sus cuentas pero nadie ofrece ni un quinto para ayudar a los desempleados alemanes, que sí existen también.

Como Alemania ha sido clara, todos los otros salieron con otra solución que disimulaba el subsidio, que según ellos Alemania no iba a detectar. La idea era que el gobierno de la Unión Europea emitiera bonos europeos para resolver el problema de traspasar subsidios a los bancos de todos los países para recapitalizarlos y a los gobiernos para aliviarles la situación de la deuda. Alemania vio lo que esto era desde kilómetros de distancia. Era como que usted pidiera que un millonariazo garantice sus deudas, con lo que usted ganaría dos cosas. Primero, que si usted no paga el millonariazo pagará. Segundo, que la tasa de interés que usted pagaría sería mucho más baja que la que paga ahora por tener esa garantía. Alemania perdería porque la probabilidad de que usted no pague aumentaría, y ella tendría entonces que pagar, y porque tendría que pagar tasas de interés más altas en esos bonos compartidos que las que paga solita. Dijo que no.

Entonces surgió otra idea con el mismo propósito. La idea era que el Banco Central Europeo, contra el espíritu de su creación y contra toda buena práctica de banco central, financie a los gobiernos comprando bonos italianos, españoles, griegos, etc. Esto sería igual que monetizar la deuda —es decir, poner a imprimir la maquinita para financiar al gobierno, que es la manera más segura que hay para generar altas tasas de inflación, que con los volúmenes de los que estamos hablando, provocarían una hiperinflación en Europa. El Banco Central de Europa inundaría de euros al mundo entero al comprar una parte sustancial de la deuda. Esos euros se gastarían inmediatamente, directamente o través de préstamos del sistema bancario, con lo que la inflación del euro escalaría niveles sin precedentes. Alemania tiene el recuerdo de una hiperinflación que sufrió en los años veintes y de la que al salir juró jamás volver a tener una. El presidente del Banco Central de Alemania ha dicho muy claramente que esto no debe hacerse. Todo el mundo ha entendido que Alemania va a oponerse como león herido a que esto se haga.

Tiene el apoyo moral de Inglaterra, que aunque no es miembro del euro está metido hasta el cuello en el mismo problema porque sus bancos también le han prestado a los que ahora quieren subsidios. Tanto Inglaterra como Alemania se han aferrado a la idea fundamental que los bancos centrales jamás tienen que financiar a los gobiernos.

Ahora bien, el problema es que mientras los parientes discuten acaloradamente lo que hay que hacer, el tumor sigue creciendo y puede rozar una arteria y causarle una hemorragia al paciente, haciendo que muera, no del tumor mismo, sino de la pérdida de sangre. La gente se pone nerviosa al ver que no hay solución para el los problemas de Europa y pueden tratar de salirse no sólo del euro sino también de las libras esterlinas. Las bolsas comenzaron a caer en todos lados, incluyendo EE.UU., ante el miedo a una catástrofe. Es en este punto que la Reserva Federal de EE.UU., que es más rico y poderoso que todos los demás juntos, entró a la escena e hizo un arreglo de "swaps" (que explico más abajo lo que son) con los bancos centrales de Europa, el Reino Unido, Suiza, Japón y Canadá. Este arreglo ha funcionado como magia para darle seguridad a los mercados. Las acciones que estaban cayendo comenzaron a subir nuevamente. ¿Qué pasó y cuánto puede durar este nuevo entusiasmo?

La seguridad que ha causado la acción de la Reserva Federal es del mismo tipo que usted siente cuando, estando en un lugar público que han dicho que podría ser objeto de un ataque terrorista, ve de pronto que se rodea de tanques para defenderlo y que se parquean ambulancias cada diez metros. Usted mira la carretera que va hacia los hospitales y se da cuenta de que si todas las ambulancias tratan de llegar a ellos al mismo tiempo se creará un atolladero de tráfico en el cual no pasará ninguna.

Esto es así porque lo que la Reserva Federal ha hecho es abrir la posibilidad de hacer "swaps" ("intercambios") con los bancos centrales de Europa. Esto significa que el Banco Central de Europa, por ejemplo, puede emitir euros y cambiarlos por dólares inmediatamente con la Reserva Federal, lo cual lo faculta para prestar en dólares (no euros) a sus propios bancos europeos. Esto significa, en otras palabras, que la Reserva Federal está permitiendo que los bancos centrales de otros países desarrollados emitan dólares. Ahora usted se preguntará, ¿y por qué se necesita esto? La respuesta es obvia. Los bancos centrales se están preparando contra una corrida en contra de sus propias monedas, en las que la gente comenzaría a vender euros y comprar dólares en pánico. Es decir, lo que hizo la Reserva Federal es parquear las ambulancias. O, si usted quiere, aparece con un gran buque tanquero lleno de sangre para hacer transfusiones. ¿Qué se imagina usted que va a pasar?

En el fondo, el problema es político. Todos los involucrados en el desastre de la deuda —públicos y privados— están tratando políticamente de que alguien más les pague sus cuentas. El gordito sonrosado y millonario es Alemania, que no se quiere dejar. En el pleito por asaltar al gordito, el paciente puede entrar en hemorragia y llevarnos a todos de encuentro. EE.UU. puede aliviar la crisis en el momento de la hemorragia pero no puede curar el cáncer de Europa, que sólo se curaría si los europeos mismos arreglan el problema de sus déficits y sus deudas.

Por Manuel Hinds, The Cato Institute