POLITICA: POR JOSE M. GARCIA ROZADO

Caso Candela y tráfico de drogas: un gobierno capaz de todo a la hora de ocultar la realidad

El Caso Candela se circunscribe al destino de una criatura enmarañada dentro de un círculo de venta de narcóticos, punteros políticos y organizaciones sociales que se codean con el gobierno cristinista. La trama que destapa la inocultable connivencia entre gobierno y tráfico de drogas.

15 de Septiembre de 2011

Candela fue la víctima de una sucia trama de política oficialista y narcotráfico, y como tal, inicialmente pretendió utilizarse como una “distracción” para esconder parte del fraude y las inconsistencias realizadas en las elecciones del pasado 14-A: sucesos mucho más graves y truculentos fueron dejados de lado por los medios tradicionales y el gobierno K. Entre éstos últimos, podemos contabilizar el caso del chofer de colectivos santafesino que a fines de junio mató a golpes a su hijo adoptivo de 3 años, y dejando herido de gravedad a su hermano mellizo; o el caso de Pablo Alfonzo -en Corrientes-, quien degolló a dos nenas de 12 y 7 años, hijas de su ex (quien no aceptó la reconciliación propuestA). El hombre luego completó la jornada, quitándose la vida.

Todos sabemos, en mayor o menor medida, quién fue el homicida de Candela y qué le pasó a la niña. ¿Por qué la concentración de los medios en este caso? Cualquier persona intelectualmente lúcida se notifica de la creencia que muchas veces deviene en certeza: nada es lo que parece. Lo sucedido en Corrientes y en Santa Fe fueron hechos terribles, espantosos y aberrantes, pero cotidianos, propios de una sociedad enferma y violenta como pocas, y dónde la razón tuvo muy poco que ver. En contrario, el Caso Candela se asienta en una situación que poco y nada tiene que ver con las condiciones de enfermedad social, y se emparenta con una niña cuya infancia poco tenía que ver con la felicidad y el cuidado que transmitía su cálida sonrisa de las fotos, ni la madre desesperada y a la vez esperanzada, que le hablaba desde los micrófonos a no se sabe quién.

Candela tenía la desgracia de residir en el seno de una familia dónde la felicidad no era la presupuesta, y junto a una madre que justamente no era la figura dedicada y protectora que se erigía frente a las cámaras; por ahí comenzaron a aflorar las hilachas de la sordidez de un entorno donde se mezclaban el delito de los piratas del asfalto, con "buchones" policiales, secuestradores extorsivos y bandas de narcotráfico, sumados a policías que se abrazaban a posibles delincuentes que se supone debían detener. Había, en esta historia, relatos de territorios liberados y un gobierno y una justicia cómplice o que hace la vista gorda ante estas situaciones sobradamente horrendas.

No obstante, también se vivió la solidaridad de famosos y personas de bien que marchaban reclamando por la aparición de la chica. Ellos no entendían cómo una madre podía negarse a pagar un supuesto rescate, que en realidad era una tapadera de un “vuelto” entre bandas rivales que dejaban al desnudo la poca importancia de la vida de esa niña a la que todo el pueblo acompañaba, y a quien en un rapto (que luego sería un nuevo dolor de cabeza) de “generosidad presidencial”, se invitara a Casa Rosada a recibir el afecto y el apoyo de la Presidente. Primera mandataria y altos funcionarios provinciales se mostraron ante los medios como si no fueran justamente ellos los máximos responsables de la inseguridad total, del tráfico de drogas –y la multiplicidad de pistas clandestinas en todo el país- y de los territorios “liberados”.

¿Pensamiento mágico, o simplemente el resultado de una política oficial? La sinrazón de la no política de seguridad acoplada como “política de Estado” por esta Administración, que ampara la corrupción absoluta de los organismos de "derechos humanos" –Madres línea Hebe, etc.- mientras su líder brinda discursos en Francia, en mención a un premio que se obsequiará a Estela Barnes de Carloto. Premiación que tiene que ver con una presea ideada originariamente por un tirano africano. En su oportunidad, la Sra. Nilda Garré (Min. de Seguridad) lanza a viva voz y un plan incompleto de radarización, de carácter falaz, ridículo y sólo para los titulares, en tanto se niega a discutir una "Ley de Derribo" cuando aviones narcos derriban helicópteros de Gendarmería Nacional. La misma Garré se ha ocupado de ordenar la retirada de ese cuerpo de las zonas más calientes de frontera. A consecuencia de ello, los narcos pueden -sin ningún tipo de problemas- ingresar su mercancía al país y luego proceder a su comercialización en el conurbano y la Capital Federal, los mayores centros de consumo.

Todo se ha transformado en un verdadero dislate, cuando no una profusión de actos perfectamente concatenados. A partir de la palabra “fracaso” -correctamente utilizada por el fiscal para definir los resultados de la investigación jurídico-policial-, los personajes de la política “se esfumaron” no sólo de las vecindades del crimen, sino de los medios, y hasta Cristina Fernández le reprochó airadamente a Pérsico por haberle llevado a la progenitora de Candela a su despacho. Cuales garrochistas, todos intentaron esfumarse de la ignominia en que se halla envuelta la Patria, merced a funcionarios corruptos, conniventes o partícipes primarios de este estado de indefensión en el que todos nos encontramos.

Tras la aparición del cuerpo sin vida de Candela Sol, apareció una familia que no era justamente la que “todos quisieron que se creyese que era” –desde los medios hasta el oficialismo que lo utilizó como tapadera del fraude y la corrupción-, con un padre detenido por pirata del asfalto y buchón policial, un tío con similares prontuarios, una tía con vínculos notorios con las drogas, y las bandas de extorsionadores de los dealers. La madre -personaje “central”- concentra todas las sospechas de cara a su rol, por cuanto parecía oficiar de entregadora de familiares y hasta de narcos a las bandas de extorsionadores. Núcleos nutridos de policías.

El caso nos termina remitiendo a aquello que sabemos, pero que a la vez no queremos saber. Nuestra meta es distraernos y en ese preciso momento aparece la manifiesta ineficiencia –teñida de corrupción y complicidad- del aparato jurídico policial y, también, de sospechas de relaciones nada claras entre policías y delincuentes, a su vez emparentados con políticos importantes (muy allegados al Gobierno Nacional y provincial). Esta es una trama de complicidades bien profunda, desde luego imposible de montar sin la necesaria aquiescencia de un sector muy importante del funcionariado oficialista. La niña es otra de las víctimas, como otras miles, de este accionar mafioso de un Estado connivente o cómplice del delito y del narcotráfico.

Por sobre todo, este nuevo capítulo de violencia arroja luz sobre un fenómeno que no nos acostumbramos a escuchar: la instalación del narcotráfico como actividad “tolerada” y, aún más, impulsada desde el Estado y el gobierno kirchnerista. Ahí están los casos de la masacre de General Rodríguez (Sebastián Forza y otros), el homicidio de los colombianos en Unicenter y Puerto Madero, la megacausa del tráfico de efedrina y los aportes de allí surgidos hacia la campaña de Cristina Fernández en 2007, la "mafia de los medicamentos" y sus conexiones con el gremialismo oficialista, el tráfico de narcóticos por vía de las aeronaves de Southern Winds, el reciente caso de los hermanos Juliá (del que nunca se volvió a conocer detalle), las modelos utilizadas como "mulas", la instalación de grupos guerrilleros en villas de emergencia (Sendero Luminoso en la 1-11-14), etc. Estos episodios pasan sin pena ni gloria por los "grandes" medios, y su permanencia es mínima.

Los amigos del poder -bien conocidos y "supuestos" líderes sociales o de organizaciones de derechos humanos- han convertido a la República Argentina en una nación consumidora. El veneno que comercian les deja enormes utilidades, y como siempre, su clientela más fiel se encuentra en los sectores populares más desprotegidos (villas, asentamientos, barriadas obreras), y especialmente su juventud, ya no solo del conurbano bonaerense sino de la Capital Federal y la totalidad de las urbes importantes del país.

Candela es hoy el emergente de otras miles de candelas y el “modelo” que este estalinizado régimen nos propone como sociedad. Mientras se nos distrae con “pan y circo”, se envenena a nuestros jóvenes. Se asesina por inanición a nuestros abuelos, a quienes se les niega lo que la Ley Previsional les otorga, y se nos conduce nuevamente a la ilusión de un país insertado o desinsertado –según convenga a las autoridades de turno- de este mundo globalizado, ganado por la crisis de fin de ciclo y donde el futuro es simplemente un espejismo de colores brillantes pero que, como todo “espejismo”, esconde una diabólica realidad, una que ya vivimos hace apenas diez años atrás.

Por José M. García Rozado -Arquitecto-, para El Ojo Digital Política