POLITICA: POR EL LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

Todos los bancos ya han entrado en pánico

Cuando dólar se inclina... y asusta a toda la gente, puede verse quién nos miente... en la Nación Argentina. Más cuando sale Cristina, entre el sollozo y la pena, es ella...quien nos condena... otra vez, a la banquina. Pero juntos… y de un tranco, ya llegan, sin disciplina... a la cola de los bancos... los votantes de Cristina (G. A. Bunse; con el perdón de Rafael Obligado)

08 de Noviembre de 2011

Sin la menor señal de certidumbre, la gente se lleva todo de los bancos.

Las alarmas se susurran por teléfono intrabancariamente. Al banquero que se queje -y que lo diga en voz alta- le espera la noche.

Pero cada día reciben el arqueo, y el número de la fuga es terrorífico.

Nadie renueva un plazo fijo, aunque le hayan subido la tasa y aunque le digan que se la pueden mejorar un poco más... “mano a mano”.

No hay tu tía...         

Hasta los más distraídos se llevan los pesos, los dólares, los euros. Y si las hubiera... hasta las coronas noruegas.

Y frente a este panorama, donde nadie sale a explicar la causa de esta súbita conmoción, es natural que se produzca el efecto "Puerta 12". Es más; ella la está sacando bastante barata hasta ahora.

Digamos que la reacción del mercado le está haciendo precio a la viuda...

Uno se pregunta:

Esta mujer, ¿no aprendió absolutamente nada en el pináculo del poder?

¿Cree, por ventura, que la gente ya se olvidó de la catástrofe bancaria de 2001, cuyo detalle puede leerse hoy en los libros de economía mundial?

Está tan subida a la torre de celofán de su propio ego, que la solución (tal como lo he pronosticado hace un mes en estas líneas) es armar una gran acusación urbi et orbi -sin nombrar a los responsables- de “terrorismo económico”, o de “golpe del mercado”.

La situación es tan grave que, luego de anunciar la suspensión de los subsidios, acusan ahora a cualquier economista de (y lo amenazan otra vez) por calcular tímidamente a cuál precio quedaría el boleto el día que terminen de fulminar esos mismos subsidios.

Es que el agua ya les entra a raudales por varios orificios a la vez.

Y como verdaderos irresponsables enciclopédicos -carentes de la menor idea sobre cómo solucionar la catástrofe que se les viene-, no tienen otra ocurrencia que no sea desplegar más policías, más controles y toda clase de amenazas a la ciudadanía libre.

En suma, aplican el ejercicio del monopolio del uso de la fuerza para el control del orden público, al que jamás han apelado, pero dirigiéndolo contra una ciudadanía que -ni en sueños- ha alterado aquel orden.

Arrasan así, de un plumazo, con cuatro artículos de la Constitución en forma simultánea. Desde los derechos elementales de la transacción, hasta el más elemental renglón del Articulo 19 de la Carta Magna, referido a las acciones privadas de los hombres.

Ya el clima se ha agravado de una manera tan alarmante como para suponer que, ahora, cualquier remedio es peligrosísimo.

Ya les resultaría extremadamente aventurado sacar la policía de la escena del dólar. Véase la razón, aún cuando resulte de la mayor obviedad.

Cuando nos ocurre un traumatismo, una herida o la invasión de algún elemento extraño en nuestro cuerpo, la reacción que visualmente parece exagerada es siempre una tumefacción importante, el amoratamiento y la hinchazón casi inmediata de la zona afectada.

Es la policía del cuerpo humano, que se lanza a tratar de impedir cualesquiera de las consecuencias de ese problema.

El médico, frente a una emergencia tal, no tiene mucho terreno libre para intervenir quirúrgicamente en esa región. Necesita liberarla de hematomas e hinchazones.

Pues bien; para sacar esa “policía” usa los conocidos corticoides, un veneno químico, casi un mal necesario que, por cierto, erradica a la policía.  

Sin embargo, al sacarla, ocurre que el trabajo de defensa que le inhibió al organismo con ese correctivo, debe hacerlo de algún otro modo, acaso con antibióticos. Sabiendo que igual, en ese raro y difícil equilibrio, puede dispararse una infección grave.      
 
Pido disculpas por la analogía, que solo tuvo el destino de poner un ejemplo de lo que puede ocurrir al sacar las fuerzas policiales, con la enorme diferencia de que el médico que se toma el trabajo de sacarla no es precisamente, el que la puso en ese lugar. En el mercado, sí.

En este enjuague, pues, jugar con los equilibrios al borde de un precipicio no es otra cosa que la conducta de los peores irresponsables, conocedores todos ellos de que la psicología argentina se encuentra demasiado cruzada por los latigazos. Muchos de los cuales aún no han cicatrizado.   

Pues entonces, no tienen perdón. No lo merecen.

Es deseable que, al fondo del túnel, haya un calabozo para todos ellos.

Todo es un formidable montaje de pacotilla, con una artificialidad tan infantil que insulta a la inteligencia de la gente. Y son cómplices frenéticos un gran número de empresarios veletas y los banqueros, que contienen su temor pues expresarlo les podría costar más caro.

Todos ellos, parásitos de la escoria social... con muy pocas excepciones.

En el muy consultado   Newsletter Global Inside Synopsis, (G. I. S.) -la información confidencial más confiable de América-, se señala que, pese a los anuncios de hallazgos no convencionales en Loma de la Lata, la situación de ciertas petroleras medianas o pequeñas se halla bien cerca del abismo. Esos empresarios ya no tienen chance, ni siquiera al calor del oficialismo.

En este país de fantasía, ningún gobernante o empresario va preso por estafa colectiva y/o por manipulación social, en concurso real con la falsificación flagrante de la información que se debe dar a la ciudadanía.
        
La conciencia crítica es casi un acto íntimo. Acaso más en una mujer.

Una mujer hipócrita que puede tratar de hacer malabarismo retórico de la banalidad no ignora que está diciendo algo que no piensa ni siente.

Sabe perfectamente cuándo y cómo engaña a la gente con sus actos y con cada una de sus palabras. Con un vestigio mínimo de moral, suele sentir el regusto amargo de saber que se la reconoce... y se la aplaude por lo que, en verdad, ella no es.

Sueña con poder ser, en realidad, alguna vez, eso por lo que recibe las adulaciones o el reconocimiento social. Incluso los votos.

Pero es en vano.

Se desespera en la intimidad, por la certeza de que eso jamás ha de ocurrir. Si quiere recibir ese reflujo de halagos en potencia simétrica con lo que irradia, deberá seguir, necesariamente, engañándolos a todos.

Deberá, en suma, seguir siendo lo que es:

Una gran hipócrita con un enorme miedo, porque ve cómo la gente se lleva el dinero de los bancos a raudales.

Ella puso la policía. Y de esto, ya no sale sacándola de los bancos y casas de cambio. No, Señora.

Ella está encerrada...

O mete más policía... o prohíbe que se moje el piso cuando llueva.

Los mercaderes del miedo, de la extorsión, del soborno y de la rapiña pública, ya han hecho su trabajo entre la gran masa crítica subculturizada y desposeída del vasto conurbano bonaerense.

Irán, todos ellos, a la Plaza, y pase lo que pase. Por cuanto así estará planteado este esquema popular maniqueo: el éxito o la catástrofe.


Por el Lic. Gustavo A. Bunse, para El Ojo Digital Política
e-Mail:
gabunse@yahoo.com.ar
 

Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política